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¿La alimentación puede prevenir el cáncer?

Fernando Fombellida, doctor en Medicina y Cirugía, especialista en estomatología, autor junto con el cocinero Andoni Luis Aduriz de "Cocinar para vivir. Cómo cocinar para prevenir el cáncer", responde a diferentes cuestiones sobre cómo influye nuestra dieta en el desarrollo de ciertos tumores y proporciona las pautas nutricionales para, desde un punto de vista científico, adoptar conductas alimentarias sanas. “Se conoce que la actividad de los genes puede ser afectada por factores ajenos a las células. Sabemos que ciertas sustancias bioactivas, presentes en los alimentos, pueden activarlos o no, favorecen que el gen se exprese o se silencie”, señala Fombellida.

ser saludable 21/5/2015

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1. Hay una frase en su libro que dice: "La genética carga el arma, la alimentación y el estilo de vida aprietan el gatillo”… ¿Hasta qué punto la ciencia tira por tierra la teoría del determinismo genético?

Esa teoría prevaleció en la comunidad científica durante gran parte del siglo pasado, aunque actualmente está superada ha dejado huella en la conciencia colectiva de la sociedad. Gran parte de la población cree aún que el cáncer es una enfermedad que no se puede prevenir, ya que “todo está escrito en los genes y nada se puede cambiar”. Hoy en día, se conoce que la actividad de los genes puede ser afectada por factores ajenos a las células. Sabemos que ciertas sustancias bioactivas que están presentes en los alimentos, pueden activarlos o no, es decir, pueden favorecer que el gen se exprese o se silencie. En otras palabras, los genes de un individuo dicen lo que puede llegar a suceder, pero no si necesariamente sucederá. Por ejemplo, si una persona presenta una susceptibilidad incrementada al cáncer de colon y promociona esa predisposición comiendo abundante carne roja y carnes procesadas -alimentos ricos en grasas y azúcares- y, además, consume abundante alcohol, estará favoreciendo que esa predisposición se manifieste. A esto se refiere el tuit enviado por el Instituto Americano para la investigación del cáncer en la primavera del 2014: “La genética carga el arma, el estilo de vida y los hábitos aprietan el gatillo”.

2. Alimentos “buenos” y “malos”… ¡Ojalá fuera así de simple! ¿Cuáles serían imprescindibles en nuestra dieta?

En materia de alimentación y cáncer es fácil caer en el error de pensar que consumiendo alimentos que contienen sustancias con propiedades anticancerígenas y evitando los que contienen sustancias procancerígenas, estaríamos en el buen camino para prevenir algunos tipos de tumores. Podría tener su lógica: “consumo lo bueno y evito lo malo”. Pero en el ámbito de la alimentación y la nutrición, las cosas no son tan simples. Aunque estamos acostumbrados a etiquetar los alimentos en función de las sustancias que contienen (procancerígenas y anticancerígenas), la influencia de un alimento en nuestro organismo, va más allá de esta concepción tan simplista. Por ejemplo, algunos no contienen sustancias tóxicas con poder cancerígeno, pero que si se consumen con frecuencia y a dosis generosas, sus efectos metabólicos en nuestro organismo, pueden estimular el desarrollo del cáncer. ¿Por qué? Porque favorecen la secreción de hormonas y factores de crecimiento que pueden estimular el desarrollo de un cáncer. Los alimentos imprescindibles que a continuación vamos a citar, deben estar integrados en un patrón que, en todo su conjunto, sea variado, equilibrado y armonioso. De modo, habría que consumirlos todos los días, varias veces al día, pero con moderación. Recuerda: No hay que abusar, ni siquiera, de los alimentos saludables. De los alimentos imprescindibles, se podrían destacar los siguientes: Verduras y hortalizas, setas y germinados, frutas, frutos secos y semillas, cereales integrales, legumbres, hierbas aromáticas y especias, aceite de oliva virgen extra, té verde y alimentos que contienen probióticos.

3. Se habla mucho de la soja, las isoflavonas y sus efectos sobre las mujeres en la secreción de estrógenos... En una dieta en la que queramos reducir el riesgo de cáncer… ¿Deberían estar presentes productos como la leche de soja o seria mejor la de vaca?

En relación a la soja, la evaluación de los estudios publicados hasta el momento muestra resultados contradictorios. Parece que la soja previene del cáncer de mama cuando se consume de forma regular durante la infancia y antes de la subida de los estrógenos que marca la pubertad. Pero se cree que cuando estos alimentos se comienzan a consumir en la edad adulta, pierden su efecto protector. Sin embargo, parece claro que la soja puede abolir el efecto preventivo de algunos medicamentos que se emplean para tratar tumores de mama hormonodependientes. De hecho, la Asociación Americana del Cáncer, recomienda no consumir soja hasta que el tratamiento con estos fármacos haya concluido.

Por otro lado, la soja representa el ejemplo más claro de cómo se modifica el consumo de un alimento, cuando es extraído del contexto de su cultura. La forma en que se consume este alimento en oriente y occidente es totalmente diferente. En Asia, se toma abundante salsa de soja como condimento, tofu, tempeh y el miso para preparar sopas. En occidente, en forma de aceite o proteínas de soja, ambos como ingredientes de los alimentos industriales procesados. También se consume en forma de leche y yogures. Como la leche de soja es insípida -no tiene un sabor especialmente agradable- la industria le añade azúcares, sirope de maíz y otros productos, para que su gusto sea más atractivo, convirtiéndolo de esta manera, en un producto procesado industrialmente y, probablemente, diferente al que estábamos buscando.

