9 señales que debes conocer para detectar si tus hijos sufren acoso escolar
La psicóloga Silvia Álava explica la importancia de trabajar la confianza y el respeto desde pequeños y estar alerta ante algunas señales que pueden alertar de una situación de acoso
Madrid
Los padres de Victoria supieron que algo no iba bien cuando su hija comenzó a llegar a casa con chichones, cardenales, arañazos y hasta un muletazo en un ojo. El acoso no siempre es tan evidente y cada día que pasa cuenta para evitar que la herida se haga más profunda. “Es normal que los chavales no lo digan. Cuando hay acoso, se siente pequeños, entran en un estado de ansiedad alto y un bajo estado de ánimo. Pueden caer en depresión”, explica la psicóloga Silvia Álava, del Centro de Psicología Álava Reyes.
Son una pieza clave en desenredar la madeja del acoso los testigos que asisten mudos. No quieren que les llamen chivatos. “Hay que explicarles a todos que deben contar a los adultos si ven alguna situación de acoso”, asegura Silvia Álava que es partidaria de trabajar en clase y en casa el respeto mutuo para transmitirles que es la base de la convivencia y que si cuentan un caso de abuso “no son chivatos”. La figura del mediador es importante en la solución del problema, así como los buzones anónimos de algunos colegios, que permiten contar sin exponerse.
“Es muy habitual que lo padres no sepan que su hijo está siendo acosado. No deben sentirse mal ni culpar al chico o la chica porque no lo haya contado”, concluye la psicóloga Álava que recomienda vigilar estas señales que puedan indicar que el hijo esté sufriendo acoso escolar.
- Cambios muy significativos en la conducta.
- Excusas para intentar no asistir al colegio o al instituto. Especialmente en los días en los que no hay clase, como, por ejemplo, una excursión.
- Pérdida de apetito o todo lo contrario, más pulsión por la comida.
- Se mantienen en un estado de tristeza, apatía y tristeza.
- Si observamos que viene con alguna marca en el cuerpo.
- Empieza a decir que ha perdido cosas en el colegio. Es decir, si antes era cuidadoso y ahora trae el material en mal estado o no las trae.
- Insiste en ir acompañado al colegio cuando hasta entonces no lo hacía.
- Tiene problemas para conciliar el sueño o sufre pesadillas.
- En ocasiones puede llegar a somatizar con dolores de cabeza, estómago o vómitos.
Trabajar un clima de confianza desde que son pequeños ayuda a que puedan contar si sufren algún tipo de abuso en el colegio u otros conflictos. “Algo básico es sentarse a cenar o comer sin aparatos electrónicos. Antes era la televisión la que se encendía, ahora son los teléfonos y las tabletas”, explica Álava.
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Con la víctima hay que trabajar enseñándole a ser asertivo, es decir, que exprese lo que no quiere, que diga lo que no le gusta. Darle las herramientas necesarias para afrontar esas situaciones y denunciarlas. No menor es la tarea que debe hacerse con el agresor. “A la consulta nos llega mucha más proporción de víctimas que de agresores cuando hay que tratar a las dos partes”, cuenta la psicóloga Silvia Álava. “Es fundamental trabajar con la persona que agrede. Es algo que no se resuelve con la bronca de los padres, sino que es algo más profundo”.
Finlandia, el país que siempre se toma como ejemplo en materia educativa, también lleva la delantera en la batalla contra el acoso escolar. La Universidad finlandesa de Turku elaboró KiVa, un programa para prevenir y afrontar el bullying, que gracias a la financiación del gobierno se aplica en todas las escuelas públicas. En España, solo un ejemplo: en la Comunidad de Madrid apenas 5 de cada cien profesores se han formado contra el acoso escolar.
Maika Ávila
Periodista y autora de 'Conciliaqué. Del engaño de la conciliación al cambio real'. Ha formado parte...