Alemania asume su responsabilidad con el mundo
El devenir del mundo ha marcado el ritmo político en Alemania durante los últimos cuatro años. El país se ha sobresaltado con la guerra en Ucrania, Putin, Tsipras y Varoufakis, Siria, el terrorismo islámico, los refugiados, Erdogan, el Brexit y el avance del populismo, con Donald Trump como máximo exponente
Berlín
Alemania no tiene claro qué lugar quiere ocupar en el mundo, acostumbrada durante décadas a mantener un discreto segundo plano para evitar los recelos de sus ahora aliados internacionales. La campaña electoral ha evitado claramente este asunto, pese a que las elecciones alemanas son también decisivas para el futuro de Europa.
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Merkel, que ha acudido a votar sobre las 14:30 de este domingo, se ha convertido en una de las figuras claves del nuevo orden mundial, en la garante de los valores de Occidente, como la definió el New York Times, y los alemanes sienten que no pueden dejar de lado su responsabilidad para conseguir la paz y la seguridad en el mundo.
“La llegada de Trump a la Casa Blanca ha sido un punto de inflexión para Alemania. Ha cambiado las relaciones trasatlánticas en su forma conocida, se han puesto en cuestión el papel de EEUU como garante de occidente en el mundo, y la fiabilidad de las relaciones. Es, junto con Rusia, el mayor reto de la política exterior alemana”, asegura Daniela Schwarzer, directora del Consejo Alemán de Relaciones Exteriores.
El American First ha llevado a los alemanes a dirigir su mirada hacia otros países como China, Japón o Australia. Pero EEUU seguirá siendo un aliado clave. Alemania asume, dice esta prestigiosa politóloga, que los Estados Unidos son mucho más que su actual presidente, por lo que las relaciones con Washington tienen como meta mantener la colaboración. La creciente competencia entre EEUU y China “puede llevar a desestabilizar la zona asiática”, mientras en Oriente Medio y Próximo y en la región del Golfo “crecen los potenciales conflictos”.
No obstante, la “prioridad absoluta” de Alemania en política exterior es Europa, “sobre todo que se mantenga unida y que siga unida”, y para ello “movilizará a sus socios europeos”. La llegada de Macron al Elíseo ha renovado las esperanzas de dinamizar el eje franco-alemán, pero encontrar el consenso entre ambos países no resultará sencillo, dada la divergencia entre sus ideas sobre cómo debe desarrollarse la unión monetaria.
“De Rusia también proceden potenciales riesgos de desestabilización en el futuro, no solo en Ucrania o Siria, sino también a través de su intervención en las democracias occidentales”, afirma Schwarzer. Pero no existe una posición homogénea respecto a las relaciones con Rusia: “La CDU y Los Verdes claramente están a favor de las sanciones, los ultraderechistas de AfD son pro rusos, igual que La Izquierda, mientras que los socialdemócratas (SPD) y los liberales (FDP) mantienen una retórica moderada”.
Otro pilar de la política exterior alemana es Turquía. En Alemania viven más de tres millones de personas con antecedentes familiares turcos y 1,1 millones de ciudadanos con la doble nacionalidad. En materia de seguridad, lucha contra el terrorismo y política de emigración, Turquía, Alemania y Europa comparten intereses. Pero la deriva autoritaria del presidente turco, Rayip Erdogan, ha ido tensando las relaciones diplomáticas, hasta encontrarse en su peor momento. Merkel apuesta por mostrar firmeza ante Ankara pero seguir dialogando; el líder de los socialdemócratas, Martin Schulz, por romper las negociaciones de adhesión de Turquía a la Unión Europea.
La lista de retos en política exterior a los que deberá enfrentarse el próximo gobierno alemán es tan larga como la desconfianza que genera en muchos una intervención demasiado decidida. Pero sea sin quererlo o por voluntad propia, Alemania volverá a situarse en el centro del liderazgo mundial.