Legislar, de una vez, la muerte digna

Los hijos de la responsable del registro de voluntades adelantadas, es decir, del llamado testamento vital, en la consejería de Sanidad de las Palmas de Gran Canaria han denunciado públicamente que su madre falleció sin que los médicos que la atendieron en la unidad de reanimación del hospital Juan Negrín de esa ciudad, respetaran en lo más mínimo su voluntad. Según el estremecedor relato de los hijos, recogido en la Cadena Ser, su madre, que padecía cáncer, no fue sedada como había solicitado expresamente en ese testamento vital ni recibió los calmantes apropiados a su gran dolor porque los responsables del hospital estimaban que esos tratamientos podía podían acortar su existencia. Fuentes del centro hospitalario aseguraron que el documento de voluntades anticipadas se aplica en función del estado de cada paciente, que se aplica cuando el enfermo no está consciente y que es el criterio médico el que decide y determina su cumplimiento. En este terrible caso hay dos posibilidades: o se abre una investigación que determine que los médicos que atendieron a esta paciente ignoraron su obligación de respetar el testamento vital o se llega a la conclusión de que el testamento vital no sirve absolutamente para nada y que lo mejor es abolirlo de una vez para evitar confusiones y falsos consuelos. Y entonces es urgente conseguir que el parlamento español discuta y apruebe una nueva ley que permita de una vez la muerte digna y el respeto a los seres humanos en su último tránsito por la vida. Confiar en que el médico que te caiga en suerte respete tu testamento vital es por lo que se ve pura fantasía.