Lo que hay detrás de las 'Click Farms'
Proliferan laboratorios con teléfonos en países como Bangladesh o la India en condiciones de trabajo precarias
Madrid
Con la burbuja económica generada a lo largo de los años en torno a Internet, se han ido perfeccionando también los métodos de fraude. Inicialmente, con los comentarios en los primeros blogs, hace más de una década, y ahora, con los followers y likes en Instagram, y el posicionamiento de las aplicaciones en las listas de descarga. El uso de los bot, los robots que permiten conseguir seguidores comprándolos son más conocidos, pero lo que casi nadie sabe es que en países como India, China o Bangladesh hay personas que trabajan en habitaciones llenas de teléfonos y que dedican sus horas, en condiciones laborales muy precarias, a simplemente cliclar bajo la dirección de una empresa: se llaman 'Click Farms'.
Lo que hay detrás de las "Click Farms"
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La industria fraudulenta se constituye así con miles y miles de "laboratorios" en condiciones precarias en los que se encuentran trabajadores realizando constantemente la actividad bajo la dirección de una empresa con intereses y objetivos marcados previamente. Todo que rodea a la actividad y a las condiciones de trabajo es bastante opaco, pero ya en 2013 el diario inglés The Guardian apuntaba a las 'Click Farms' como creadoras de falsa popularidad y alarmaba sobre las condiciones de trabajo en países como Bangladesh.
Elena Neira, profesora de estudios de comunicación en la Universidad Oberta de Cataluña, apunta que "se sabe francamente poco de este tipos de granjas de clics porque trabajan en la clandestinidad". Señala que lo que realmente vemos son sus efectos, su trabajo, especialmente en asuntos tan transcendentales como las pasadas elecciones de los Estados Unidos: "Cada vez hay más denuncias que apuntan que detrás de la victoria de Trump estuvieron estas granjas de clicks que inundaban Facebook con noticias falsas sobre Hillary Clinton", ha explicado.
"Lo que si sabemos es que hay agencias que las controlan y que cada vez trabajan más de forma normalizada", ha apuntado Neira. "Es mucho más sencillo filtrar los robots y sus actividades pero cuando hay una persona detrás es mucho más difícil de controlar y conocer. Las propias redes sociales están intentando preservar la mayor neutralidad posible en la actividad dentro de la red e intentan capar estos robots que inclinan los intereses de la red", ha añadido.
La manera de detectarlos o "el rastro" más evidente es la propia procedencia. "Estos clics constatan la popularidad y las granjas funcionan para esto, pero si se busca un poco en las analíticas se encuentran los orígenes de los likes. El problema es que normalmente no se divulgan esos datos que marcan la procedencia de los clics", ha constatado, lo cual dificulta controlar estos métodos de fraude y conocer qué y, en este caso, quién, se encuentra detrás de un determinado posicionamiento en la red.