El Urdangarin "real"
Un título y una infanta le cambiaron la vida. Dejó el balonmano para entrar en la casa real. Pero su comportamiento "poco ejemplar" le separó de la familia real. En el banquillo le acompañó la infanta Cristina. Tenía todo. Título, palacete y empresa. Hoy, sin nada, está a punto de entrar en la cárcel. Y en esta aventura han pasado algo más de 20 años
Madrid
La historia real de Iñaki Urdangarin comienza en 1996. En los Juegos Olímpicos de Atlanta, cuando la infanta Cristina acude a saludar a la selección española de balonmano. Un año de noviazgo, un romance secreto y una boda "por todo lo alto" que se celebró el 4 de octubre de 1997 en la catedral de Barcelona. Ese mismo día, Iñaki Urdangarin pasó a ser miembro de la familia real y duque de Palma, por ser marido de la infanta. Un título que le regaló el rey Juan Carlos a su hija el mismo día del enlace. Fueron los años dulces. Era el yerno ideal. Realmente correcto. Hijo de buena familia y aristócrata por parte de madre.
Vasco de origen, catalán de adopción, deportista de éxito, con talla, (1 metro 96 centímetros de altura) y aires de galán. Combinaba cancha y palacios. Era duque y deportista. Carrera que cerró con final olímpico y medalla de bronce, al marcar el último gol que puso fin a su vida deportiva. Después llegaron los años en los que se dedicó a estudiar y a aumentar la familia. Tuvo cuatro hijos. Se diplomó en ciencias empresariales por la Universidad de Barcelona, según el currículum que difundió, y llegó a ser vicepresidente del comité olímpico español. Durante esos años, la pareja vivió en un palacete en el exclusivo barrio barcelonés de Pedralbes, que les costó 7 millones de euros. Demasiado lujo que a muchos llamó la atención y alimentó la polémica por la ostentosa vida que llevaba el matrimonio. En el plano laboral, la infanta trabajaba en la Caixa y Urdangarin se iniciaba en el mundo del "business " haciendo un master en una prestigiosa escuela de negocios, en la que Diego Torres fue su profesor. Después los dos crearon un instituto sin ánimo de lucro, Nòos, que les lucró a los dos. Una empresa por la que finalmente los dos podrían acabar en la cárcel.
El laberinto de Noós
La historia "real" de Iñaki Urdangarín
03:48
Compartir
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
<iframe src="https://cadenaser.com/embed/audio/460/001RD010000005051445/" width="100%" height="360" frameborder="0" allowfullscreen></iframe>
En 2006 se empiezan a publicar las primeras noticias sobre contratos sospechosos que salpicaban a Iñaki Urdangarin. Fue entonces cuando trascendió la denuncia del PSOE en el parlamento balear para investigar los pagos al instituto Nóos, que fundaron Urdangarin y su socio y profesor, Diego Torres. El rey Juan Carlos decide tomar cartas en el asunto y encarga a un asesor legal que investigue el tema. José Manuel Romero, conde de Fontao se desplaza a Barcelona y al comprobar que el instituto sí tenía ánimo de lucro aconsejó al entonces duque de Palma que se desvinculara de la sociedad. Le recomendó que renunciara a la vía empresarial y que optara por trabajar por cuenta ajena y a ser posible fuera de España. Y así ocurrió. En 2009, Urdangarin ficha como ejecutivo de Telefónica Internacional con un sueldo de 1,5 millones de euros, y la familia fija la residencia en Washington donde la infanta sigue trabajando para la Fundación La Caixa a distancia. Por entonces el juez Castro les seguía la pista y empezó a investigar al Instituto Nóos dentro del caso Palma Arena por presunta corrupción.
Más información
Apartado de la familia real
El 12 de octubre de 2011 es el último día en el que Iñaki Urdangarin participa en la que será su última recepción en el Palacio Real, con motivo de la fiesta de la Hispanidad. Ni él podía imaginar su suerte ese día, ni los más de 1.000 invitados que allí se encontraban. Por entonces nada hacía presagiar el desenlace. Pero los hechos se precipitaron. En noviembre la policía registró la sede del Instituto Nóos y días después, el 12 de diciembre, la casa real lo aparta de la actividad oficial al considerar que su comportamiento "no parece ejemplar". Expresión textual que utilizó el entonces jefe de la casa del rey, Rafael Spottorno, en un desayuno con los medios de comunicación. Desde Washington el duque manda dos comunicados. Uno, en el que dice que "defenderá su honorabilidad e inocencia" y otro en el que "lamenta profundamente el perjuicio que las informaciones sobre él están causando a la imagen de su familia y de la casa del rey, que nada tienen que ver con sus actividades privadas". Fue el rey Juan Carlos en su tradicional mensaje navideño en el que dejó una de las frases ya para la historia, "la justicia es igual para todos". Antes de que acabara el año Urdangarin estaba imputado.