4. En Cocinar para vivir elaboran su propia pirámide nutricional que dista bastante de la que estamos acostumbrados... En la base de la suya están las verduras y en la tradicional los cereales… ¿A qué se deben estos cambios?

Las verduras y las hortalizas están en la base de nuestra pirámide porque son alimentos muy ricos en una amplia variedad de fitoquímicos, vitaminas, minerales, oligoelementos y fibra dietética. Además, son alimentos hipocalóricos y con baja carga glucémica. Estas características, los convierten en los alimentos a consumir con mayor frecuencia y cantidad, si bien, debemos tener en cuenta que no hay que abusar, ni siquiera, de los alimentos saludables. Las verduras y hortalizas presentan propiedades anticancerígenas importantes, ya que actúan como antiinflamatorios, antioxidantes, estimuladores del sistema inmunológico. Disponemos de una amplia variedad de verduras y hortalizas, y cada una de ellas nos ofrece unos fitoquímicos diferentes. Por este motivo, aconsejamos consumir una amplia variedad, para incorporar de este modo diferentes tipos de fitoquímicos y conseguir diferentes mecanismos de acción que nos protejan frente al cáncer. En cuanto a las frutas, consumir 2-3 raciones diarias de fruta variada puede ser suficiente.

En relación a los cereales, la mayoría de los que se consumen en nuestra sociedad son refinados, a los que se les ha eliminado gran parte de sus propiedades nutritivas. Tal vez se toma demasiado pan elaborado con harinas refinadas, pasta y arroz blanco, así como cereales que son parte de alimentos procesados industrialmente. El arroz integral, la quinoa, el trigo sarraceno, el mijo son poco consumidos en nuestro país. Nuestro consejo es que busques un establecimiento donde elaboren un pan integral auténtico y no aquél que está elaborado con harinas refinadas y le añaden algo de fibra. En España, tenemos la costumbre de acompañar nuestras comidas con pan. Por este motivo, asegúrate de ingerir cuatro dedos de pan integral auténtico en las principales comidas. Pero éste, no tiene que ser el único cereal. Acostúmbrate a utilizar los cereales para preparar ensaladas o como guarnición de otros platos. Por último, las legumbres pueden ocupar un lugar diferente en la pirámide, dependiendo de cómo sea su forma de consumo. Si se toman a modo de plato sopero a rebosar, puede estar indicado un consumo semanal, pero si se ingieren a modo de guarnición o como integrantes de una ensalada, su consumo puede ser diario.

5. Después de leer su libro, a muchos se les pueden quitar las ganas de comer carne roja...

Existe una evidencia de grado alto de que el consumo frecuente y a dosis generosas de carne roja y carne procesada incrementa el riesgo de desarrollar cáncer de colon y recto. Las carnes rojas y procesadas contienen muchas grasas saturadas y éstas, se asocian a un incremento del riesgo de desarrollar cáncer de colon y recto. Además, las carnes rojas tienen abundante Hierro Hemo, que puede ejercer una acción citotóxica en las células del colon. Por ese motivo, es interesante que después de preparar la carne, la dejes reposar, para que vaya soltando la sangre y así reducir la cantidad Hierro Hemo. La forma de cocinar la carne, también influye. Cuando se cocina la carne a altas temperaturas o a la brasa, directamente sobre la llama, se forman en la superficie de la carne unas sustancias llamadas aminas heterocíclicas (AH) e hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP), que tienen capacidad cancerígena. Por último, las carnes procesadas industrialmente contienen nitritos y nitratos como conservantes. Estas sustancias también han demostrado tener capacidad cancerígena. En cualquier caso, es importante destacar que el gran comedor de carne, habitualmente, consume pocas frutas y verduras y practica un patrón de dieta occidental. Por lo tanto, no solo hay que echarle la culpa al consumo de carne, sino a la forma global de alimentarse. Un consejo final: si te apasiona la carne roja, puedes comerla de vez en cuando, a dosis moderadas y siempre acompañada de una guarnición de hortalizas crudas o al dente.

6. Si alguien decide modificar su dieta y ponerse manos a la obra... ¿Que consejos le daría?

Lo primero que le recomendaría es una toma de conciencia, es decir: “¿Cuál es mi situación actual?”, “¿De dónde parto?”. No todas las personas se encuentran en la misma posición en la parrilla de salida. Por lo tanto, le aconsejaría rellenar los cuestionarios que aparecen en el libro, para que pueda ser consciente de cuál es su situación actual. A partir de aquí y dependiendo de dónde se encuentre cada lector, tendrá que marcarse unos objetivos concretos y plantearse unas metas realistas. En el libro, le aconsejamos también que se prepare para los inconvenientes o dificultades con los que se va a encontrar y que tenga pensadas las soluciones o alternativas que va a poner en marcha cuando se enfrente a estas dificultades, incluso le aconsejamos que tenga identificado su “punto débil”, ya que le permitirá estar atento y no descontrolarse cuando tenga ese alimento a su alcance. Terminaría comentándole que “lo que se practica y se practica, termina siendo un hábito”.

 
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