Esta es la receta milenaria del Imperio Romano para combatir la gripe y los catarros

Si, ha llegado la época del año en la que estás enfermo. Y si aún no tienes tos y mocos pronto llegará. Los cambios de tiempo nunca sientan bien al organismo y en Galicia se ha pasado de estar en la playa a ver nevar en menos de siete días. Así que los catarros y las gripes están de moda.

En esta época del año, las farmacias empiezan a ver como van disminuyendo las provisiones de paracetamol, aspirinas y todo tipo de remedios farmacéuticos que ayudan a aliviar esos síntomas de malestar general. Sin embargo, no siempre existieron los medicamentos.

Puede que el doctor nos recomiende que descansemos. Que el paciente que presente un cuadro relacionado con catarro o gripe, se tire en cama unos días, que beba mucho y que vaya tomando cada ocho horas el analgésico que le recomiende. Pero esto es un invento moderno, no siempre ha sido así.

Nuestros antepasados también tenían días malos. Los descongestionantes, bebidas dulces y calientes con sabor a fruta para la tos, son los recursos que no faltan en el botiquín de ninguna casa del siglo XX, por contra la humanidad cuenta con una larga tradición en la búsqueda de formas de aliviar estas dolencias tan comunes.

Los romanos, después de pensar y pensar en cómo podrían encontrarse mejor en esos días de trancazo, dieron con una práctica de lo más sencilla para mejorar: beber vino.

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Algo que hemos convertido casi en rutina, ellos lo hacían para despegarse de los gripazos. Aunque con un matiz, tenía que ser caliente. Fácil de preparar y efectivo. Al parecer, y como en casi todos sus inventos, los romanos tenían razón. La fusión de los polifenoles del vino, las frutas que acompañan a la mezcla y las especias que le dan sabor equivalen a múltiples beneficios nutricionales para la salud. Eso si, en pequeñas dosis.

Beber vino caliente no es algo extraño en Europa. Lugares como Alemania o Polonia suelen tenerlo muy presente durante las celebraciones navideñas, y cada vez se empieza a ver más es España. No hay una evidencia científica,