El turismo gastronómico, como antídoto
Los viajes centrados en el vino y la cocina ayudan a paliar la masificación y la estacionalización
Madrid
¿Cuántas veces habremos oído que España ha batido su récord de visitantes extranjeros (82 millones, en 2017) o que el turismo es el gran motor de nuestra economía? Últimamente, sin embargo, también se habla mucho de las graves consecuencias medioambientales del urbanismo y del hastío ciudadano ante la masificación o el poco valor añadido del sol y playa. El turismo gastronómico aporta soluciones para todo eso y vuelve a estar muy presente en Fitur, la Feria Internacional del Turismo, que acaba de abrir sus puertas en Madrid.
Uno de los momentos más mediáticos va ser, un año más, el traspaso de la Capitalidad Española de la Gastronomía, que en 2017 recayó en Huelva y ahora va a pasar a manos de León. "Va a ser una punta de lanza muy potente porque nos sitúa en un escaparate importante a nivel nacional e internacional", explica Javier Ramírez Utrilla, Director General de Turismo de Castilla y León.
Mucho más que morcilla y cochinillo
Según datos facilitados por la Junta, los ingresos asociados al turismo gastronómico dejaron en la región más de 220 millones euros durante el primer semestre de 2016, un 23 % más que en el mismo periodo del año anterior. "Para nosotros es algo básico, así que estamos haciendo una apuesta fuerte", cuenta Ramírez. De hecho, para centralizar la estrategia de promoción han creado una Mesa Gastronómica que funciona como "un órgano de coordinación entre instituciones y profesionales".
Y es que la costumbre de ir a comer cochinillo a Segovia o lechazo a Aranda de Duero ya está muy asentada, pero también muy encasillada en los fines de semana, festivos y puentes, por lo que ahora el reto es potenciar la desestacionalización y atraer a más turistas de domingo a jueves. Ramírez cita cuatro fuentes: el turismo de congresos, el turismo escolar, el turismo sénior y el turismo internacional, con especial atención a países como China, Japón, India, México y EE UU.
Pero para lograrlo también hay que potenciar circuitos turísticos como las rutas del vino, organizar eventos que vinculen producto y territorio (Soria Gastronómica es un buen ejemplo) y, cómo no, presumir de alta cocina. Un capítulo en el que Cataluña, con 54 restaurantes y 68 estrellas, no tiene rival.
Reinventarse o morir
"La gastronomía es un atractivo turístico clave", apuntan desde la Agencia Catalana de Turismo. "Además la gastronomía y el enoturismo son dos de los productos que atraen turistas de alto poder adquisitivo, potenciando la calidad por encima de la cantidad, que es uno de los ejes del modelo que Cataluña persigue".
Pero tiene más ventajas porque, frente a la concentración veraniega en los pueblos de costa y también el riesgo de que Barcelona muera de éxito, el turismo gastronómico "puede llevarse a cabo durante todo el año y en todo el territorio".
Como novedad, Cataluña apuesta en Fitur por su red de hoteles gastronómicos: establecimientos pequeños y medianos que ofrecen la posibilidad de conocer los productos de la zona a través del recetario tradicional. Pero tampoco faltarán citas gastronómicas repartidas por todas las hojas del calendario: las jornadas Benvinguts a Pagès, la Ruta del Vermut de Reus, el Barcelona Beer Festival...
En las Islas Baleares sucede algo parecido porque disponen de un gran patrimonio gastronómico, pero la gran mayoría de los turistas sigue yendo en busca de sol y playa. "Es importante informarles de que pueden disfrutar de otras cosas", señala Margarita Amat, presidenta del Club de Producto Gastronomía de Mallorca.
"La oferta es abundante, variada y de muy alta calidad. Incluye restaurantes de alta cocina, propuestas relacionadas con el oleoturismo, el enoturismo, los productos agrícolas o la repostería y también eventos como Nit del Vi, Festa des Vermar, Wine Days Mallorca, Peccata Minuta, Festa del Callet... Pero Mallorca aún no ocupa un lugar relevante entre los destinos elegidos para hacer turismo gastronómico".
Experiencia vs. ilusión
Asturias es otro de los destinos que más apuestan por el turismo gastronómico. De hecho, según el II Estudio de la demanda de turismo gastronómico en España realizado por la consultora Dinamiza, obtuvo una puntuación de 3,71 sobre 4.
María Durán, de Turismo de Asturias, señala que el gasto del turista gastronómico es superior a la media (486 euros frente a 454). También se informa más a través de las redes sociales (18,2 % frente al 6,9) y, después de comer fabada o platos con estrella Michelin, de adentrarse en las cuevas donde madura el Cabrales y de tomarse alguna que otra sidra, suele marcharse gastronómicamente muy satisfecho, con una puntuación de 9 sobre 10.
"La desestacionalización es uno de los pilares estratégicos del Programa de Turismo Sostenible del Principado de Asturias 2020, y está directamente relacionado con los otros tres objetivos principales: la internacionalización, el equilibrio territorial, y, por tanto, la sostenibilidad del sector. El objetivo es incrementar la actividad turística y repartir flujos [...] para que todo el territorio se beneficie de los 5.500 millones de euros que genera la industria turística en Asturias", explica Durán.
Pero no todos los destinos están tan consolidados. El alcalde de Almería, Ramón Fernández Pacheco, se ha propuesto que el mundo descubra la riqueza de la huerta, del Mediterráneo o de las tapas almerienses y, para conseguirlo, aspira a convertir la ciudad andaluza en la Capital Española de la Gastronomía 2019. Un objetivo que serviriía para alargar el verano de mayo a octubre.
"Desde el Ayuntamiento de Almería llevamos años trabajando en tratar de aprovechar esa demanda real de experiencias gastronómicas. Ahí están, por ejemplo, la rehabilitación integral de ese gran centro comercial de productos frescos que es el Mercado Central, del siglo XIX, con una nueva oferta de cocina en vivo, degustaciones, visitas guiadas y presentaciones gastronómicas", señala el alcalde.
El turismo gastronómico garantiza aprendizaje, tranquilidad y disfrute para el viajero, así que funciona como perfecto complemento con las visicitudes de la vida moderna, pero al mismo tiempo también sirve para aliviar la masificación y desestacionalizar un destino, dinamizando su economía y contribuyendo a revitalizar su legado cultural. Para todo eso, ¡un buen antídoto!
Carlos G. Cano
Periodista de Barcelona especializado en gastronomía y música. Responsable de 'Gastro SER' y parte del...
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