Macron podría incorporar al ejército para frenar la escalada de violencia
El Gobierno francés no descarta decretar el estado de emergencia después de los graves eventos que tuvieron lugar ayer en París, según comentó su portavoz, Benjamin Griveaux
Las protestas se saldaron con 412 detenciones a nivel nacional y 133 heridos, de los cuales 23 eran policías
París
El presidente Emmanuel Macron se ha presentado este mediodía en el Arco de Triunfo y en las calles adyacentes, las más perjudicadas por los disturbios del sábado, antes de reunir un consejo de ministros extraordinario. Varios portavoces policiales han pedido incorporar al ejército para frenar la violencia de los extremistas. El sábado de manera excepcional, ya intervino la unidad antiterrorista en París para ayudar a los antidisturbios.
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Carcasas de vehículos –algunos muy sencillos- quemados por decenas, escaparates destrozados, restaurantes y tiendas saqueados, árboles arrancados de cuajo. Son algunas de las imágenes con las que se despiertan los parisinos este sábado de resaca tras los violentos incidentes provocados durante la manifestaciones de los llamados 'chalecos amarillos'.
Recién llegado de Buenos Aires, el jefe del Estado, acompañado del ministro del Interior, Christophe Castaner, ha visitado el simbólico Arco de Triunfo con la tumba del soldado desconocido que el sábado fue pisoteada, ensuciada con basura y pintura. Despues Macron se ha entrevistado con unidades de antidisturbios y de bomberos y junto a ellos ha visitado la Avenida Kléber, que une Etoile con Trocader. Allí las cicatrices de los destrozos son bien visibles, con un edificio quemado, varios coches, agencias bancarias, etc.
El ministerio del Interior francés actualizó las cifras de detenidos durante toda la jornada de manifestaciones de "chalecos amarillos", que se saldó con 412 detenciones y 133 heridos, de los cuales 23 eran miembros de las fuerzas del orden.
El portavoz del Gobierno, Benjamin Griveaux, manifestó esta mañana que "todas las medidas deben ser estudiadas", entre ellas el estado de excepción, que en realidad está en buena parte ya incorporado en la ley penal. Otros portavoces policiales se han referido expresamente al incorporar al Ejército, algo que en parte se hizo tras los graves atentados terroristas en masa de 2013 y 2014.
La alcaldesa de París, Anne Hidalgo, ha lamentado los "daños gigantes" para los parisinos. Algunos hoteleros señalan ya que la anulación de reservas para las próximas semanas es del 50%. Si el restablecimiento del orden público va a ser la prioridad de Macron y su primer ministro Edouard Philippe, en los próximos días tendrán que responder también con medidas sociales.
El problema es que las reivindicaciones de los 'chalecos amarillos son muy difusas y contradictorias. Lo dice todo el hecho de que las protestas hayan sido animadas por fuerzas tan dispares como la derecha teóricamente civilizada de Los Republicanos, la ultraderecha de Le Pen y sus aliados y los insumisos de Mélenchon. E incluso en los últimos días el expresidente socialista François Hollande ha dicho "apoyar" el movimiento, que surgió, curiosamente, para protestar contra los impuestos a los carburantes que se aprobaron en el Parlamento durante su legislatura.
Entre tanto protestan sobre todo por la pérdida de poder adquisitivo, algo que no corroboran las estadísticas. Si es verdad que Francia era hasta el año pasado el país de la UE con una presión fiscal más elevada, también es uno de los que tiene el estado social más generoso. Los sociólogos consideran que la actual explosión responde al malestar acumulado durante décadas en los territorios más alejados de las grandes urbes, donde muchos servicios del Estado (colegios, hospitales, y líneas de trenes...) han desaparecido.
Las respuestas "inmediatas", como exigen algunos políticos, pueden de nuevo frustrar a los que protestan. El salario mínimo interprofesional, de 1.498,50€ brutos mensuales (para 35 horas semanales), se actualizará según la inflación al comenzar el año.
Más eficaz, sostienen muchos politólogos, será si el presidente incorpora a las negociaciones a los sindicatos, que como los partidos, pasaron a un segundo plano tras la llegada al poder del "macronismo" .