Como nosotros

Ammán

Es festivo en Jordania, viernes, y hoy no hay posibilidad de viajar al campo de refugiados de Zaatari. Pero, no todos los sirios en Jordania están en ese camp. Muchos, la mayoría, viven fuera ¿Viven? Eso es lo que nos ha preguntado esta mañana Abdel cuando nos ha abierto la puerta de su casa. “¿Creen que esto es vivir?”. Un agente inmobiliario con cuatro hijos que en Siria tenía empleo, casa en propiedad, y una vida confortable. Un día, con su mujer, cogió a sus hijos, cerró la puerta con llave y huyó. Hoy vive en un destartalado edificio de Amman, en un piso del que debe tres meses de alquiler, sin más muebles que alfombras y colchones en el suelo. Todo impecable.

Se agarra a su relato y a nosotros, como oyentes, para contar las atrocidades que han vivido. Quiere que se sepa, que sepamos de lo que huyen. Tomamos té, insisten en que tomemos más y luego café, todo lo que tienen es para nosotros, no aceptan un ‘no’. Nos vamos con el corazón encogido y una gran sonrisa, la que provocan los niños con su adiós desde la ventana.

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No lejos de Amman, en Dleil, nos espera otra familia siria. Ellos han escogido un pueblo para vivir. Se repite la fotografía. Vivienda modesta, limpia, impecable, los hijos y sus recuerdos de Siria, puertas abiertas, pregunten lo que quieran que nosotros queremos contar. Es la hora de comer y no nos dejan marchar, quieren invitarnos y ellos tampoco aceptan un no. Lo poco que tienen es también para nosotros. La despedida es larga, quieren que volvamos, quieren que contemos sus historias, nos piden que Europa abra sus puertas, que son gente como nosotros, que lo expliquemos.

Y no son como nosotros, por qué cuántos de nosotros, sin tener nada, abriríamos nuestra casa y daríamos ese nada a un grupo de sirios. Bueno, quizás entre nosotros encontraríamos a algunos, a bastantes, donde seguro que no encontraríamos a nadie es en los sillones de la Unión Europea.