La espada de Damocles

Es lunes 23 de octubre, comienza la semana y todavía no sabemos si Carles Puigdemont declarará esta semana la independencia de Cataluña o no. Esta espada de Damocles sobre nuestras cabezas, la amenaza de ruptura de un Estado Europeo por las bravas en pleno siglo XXI es de tal gravedad, de tal excepcionalidad, que explica las medidas excepcionales que el Estado español se dispone a aplicar.

El viernes decíamos aquí que el 155 era una artículo tan genérico que sería lo que el gobierno quisiera y el Senado avale. Pues bien, el gobierno decidió este sábado, con el apoyo de PSOE y Cs, intervenir toda la autonomía catalana –autonomía despreciada como insuficiente por los independentistas, clausurada por ellos en el pleno del 6 y 7 de septiembre en el Parlament.

Tener todos los resortes de la autonomía catalana en la mano para poder enfrentar una situación complicadísima, no significa necesariamente usarlos todos. Y no está demás exigir a un gobierno español poco dado a entender los matices, los detalles, las singularidades de la España plural, que su aplicación sea escrupulosa con la lengua y la cultura catalana, tan constitucionales como el articulo 155, así como los derechos fundamentales de todos ciudadanos. 

El nacionalismo radical es reduccionista, excluyente y alérgico a los matices y la crítica. La democracia española no puede responder con la misma medicina. Al contrario, debe ser capaz de demostrar que sus medidas más duras y coercitivas no son incompatibles con la defensa y el ejercicio de los derechos que los independentistas negaron en el Parlament a la mitad de los catalanes.

Queda una semana de tramitación en el Senado, tiempo para alegaciones, tiempo para la discusión jurídica de los expertos. Y tiempo, ojalá, para que quien tiene en su mano evitar el 155 lo haga. Y eso depende exclusivamente de Carles Puigdemont. Si convoca las elecciones esta semana, los catalanes, todos los catalanes, podrán votar con garantías, en un proceso con diferentes opciones y del que, sin cerrar el problema, sí nacerá un tiempo nuevo.

Un tiempo nuevo que seguirá siendo difícil y traumático, no conviene engañarse sobre lo que tenemos por delante, no hay soluciones mágicas. Pero un tiempo en el que ya inevitablemente también España deberá abordar las reformas pendientes desde hace mucho, mucho tiempo, y que sólo el ventajismo y la ceguera política ha impedido emprender antes.

Ayer, los dos grandes periódicos de referencia en Cataluña, La Vanguardia y El Periódico concluían sus editoriales con la misma frase: "President, ponga las urnas". También el diario Ara, próximo a las tesis independentistas pedía elecciones.

Todos coinciden en decirle a Puigdemont: "evitar el 155 está en su mano".