El "calvario" del rey Juan Carlos
La imputación de Urdangarin junto al accidente de Bostwana con la princesa y comisionista Corina, fueron los detonantes que provocaron la abdicación del rey Juan Carlos el 2 de junio de 2014. Fueron algo más de dos años en los que los acontecimientos se precipitaban. Era el "maldito febrero" para Urdangarin cuando bajó la "cuesta de la vergüenza" para declarar por primera vez ante el juez. Era principios de 2012. La pareja se presentaba como "una piña" y en aquella ocasión la infanta incluso le acompañó en el viaje. En el segundo ya, fue solo ante el juez Castro. Zarzuela se esforzaba en que se notara el distanciamiento y le borró de la web de la casa real. Mucho se cuidaban de no aparecer en fotos con él. Todos, menos la reina Sofía, que haciendo caso omiso de las indicaciones de Zarzuela se fotografió con él y su hija, a las puertas de su residencia en Estados Unidos, anteponiendo su condición de madre a la de reina. Al entonces príncipe Felipe se le protegía y se evitaban las fotos con el cuñado, hasta el punto de que coincidieron en el hospital donde fue operado el rey Juan Carlos tras la caída de Bostwana, y en ningún momento se juntaron ante las cámaras y los fotógrafos apostados frente al centro hospitalario. Y de estos años no existe ninguna foto de Felipe y Urdangarin. Era la estrategia de Zarzuela. Evitar todo aquello que manchara la imagen del que iba a ser rey.
Y llegó la imputación
Era enero de 2014. Días después de que el rey Juan Carlos balbuceara en el que fue su último discurso de la pascua militar, conoció la noticia de la imputación de su hija. La infanta acabó bajando en coche por la cuesta de Mallorca, con "pose" y "paso" estudiado. Con sonrisa medida entró al juzgado como si fuera a inaugurarlo. El rey Juan Carlos coge las riendas de la estrategia de la defensa y se la encarga a un amigo y reputado abogado, Miquel Roca, mientras se desentiende de la defensa de Urdangarin. En un gesto polémico y poco habitual, Zarzuela cuestiona en un comunicado alguna decisión del juez instructor del caso Nóos.
El distanciamiento "real" con Felipe VI
El reinado de Felipe VI introdujo algunos cambios de modernidad. Y Zarzuela acuñó una frase para dar respuesta a todas las decisiones que llegaban de jueces y tribunales: "respeto absoluto a la independencia del poder judicial". Y justo al año de la proclamación, el rey tomó la primera decisión dolorosa respecto a su hermana. Por real decreto y publicación en el BOE revoca el uso del título de Duquesa de Palma, algo que sólo se aplica en el caso de que el poseedor tenga un comportamiento indigno. Automáticamente el consorte Urdangarin, de facto, se quedó sin ducado y sin calle en Palma de Mallorca. La infanta, que lo es, por ser hija de rey se agarró a sus derechos dinásticos. Es la sexta en la sucesión al trono y hasta hoy en Zarzuela dicen y repiten que la renuncia es una decisión personal y exclusiva de la infanta, que de momento, no se plantea. En cualquier caso, el gesto sin apenas valor práctico tendría mucho contenido simbólico en una institución que se apoya en los símbolos. En 2014 la pareja ya estaba instalada en su "exilio dorado" de Suiza. Tras un intento fallido para trabajar en Catar como entrenador de balonmano, Urdangarin se dedica a trabajar en su defensa judicial, mientras que la infanta sigue trabajando en proyectos internacionales de la Fundación La Caixa.
El "banquillo real"
Urdangarin que conoció el banquillo deportivo como jugador profesional compartió banquillo judicial con su esposa la infanta Cristina. Separados por tres imputados se colocaron en la última fila del tribunal de Mallorca que los juzgó. El no paró de charlar con su socio Diego Torres. Ella ni se inmutó cuando pomposamente la juez la llamó a declarar por Cristina Federica de Borbón y Grecia, ni cuando Urdangarin en el interrogatorio se refería a ella como "mi señora". A la infanta la prepararon para estar serena y cumplió. Solo se emocionó, un poco, cuando le leyeron los cargos. De allí ella salió absuelta penalmente y él condenado a 6 años de cárcel. En enero Iñaki Urdangarin cumplió 50 años. Sorprendió que el rey Juan Carlos acompañado de la reina Sofía fuera a celebrar el aniversario a Ginebra. La última foto de familia se capta en Roma donde el matrimonio y sus cuatro hijos disfrutan de las que pueden ser sus últimas vacaciones en libertad.