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EL BARCELONA GANA LA COPA

Un Iniesta histórico ilumina al Barça treinta veces campeón de Copa

El de Fuentealbilla firmó una actuación para el recuerdo en su última gran final con el Barça

El equipo azulgrana conquista su cuarta Copa consecutiva y cabalga hacia el doblete

Pobre actuación de un Sevilla que nunca supuso una amenaza para los de Valverde

Andrés Iniesta levanta una Copa en la que fue el héroe de la final. / JUAN MEDINA (Reuters)

Madrid

El 21 de abril será un día que pasará a la historia para todos los futboleros que adoran a Andrés Iniesta. Porque ellos presenciaron el que puede ser su último gran recital. Interpretó un fútbol poca veces visto incluso por él y logró marcar en el que puede ser su último gran encuentro con la camiseta azulgrana, la que tanto ama y que muy pronto dejará de vestir.

Pero no todo fue el capitán, porque el Barcelona que se echó de menos en el Olímpico de Roma, en aquella noche trágica en la Champions League, apareció en el Wanda Metropolitano para firmar el primer título blaugrana de la temporada, una Copa que se sumará próximamente a la Liga para el otro doblete blaugrana.

El de Fuentealbilla fue el hombre de la final que el equipo de Valverde se llevó ante un Sevilla que tardó poco en sucumbir ante el mejor Barça que se ha visto este año, un grupo que fue un rodillo y que probablemente esta noche habría ganado a cualquier equipo del mundo para ganar su cuarta Copa consecutiva.

Avisó pronto el Barcelona con un lanzamiento de falta de Messi que Soria evitó que entrara por la escuadra de su portería. La jugada ocurrió entre un exceso de pérdidas de balón del Sevilla en la salida de balón que puso el partido muy a favor de los blaugranas demasiado pronto.

Se confirmó en el primer gol, con una jugada que nació en los pies de Cillessen. El portero lanzó un pase medido a un cohete llamado Coutinho que progresó por la derecha hasta el área para picar el balón por encima de la defensa del Sevilla y ponerlo en el segundo palo, donde Luis Suárez esperaba con el gol entre ceja y ceja. Era el 0-1.

La capacidad de reacción del Sevilla fue escasa. Solo un par de internadas por la derecha de Jesús Navas. Demasiado poco como para derribar a un Barça que en el ecuador de la primera parte ya estaba metido de lleno en el choque, con Iniesta como jefe y Messi con ganas de fiesta. El de Fuentealbilla avisó de que el segundo estaba cerca con un disparo al larguero de la portería del Sevilla.

Luego llegó otra obra de arte que Iniesta quiso compartir con Jordi Alba y que terminó rematando Leo Messi para hacer lo que está al alcance de muy pocos: hacer un gol en cuatro finales de Copa de forma consecutiva, lo cual es sinónimo de título para el barcelona. Así se produjo el 0-2.

Lo malo para el Sevilla es que su rival quiso más e hizo sangre. Lo evitó Escudero con una falta en la divisoria cuando Messi se iba directo a la portería de Soria. Un minuto después, sin embargo, otra sinfonía del Barcelona terminó con un pase en profundidad de Messi que convirtió Luis Suárez en el 0-3. “Qué bien juega el Barça... cuando juega bien”, pensaría más de un aficionado compungido todavía por el revés de la Champions.

Montella tiró de Sandro en el descanso para intentar lo imposible. El sacrificado fue un Correa que fue bastante inofensivo, como su equipo, en la primera mitad. Los andaluces quisieron dar un paso adelante para escribir un guion que abocaba el partido a los extremos: milagro o goleada histórica. El Sevilla se exponía mucho y no tardó en quedar de manifiesto que lo que venía era lo segundo.

Fue en una jugada que pasará a la historia. Levantó la cabeza el héroe de Johannesburgo para encontrarse con Messi y salir directo al área sevillista. El argentino vio la maniobra y habilitó al capitán. Y cuando se plantó ante Soria, Iniesta amagó hasta quedarse casi sin ángulo. Pero tenía que meter ese gol… y lo marcó.

Era el tanto del adiós que está por venir, una despedida por todo lo alto, digna solo de los más grandes, de los campeones como Andrés Iniesta. Lo de menos era que se trataba del 4-0 de una final ganada desde hacía muchos minutos por su equipo.

Mientras los sevillistas se secaban las lágrimas por el daño sufrido, más de un aficionado blaugrana lloraba por lo mucho que echará de menos a Iniesta. Poco de lo que ocurrió después importa demasiado. El Sevilla peleó con dignidad por no sufrir más. Y el Barcelona siguió inflingiéndole todo el daño que pudo. Tuvo toda la ambición que no se vio en Roma.

Después llegó el 5-0 con el penalti transformado por Coutinho tras una mano de Lenglet en el área del Sevilla. Por mucho que fuera a ocurrir después, lo único interesante que faltaba era ver a Iniesta retirarse aplaudido por las dos aficiones presentes en el Wanda Metropolitano, aunque muchos aficionados del Sevilla no aguantaron hasta el final.

El cambio llegó en el minuto 86 y sucedió lo que tenía que ocurrir: cánticos para un hombre único, una afición rindiendo homenaje a una de sus últimas grandes leyendas. La imagen de Iniesta con lágrimas en los ojos también pasará a la historia. Como la suya levantando el trofeo que el Barcelona, rey de Copas, ha ganado ya treinta veces.

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Coordinador digital de las emisoras de la SER. Anteriormente, y durante más de una década, fue responsable...

 
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