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Violencia machista

Ocho años de cárcel por once de infierno

La Audiencia Provincial de Vitoria ha condenado a ocho años de cárcel a un hombre por maltratar durante más de una década a su mujer: los jueces afirman en la sentencia que "pocas veces se ha oído un testimonio más desgarrador" en su sala de vistas

Los jueces le han impuesto ocho años de prisión / Getty Images

Los jueces le han impuesto ocho años de prisión

Madrid

Ella se tapaba las cicatrices con tatuajes con forma de corazón. Él estaba convencido de que "las mujeres pueden morir a manos de un hombre". Ella dejó de hablar con su familia y ocultaba las marcas con maquillaje. Él acaba de ser condenado a ocho años de cárcel por la Audiencia Provincial de Vitoria por someter a su mujer a lo que los jueces definen como un "infierno" que se prolongó durante once años.

Getty Images

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El relato de hechos probados arranca en Vitoria en 2003, cuando ella tenía 19 años y él 26. Los insultos, los golpes, el control y el aislamiento llegaron, según declara probado la Justicia, poco después de quedarse embarazada: "actitudes violentas, insultos continuos" y exigencias de dinero, impidiendo que ella se relacionase con familia y amigos. La primera bofetada llegó cuando, embarazada de cinco meses, volvió a casa tras estar con una amiga suya: "Puta, has estado zorreando", le dijo.

La relación con esa amiga terminó rápidamente: el condenado "le exigió que la llamara y dijera que había elegido ser madre y que ya no salía con putas". Las palizas se fueron recrudeciendo: usaba el cinturón, usaba el palo de la escoba, y le echaba cubos de agua por la cabeza cuando ella quedaba inconsciente por los golpes. Antes de empezar los golpes, dicen los jueces, "arrastraba la hebilla del cinturón" por el suelo de su casa de Vitoria para que el ruido atemorizase a su víctima.

Protesta contra la violencia machista en una imagen de archivo

Protesta contra la violencia machista en una imagen de archivo / Reuters

Protesta contra la violencia machista en una imagen de archivo

Protesta contra la violencia machista en una imagen de archivo / Reuters

Ella ocultaba los moratones con maquillaje, con sudaderas de cuello alto e incluso se tatuó dos corazones en el brazo, encima de la marca que le dejó una astilla del palo de la escoba. "Las mujeres pueden morir a manos de un hombre, voy a destrozar a tu madre", le decía el condenado a la hija de ambos: él quería tener más hijos y ella abortó dos veces. Una vez se hizo daño golpeando a la víctima y utilizó la mano de su hija para golpear a la mujer.

Un testimonio "desgarrador"

Once años de lo que los jueces de la Audiencia Provincial de Vitoria definen como "infierno" que se traducen ahora en una condena de ocho años de cárcel para el agresor por un delito de maltrato habitual, cuatro de lesiones, uno de amenazas y una falta continuada de vejaciones. De entre todas las pruebas, los magistrados Jaime Tapia, Elena Caberio y Raúl Aztiria destacan la declaración de la víctima: "Pocas veces se ha oído un testimonio más desgarrador de una convivencia por esta Sala", dicen para explicar que todas las pruebas periféricas, testimonios válidos e informes periciales avalan su relato de malos tratos "en todos los sentidos, físicos, económicos y sociales". Varios peritos de la Unidad Forense de Valoración Integral hablaron de "terrorismo íntimo". 

Sus padres, por ejemplo, avalaron en el "control social" que el acusado ejercía sobre su hija, "no dejando que tuviese relación con su familia", teniendo que verse "a escondidas" con su padre. El control económico también era total, hasta tal punto en que ella ingresaba su sueldo en una cuenta bancaria de su pareja y "desconocía lo que cobraba". Compañeros de trabajo de la víctima aseguraron que incluso procuraba trabajar en la cocina, y no en la barra, para que no se notasen los golpes que intentaba ocultar bajo el maquillaje.

Los magistrados de la Audiencia Provincial consideran probadas estas agresiones y rechazan los argumentos de defensa del acusado, que negó todos los hechos, que "todos los problemas eran por la relación de ella con su familia", que "no tenía paciencia para cuidar a la niña", que algunas lesiones son porque "se cayó de la bicicleta" y que no le tiraba agua por la cabeza para que se espabilase y poder seguir con las palizas, sino que "le daba masajes para que no llegara estresada".

Sentencia recurrida

La sentencia dictada por la Audiencia Provincial de Vitoria no es firme, y de hecho la defensa del condenado ya ha anunciado la interposición de recurso ante el Tribunal Supremo. Ni la acusación particular ni tampoco la Fiscalía han pedido al alto tribunal que revoque la absolución por el delito continuado de agresión sexual del que fue acusado en un primer momento.

Según explican fuentes del caso a la Cadena SER, el condenado sigue en libertad provisional a la espera de que la sentencia sea, o no, avalada por el Tribunal Supremo y adquiera firmeza: en caso de confirmarse, la Audiencia Provincial abrirá el trámite de ejecución de sentencia para ordenar su ingreso en prisión.

 
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