Relojes, cabezas de toro y "putitas de confianza"

Madrid

Algún día habrá que hacer el recuento total de cuánto dinero se ha robado desde las instituciones públicas por parte de quienes menos creen en lo público, salvo para saquearlo.

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El sumario de la Púnica parece la versión cutre de ‘La Escopeta Nacional’, o más bien la versión con ínfulas de ‘Torrente’. Pelotazos urbanísticos de 720 millones de euros de plusvalías en una sola operación, 100.000 euros en cestas de Navidad, muchas de ellas disfrutadas por familiares y amigos de la mujer de Francisco Granados, entonces alcalde de Valdemoro, después hombre para todo de Esperanza Aguirre…

La reputación online de presidentes autonómicos pagada con el dinero de todos y, por si faltaba algún detalle chusco, empresarios que regalaban a Granados relojes de oro, cabezas de toro y literalmente “putitas de confianza”. Hay quien dé más. ¿Vergüenza? Todo esto, quede claro, lo hemos pagado a escote. Según los investigadores, Granados se llevaba una mordida incluso del dinero que recaudaba para el PP.

No sólo es que se lo hayan llevado, es que nos lo han quitado. Porque en paralelo se encarecía el precio de la vivienda, después se vendían pisos sociales a fondos buitres, metían más niños por clase de la escuela pública, se obligaba a pagar parte de los medicamentos incluso a los jubilados y había que aguantar grandes discursos sobre el despilfarro público.

En Madrid, la incubadora neoliberal que ideó Esperanza Aguirre, todo se compraba y todo se vendía: el único pequeño detalle que contradice la doctrina era que el dinero no era suyo, era nuestro, era de todos.