El gobernante de Venezuela, Nicolás Maduro, denunció que su homólogo colombiano, Juan Manuel Santos, y la ultraderecha de su país y de Colombia han intentado asesinarle, después de que hoy un par de drones que sobrevolaban un acto que presidía descargaran una carga explosiva que hirió a siete personas. Maduro revivió así las tesis de magnicidio asegurando que se trató de un atentado, al tiempo de anunciar que en tiempo récord fueron detenidos algunos de los autores materiales del hecho, aunque no dijo cuántos ni sus identidades. En el momento del suceso el jefe de Estado daba un discurso en la avenida Bolívar de Caracas -una de las más largas de la capital venezolana- para conmemorar el 81 aniversario de la Guardia Nacional Bolivariana (policía militarizada). En imágenes transmitidas por televisión pudo verse como los soldados que estaban formados en bloques escuchando al presidente corren despavoridos ante las explosiones, mientras Maduro es resguardado de inmediato por sus escoltas y el ministro de la Defensa, Vladimir Padrino, es evacuado del lugar. Tres horas después Maduro narró en cadena obligatoria de radio y televisión que «estaba diciendo no bajemos la guardia porque la conspiración ha retornado, en ese mismo momento explotó frente a mi un artefacto volador, una gran explosión, compañeros». Aseguró que su primera reacción fue de observación y de serenidad porque tiene «confianza plena en el pueblo y en la Fuerza Armada, de su lealtad». Asimismo dijo que no le cabe ninguna duda de que se trató de un atentado contra su vida y acusó a «la ultraderecha venezolana en alianza con la ultraderecha colombiana» y señaló directamente a Juan Manuel Santos, quien, afirmó, «está detrás de este atentado». «No han podido ni podrán conmigo, tengan la seguridad que continuaremos el rumbo de nuestra patria, que quiere paz, desarrollo», añadió. En la tarima junto a Maduro, además de Padrino y la primera dama, Cilia Flores, había representantes de todos los poderes públicos del país. Con su denuncia de hoy, Maduro suma al menos una veintena de alertas por presuntos actos contra su vida desde 2013, cuando llegó al poder tras la muerte de su antecesor y mentor, Hugo Chávez (1999-2013). El presidente venezolano dijo, además, que la situación se despejó «en tiempo récord» y que ya hay detenidos. «Han sido capturados parte de los autores materiales del atentado contra mi vida el día de hoy y se encuentran ya procesados, ha sido capturada parte de la evidencia y no voy a adelantar más, pero ya la investigación está muy adelantada», explicó. Por su parte, el fiscal general, Tarek Saab, indicó a través de la televisión estatal VTV que su despacho ha abierto una investigación para la que han sido designados tres fiscales nacionales. «No pudiera descartarse que aquí pudiese haber habido la cooperación de algún factor subversivo terrorista fuera de Venezuela, eso no se descarta dentro de las hipótesis de las investigaciones que adelanta el Ministerio Público que confirmo y aseguro llegará a la verdad», dijo Saab. Tras los sucesos, el Gobierno venezolano guardó silencio durante casi una hora, hasta que el ministro de Información, Jorge Rodríguez, compareció ante VTV y dijo que varios drones con cargas explosivas detonaron en las cercanías de la tarima donde Maduro ofrecía su discurso. Horas después un grupo anónimo autodenominado «Soldados de Franela» se pronunció a través de las redes sociales y se atribuyó la autoría de la «Operación Fénix», el nombre con el que han identificado el atentando contra Maduro. En una cuenta de Twitter «Soldados de Franela» ha divulgado fotografías y vídeos del momento en que se registró el incidente. «Demostramos que son vulnerables, no se logró hoy pero es cuestión de tiempo», dice uno de los mensajes escritos en este perfil. Los «Soldados de Franela» aseguran, en la misma cuenta de Twitter, que son un conjunto de «militares y civiles patriotas y leales al pueblo de Venezuela (...) basados en argumentos legales y constitucionales». Estos hechos suceden en medio de la severa crisis económica que padece Venezuela -el país con las mayores reservas de petróleo en el mundo-, que se traduce en escasez de productos, hiperinflación y una pésima prestación de los servicios públicos.