El Madrid toma en el Pizjuán de su propia medicina

Madrid

Se llevaba días hablando de este partido. Había aroma de cita grande. Porque era un cuerpo a cuerpo entre primero y segundo de la tabla. Porque al Madrid siempre se le ha tenido ganas en el Sánchez Pizjuán. Y por Ramos, claro.

El capitán del Real Madrid, sevillano y sevillista de cuna, prendió un incendio el jueves, cuando decidió, primero, tirar un penalti a lo Panenka, y luego celebrarlo mandado un ‘mensajito’ a la afición radical del Sevilla que llevaba el partido entero acordándose de su madre.

Esta noche hubo más de lo mismo. El central, que fue vilipendiado cada vez que tocó la bola, se convirtió de nuevo en el protagonista del partido. Esta vez por marcar en propia puerta el primer gol del Sevilla. El del empate. El que comenzó la remontada del equipo de Sampaoli. Una muestra más de que en el fútbol siempre hay una oportunidad para la revancha. Y ésta llegó en apenas tres días. 

Ramos tuvo esta vez no uno sino dos socios en el centro de la zaga. Nacho y Varane. Zidane creó un dibujo nuevo. Con tres centrales y con Carvajal y Marcelo, como carrileros. 

En el Sevilla sorprendió que el recién llegado Jovetic, que tan activo estuvo el jueves y tan certero, macó incluso en su debut, se quedase fuera de inicio.

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El partido defraudó en sus primeros minutos porque no tuvo, ni mucho menos, la intensidad del pasado jueves. El Sevilla empezó más temoroso porque al fin y al cabo el otro día tenía muy poco que perder y mucho que ganar. Y porque el Madrid exhibió demasiada cautela, quizás porque Zidane daba por bueno un empate en una plaza tan difícil como el Pizjuán.

Durante el primer acto la bola fue cambiando de un bando a otro por momentos. Ni un sólo tiro a puerta hasta el minuto 35. Su autor fue Nasri. Poco después fue Cristiano el que tuvo la única ocasión de los blancos antes del descanso.

Fue, de hecho, Casemiro, que secó él solo la temida pareja N’Zonzi-Nasri, el jugador más importante de esos primeros 45 minutos de partido.

Después del paso por vestuarios empezó el duelo bravo que tanto se esperaba. El equipo de Sampaoli se volcó sobre el área de Keylor Navas y en cuatro minutos tuvo dos ocasiones. La primera de Vázquez. La segunda de Ben Yedder.

El Madrid reaccionó pronto a esa embestida inicial de los hispalenses, movió el balón mucho más rápido y se acercó a la área de Rico. Tuvo una Cristiano. Otra Modric. Y a la tercera llegó el lío.

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En una internada de Carvajal dentro del área después de un autopase, el lateral fue derribado por Sergio Rico y el árbitro pitó penalti. En mitad de las críticas a Hernández Hernández de los hispalenses y con Cristiano con la bola en las manos y preparado para lanzar la pena máxima, a  Vitolo se le ocurrió pisar de forma repetida el punto de penalti.

Ese gesto no gustó en absoluto al portugués, que tiró la pelota a la espalda de Vitolo. Esa reacción podía haber costado la expulsión al luso, pero Hernández Hernández no lo vio y Cristiano marcó el penalti a falta de algo más de 20 minutos para el final.

Pasó entonces que el Madrid pensó que lo más difícil ya estaba hecho y se relajó. Y pasó que Sampaoli, que ha demostrado osadía de sobra en estos meses, mandó a su tropa al ataque y, como el jueves, sacó a Jovetic para intimidar a la poblada zaga madridista. Y como el fútbol es caprichoso pasó también que el hombre más odiado por toda la grada del Pizjuán, Sergio Ramos, inició la remontada sevillista con un soberbio cabezazo en propia puerta en una acción en la que Keylor se quedó petrificado bajo los palos. 

Y ya en el descuento, cuando el Madrid acostumbra a sentenciar sus partidos, fue el Sevilla, fue Jovetic en el que con un tiro lejano que sonrojó de nuevo a Navas, el que logró el segundo del Sevilla. El de la victoria. El que terminó con la racha de 40 partidos sin perder del equipo de Zidane. Y el que deja al Sevilla segundo a un sólo punto del Madrid, aunque éste con un partido menos.