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8-M | Día de la mujer

'Basta ya' significa estamos hartas

No se enzarcen en un debate estéril sobre si huelga sí o huelga no. Preparen sus pancartas, sus consignas y vengan a acompañarlas. Como todos los 8 de marzo estaremos en la calle

Asamblea informativa con miembros de CCOO con motivo de las movilizaciones anunciadas para el 8 de marzo, día Internacional de la Mujer. / Cristóbal Garcia (EFE)

Madrid

El 8 de marzo es un día para celebrar los avances y para recordar lo mucho que queda por hacer. No sé cuantas veces he escrito esta frase, pero probablemente una vez por año en las últimas dos décadas. Lo cierto es que, aunque sé que el 8 de marzo no es una fiesta, no es un día para felicitar ni hacernos regalos a las mujeres, por mucho que a las grandes superficies les hubiera gustado tener un día de consumo programando más, siempre me había gustado relacionar el 8 de marzo con un día de reivindicación festiva, que pudiera contraponerse a la mala leche que nos suelen atribuir el resto del año cuando denunciamos la discriminación.

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Paradójicamente, un día para descansar, para sentirse acompañada, para bromear con las consignas que nos han acercado a todas las mujeres; "Manolo, manolito, la cena tu solito", "Maricarmen, Maricarmen quién te ha visto y quién te ve", "feminismo, p'adelante, el machismo p'atrás".

Que quieren que les diga, pertenezco a la generación de mujeres a las que Naciones Unidas nos dijo que faltaban más de 400 años para conseguir la igualdad efectiva en el mundo y, al mismo tiempo, que estábamos mucho mejor que las que nos precedieron. Probablemente ambas cosas, tener un horizonte estratégico que supera con creces las expectativas de vida, saberse el eslabón de una cadena de la que una no va a ver el final, pero al mismo tiempo saberse con el privilegio de haber ganado una parcelita de libertad, desarrolla las capacidades de una corredora de fondo.

Pero es ley de vida que cada generación plantee sus propios retos, sus propias reivindicaciones y su propia forma de activismo. Las mujeres más jóvenes, nos han venido a recordar que estamos hartas, mucho, y que nuestro cansancio vital no es razón suficiente para conformarse con una evolución lenta de lo que no es admisible. Nos han recordado las razones por las que nosotras nos hicimos feministas, que no eran otras que las de ver una sociedad capaz de equilibrar los derechos de mujeres y hombres y erradicar la vergüenza de un rol social secundario, sumiso e injusto para con las mujeres.

Y aquí estamos, con la convicción de que hemos hecho bien nuestro trabajo y con la obligación de acompañar a nuestras hijas #HaciaLaHuelgaFeminista. Se acabaron las autocomplacencias sobre lo mucho que hemos avanzado. Esa carta, que fue eficaz para las que sabíamos que nuestras madres no podían abrir una cuenta corriente cuando nosotras nacimos, ya no vale para nuestras hijas, a las que les hemos contado que podrían ser lo que ellas quisieran. Como no vale apelar a la paciencia. Las mujeres queremos lo que nos corresponde; la mitad. Sin estrategias, sin reservas, sin paciencia, sin juegos electorales, sin esperar a convencer a nadie.

No se enzarcen en un debate estéril sobre si huelga sí o huelga no. Preparen sus pancartas, sus consignas y vengan a acompañarlas. Como todos los 8 de marzo estaremos en la calle. No se pierdan a sus hijas luchando por lo que es justo. Son nuestra única esperanza.

Marisa Soleto Ávila

FUNDACIÓN MUJERES

 
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