La campaña en el marco de Mendoza
Algunos partidos se cruzan vetos antes de que arranque una contienda que enfría las posibilidades de reforma constitucional
Madrid
Eduardo Mendoza ha publicado esta semana un ensayo breve y ágil que se titula 'Qué está pasando en Cataluña' y al que acompaña esta advertencia en su portada: “Escribo estas páginas para cuestionarnos nuestras ideas en lugar de encogernos de hombros ante el prejuicio, la negligencia y la incomprensión” y el alcance de esas tres palabras -prejuicio, negligencia e incomprensión- planeará sobre la campaña que arranca dentro de unos días aunque en verdad empezara en 2010, cuando Cataluña se puso a encadenar elecciones a su Parlament. Se podrían añadir otras palabras, que son las de siempre, la estrategia, el tacticismo, las promesas y lo de todas las campañas, pero las tres que señala Mendoza distinguen el nuevo marco. Más que el inicio de una campaña, la política asiste al final de un procés. Lo que venga, será ya otra cosa. Sea lo que sea.
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De momento, la contienda electoral aguarda la decisión del Tribunal Supremo sobre los exconsejeros y los Jordis. Puede que lo nieguen en público, pero muchos en los partidos hacen sus cálculos sobre si les conviene que pasen la campaña en prisión o entre mítines. Hasta que este lunes se conozca la decisión del juez, el debate está en qué es lo que ofrecen los candidatos en sus discursos.
En especial, los independentistas, que ya prometieron una República con los resultados (y acatamientos) conocidos. Carles Puigdemont, agarrado a la imagen de mártir que trata de construirse, tuvo que rectificar la idea de que Cataluña saliera de Europa y Marta Rovira planteó, más que la promesa de una realidad nueva, una interpretación libre de la que todos vieron: "La unilateralidad no existe, fue un invento del Estado", dijo en la Ser. La nueva bandera será la bilateralidad, rechazada ya por el Gobierno.
En los otros partidos, los titulares se van en quién apoyará a quién llegado el caso y han empezado a surgir los vetos sin que se presuman aún los resultados electorales. Miquel Iceta rebajó el suyo (y de Pedro Sánchez) a Inés Arrimadas y luego se centró en el dinero con una quita para las comunidades en peor situación.
La novedad es que por primera vez en tiempo se ha debatido sobre una propuesta, aceptada o rechazada, buena, mala o catastrófica, como opina el PP, pero el foco ha ido a parar a una propuesta económica, como en las campañas de antes. Una rareza. En realidad, las preocupaciones de la dirección socialista están en la reforma de la Constitución, que Rajoy ya rebajó el pasado lunes igual que rebajará el miércoles próximo, para cuando le pregunten en los actos del Congreso por el aniversario de la Constitución. Para ese día, Pablo Iglesias ha programado un despliegue de su partido que contrasta con las ausencias de anteriores convocatorias.
El escenario es distinto esta vez para Podemos, al que el asunto catalán ha situado en una posición incómoda, en descenso en las encuestas y con rumor interno. El recurso contra el 155 lo anunció Iglesias –y no el candidato Xavier Doménech– al día siguiente de que lo reclamara el republicano Gabriel Rufián, en las puertas de la campaña electoral. Vienen días de estrategias y cálculos en corto. Viene el aniversario de la Constitución y la inacabable incógnita sobre su reforma. Pero no se ve venir ninguna de las reformas para cambiar a fondo el marco que llevó a Eduardo Mendoza a escribir un ensayo ágil y breve sobre los efectos del prejuicio, la negligencia y la incomprensión.