Así compuso Sánchez el puzle del Gobierno
Pedro Sánchez quería hacer un Gobierno de currículos y no guiarse por afinidades o deudas pendientes
Madrid
Ni siquiera la cúpula del partido conocía todos los nombres. El presidente del Gobierno encargó el decreto de la nueva estructura del Ejecutivo a un jurídico del partido, Félix Bolaños, y solo Iván Redondo, ahora director de gabinete de Sánchez, fue testigo de todos sus movimientos. La mayoría de las llamadas las realizó durante el fin de semana.
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Quienes conocen bien a Sánchez aseguran que tenía una cosa muy clara: quería hacer un Gobierno de currículos y no guiarse por afinidades o deudas pendientes. Y tenía, además, que encajar el puzle sin desmontar al PSOE a menos de un año de las elecciones europeas, municipales y autonómicas. Este tema lo quiso tratar en persona con los dos pesos pesados de Ferraz, Adriana Lastra y José Luis Ábalos.
A la vicesecretaria general y al responsable de Organización los citó en su casa de Pozuelo de Alarcón el domingo. A los dos juntos. A ella le encomendó la portavocía del grupo socialista, ahora el grupo que sostiene al Gobierno al que Lastra no pidió entrar. Sí que estaba más interesado Ábalos a pesar de que era él el favorito entre los diputados para ser el jefe de la bancada socialista.
El presidente Sánchez le encomendó Fomento y quedó en el aire la posibilidad de que fuera portavoz del Ejecutivo. La entrada de Ábalos es la única que rompe el propósito del jefe del Gobierno de rodearse de perfiles muy cualificados y con largas trayectorias de gestión pero, en eso coinciden distintas fuentes, era consciente Sánchez de que no iba a ser un ministro cuestionado por la "solidez" que ha ido adquiriendo en los últimos meses. Como titular de Fomento, un departamento muy territorial y con presupuesto para hacer política, Ábalos tendrá oportunidad de mantener el control de las federaciones socialistas, con las que había logrado ya entablar una relación fluida tras las duras primarias. El esquema del secretario de Organización en Fomento es el mismo que Zapatero utilizó con José Blanco.
Pero la sede socialista de Ferraz necesitaba nuevo guardián y Sánchez lo designó dando un paseo por Moncloa con parada en la bodeguilla. El elegido fue el número dos de Organización del PSOE, Santos Cerdán, el hombre que en la primavera de 2017 iba recontando avales para Sánchez y solo a él le informaba. "A veces le decía menos de los que había". Socialista de una federación donde el PSOE no es poderoso, Cerdán fue clave en las negociaciones con el PNV que han hecho presidente a Sánchez y será ahora quien coordine el partido mientras la cúpula se dedica a gobernar.
Sánchez fue Sánchez
El presidente trabajó a su manera. A estas alturas no sorprendió que no comunicara personalmente a Susana Díaz y Ximo Puig que iba a provocarles crisis en sus respectivos gobiernos fichando a María Jesús Montero y Carmen Montón. Fue directamente a ellas, en el caso de la andaluza el lunes por la mañana. Con su fichaje, el presidente no solo lanzaba un mensaje de tranquilidad a las federaciones tradicionales socialistas (no hay recelos si las llaves de la caja las tiene Andalucía por mucho que se hable con Cataluña) sino que desactivaba cualquier tentación de Susana Díaz de ser presidenta andaluza a la defensiva frente a un presidente del Gobierno socialista. Con la consejera de Hacienda de ministra, no tiene sentido el "no me hagas elegir" entre Andalucía y el partido con el que Díaz inauguró tras las primarias la cohabitación con Sánchez. Con su antiguo rival ya convertido en presidente habló el viernes, después de la moción de censura. Le pidió un guiño en financiación autonómica y él guiño se hizo carne con Montero.
Sánchez fue Sánchez a pesar de ser presidente y buscó sus ya tradicionales golpes de efecto con fichajes llamativos. Al juez Fernando Grande-Marlaska lo había tratado en los últimos meses, entregado como estaba el líder socialista a la tarea de ampliar el ámbito de influencia del PSOE y de incorporar independientes en sus candidaturas. Cuando el sábado recibió la llamada del presidente, le dijo que sí a la primera. No se lo pensó.
Al astronauta Pedro Duque lo localizó hace años para una plataforma de apoyo a Zapatero y dicen en Ferraz que ha sido un hombre cercano al partido, sobre todo, asesorando en materia científica. Es menor el vínculo con Màxim Huerta. En el PSOE hay quienes aseguran que su nombre puede estar asociado a la influencia del colectivo LGTBI.
Sugerencias, mensajes y presiones recibió muchas, hasta el miércoles, el presidente. Le intentaron convencer de que el CNI se quedara en Moncloa e incluso le ofrecieron un candidato alternativo a Margarita Robles para Defensa dispuesto a gestionar la cartera sin los servicios de inteligencia, Constantino Méndez. En el entorno de la magistrada aseguran, en cualquier caso, que desde el sábado ella sabía que su ministerio era Defensa. Desde el principio había dejado claro que no quería Justicia para no pisar callos en el ámbito en el que ha desarrollado su larga carrera profesional. A las cinco de la tarde del miércoles, el presidente entregó al rey a lista de los 17 integrantes del gobierno.