Stephen Hawking: “Uno tiene que concentrarse en lo que puede hacer”
La Cadena SER entrevista en exclusiva al astrofísico británico
Hawking nos recibe su centro de investigación en la Universidad de Cambridge
“Optimista” sobre el futuro pese a la enfermedad incurable que lo mantiene inmóvil
Acaba de recibir el Premio Fundación BBVA “Fronteras del Conocimiento”
Stephen Hawking, en diálogo con la Cadena SER. / PABLO PALACIOS
Cambridge
El Centro para Estudios Matemáticos de la Universidad de Cambridge está situado a las afueras de esta histórica ciudad inglesa y parece sacado de una película de ciencia ficción. Uno de los edificios de este complejo tiene una forma circular y, en la segunda planta, trabaja desde hace años el científico más famoso de nuestro planeta: Stephen William Hawking. En uno de los pasillos podemos ver un retrato suyo y en la puerta de su despacho, la primera página que le dedicó una de las revistas más conocidas.
A los 21 años, cuando el joven Hawking estudiaba en esta misma Universidad, le diagnosticaron una enfermedad incurable, ELA (la Esclerosis Lateral Amiotrófica), y los médicos le dieron dos años de vida. Pero este astrofísico británico tiene ya 74 y, aunque no puede hablar ni moverse, sigue siendo una de las mentes más brillantes de la historia de la ciencia.
Hawking se jubiló en el 2009 tras ocupar durante tres décadas la Cátedra Lucasiana de Matemáticas, la misma que ostentó otro de los “padres” de la ciencia, Isaac Newton. Sin embargo, Hawking sigue acudiendo cada día a su despacho donde le espera un grupo de estudiantes y su secretaria personal, una antigua enfermera que hoy se ocupa especialmente de que los periodistas y otras especies de humanos curiosos no atosiguen demasiado al eminente cosmólogo.
Mente brillante
El cerebro de Hawking no ha parado de maravillar a sus colegas desde que ingresó en el Trinity Hall de la Universidad de Cambridge, pero la ELA ha ido paralizando su cuerpo de forma progresiva y ahora sólo puede mover los músculos de sus mejillas. Pero eso le basta para poder comunicarse a través de un aparato generador de voz, aunque necesite ya un minuto para poder “componer” una palabra y media hora, para poder responder a la pregunta de un periodista. Por esa razón, se les exige a los entrevistadores que formulen un reducido número, aunque tengan muchas cuestiones que hacer a quien ha revolucionado buena parte de nuestro conocimiento del Cosmos.
Señor Hawking, ¿por qué descubrimiento, teoría, idea brillante… le gustaría pasar a la posteridad?”, lanzamos la primera pregunta en la sala donde este cosmólogo y sus colegas suelen tomar café todas las mañanas y donde suelen escribir en una pizarra (¡¡¡con tiza en plena era de los ordenadores!!!) fórmulas matemáticas complejísimas.
Mi descubrimiento de que los agujeros negros tienen radiación, es decir, están calientes. Y que su tamaño es igual a un cuarto del área de su horizonte en unidades fundamentales.
Lucha contra la enfermedad
Su cuerpo está inmóvil sobre su sofisticada silla de ruedas, pero sus ojos se fijan en el periodista que tiene delante con tanta intensidad, que uno se pone tan nervioso como cuando en el colegio el maestro le sacaba al estrado para preguntarle la tabla de multiplicar.
Usted es un gran científico, eso nadie lo duda ya, pero también es todo un ejemplo para las miles de personas que sufren una enfermedad incurable, ¿qué mensaje de esperanza les daría?
Uno tiene que concentrarse en las cosas que puede hacer y no concentrarse en las cosas que no puede hacer como consecuencia de su enfermedad.
¿Cree usted que algún día la ciencia será capaz de acabar con todas las enfermedades que sufren ahora los seres humanos?
Llevo esperando más de 50 años una cura para mi enfermedad, así que…
El futuro
Los seres humanos hemos avanzado mucho desde el punto de vista tecnológico, pero también estamos destruyendo nuestro planeta. ¿Usted es optimista sobre el futuro de la Humanidad o, por el contrario, cree que somos nuestro peor enemigo?
Soy optimista
Con esta esperanzadora frase termina nuestra entrevista, pero el asistente que le ayuda a manejar su sintetizador de voz y que habla muy bajito, me permite que me acerque al eminente cosmólogo para poder seguir hablando con él, aunque sin micrófonos por delante. Hawking ya no contesta, se le ve agotado, pero sus ojos siguen sin perder detalle y le hacen a uno sentirse insignificante a su lado. Además, de repente, al periodista le entra un remordimiento terrible por hacerle “perder” el tiempo a un genio de la ciencia que, seguro, todavía tiene muchos misterios que resolver. Y el Cosmos es tan inmensamente grande…
Javier Gregori
Periodista especializado en ciencia y medio ambiente. Desde 1989 trabaja en los Servicios Informativos...