La medalla del ministro Fernández Díaz

Madrid

El ministro del Interior vuelve a estar en el ojo de huracán tras nombrar al director del diario La Razón, Francisco Marhuenda, comisario honorario. Yo ya fui nombrado en 2007 detenido honorario de la comisaría de Pontevedra; lo único que se conseguiría nombrándome ahora policía honorario sería mancillar mi honor. Pero entiendo que en mi gremio haya prioridades. Y que en el gremio de los ministros del Interior también las haya.

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Interior en manos de Jorge Fernández Díaz ha sido siempre Interioridades. Ha construido un ministerio de la fe, y lo ha hecho a imagen y semejanza de sus creencias. Por tanto, él responde en solitario ante Dios, y sólo ante Dios porque su personal de confianza, los ángeles gorrillas que le ayudan a aparcar, permanecen en funciones. Por tanto los reconocimientos y condecoraciones que salen de la cabeza del ministro son tan inescrutables como la elección de un papa: se posa la paloma y a volar.

Jugarse la vida es una expresión muy subjetiva. No puedo decir el nombre, pero un hombre muy famoso de este país se estaba jugando un día la vida en un coctel tratando de hacerse con un canapé, y cuando por fin se puso a salvo el ministro le saludó, le dije que admiraba su trabajo, y le preguntó si no querría la medalla al mérito policial. El hombre le contestó cortésmente que esa medalla debería tenerla la gente que pone en peligro su vida.

Al año siguiente el ministro atendió su consejo y condecoró a la Virgen del Amor. Que no sé si también la tendremos en funciones ahora. Pero en materia de seguridad y de estacionamiento de vehículos estamos en la vanguardia europea.