Albert Rivera, Pablo Iglesias y las Conversaciones del Banco de Sabadell
Puede uno estar más cerca de Rivera que de Iglesias o de Iglesias que de Rivera, pero la gramática con la que se relacionan no se parece en nada al rancio catón del PP y PSOE.
Albert Rivera, Pablo Iglesias y las Conversaciones del Banco de Sabadell
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Si el Cara a Cara entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, quizá por la cercanía de las fechas navideñas, nos recordó a las tempestuosas cenas de Nochebuena de la familia tradicional española y de las JONS, los encuentros entre Albert Rivera y Pablo Iglesias nos traen a la memoria las civilizadas Conversaciones sobre el Futuro, del Banco de Sabadell. Algo ha cambiado, o está en trance de cambiar, entre las dos españas de toda la vida (y de toda la muerte, si tenemos en cuenta nuestros antecedentes). Ahora bien, seamos claros, dado que las mencionadas conversaciones fueron un producto bancario, nos preguntamos legítimamente sobre su toxicidad.
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Quiere decirse que no sabemos nada, aunque lo que hemos visto y oído, ya fuera en el encuentro de la Carlos III o en la entrevista con Évole, sonaba bien. Había entre los dos jóvenes políticos una complicidad que no parecía sinónimo de connivencia. Chocaban prácticamente en todo con una actitud que ambos han reivindicado utilizando este término: elegancia. No elegancia en el sentido de pijería, sino de gentileza. Lo cortés no quita lo valiente y yo no estoy de acuerdo con sus ideas, pero daría la vida para que usted pudiera defenderlas etcétera.
Puede uno estar más cerca de Rivera que de Iglesias o de Iglesias que de Rivera, pero la gramática con la que se relacionan no se parece en nada al rancio catón del PP y PSOE. “La gente”, dijo Iglesias en el Campus de Getafe, “quiere cambio y sabe distinguir la vieja política y la nueva”. “Lo que estamos viendo aquí”, añadió Rivera, “seguramente puede ser el principio y el reflejo de ese cambio”. A ver qué pasa.