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'Jojo Rabbit', la sátira buenista que ridiculiza a Hitler

Taika Waititi dirige y protagoniza esta historia provocadora que cae en el sentimentalismo, la de un niño cuyo amigo imaginario es Hitler y debe enfrentar su odio a los judíos. El joven Roman Griffith David es uno de los descubrimientos del año

Madrid

Seis nominaciones a los Óscar ha logrado Jojo Rabbit, uno de los estrenos de la semana, la comedia de Taika Waititi sobre el nazismo y el sinsentido del odio. Las candidaturas a los premios de la Academia de Hollywood reconocen a tres españoles Pedro Almodóvar, Antonio Banderas y la cinta de animación Klaus, de Sergio Pablos. A la cartelera llegan películas con vocación taquillera como Bad Boys For Life, la vuelta de Will Smith a hacer de policía rebelde, el terror castizo de Malasaña 32 y la comedia política Los consejos de Alice. En Sucedió una noche, homenaje al maestro italiano, a Federico Fellini, uno de los grandes directores de la historia del cine. Y en televisión, nueva serie de no ficción: El fiscal, la presidenta y el espía, un monumental trabajo sobre el caso Nisman que dirige Justin Webster.

Jojo Rabbit (Taika Waititi)

En 1942, con Hitler en el poder, Ernst Lubitsch estrena Ser o no ser, la comedia más divertida y satírica contra el nazismo, en la que un grupo de teatro prepara una comedia llamada Gestapo donde se ridiculiza a los nazis. Una ridiculización que también hizo Chaplin en El Gran Dictador. Después, Tarantino revisitaría la historia, cambiando el final en Malditos bastardos, una historia muy bestia que ridiculizaba a los jerarcas nazis con la venganza como principal motor.

Ahora Taika Waititi, actor y director de títulos como Lo que hacemos en las sombras, A la caza de los ñunamos o Thor: Ragnarok, vuele a usar el humor para satirizar el nazismo y la intolerancia en Jojo Rabbit, una de las películas de los Oscar con seis nominaciones.

La premisa es la siguiente: un niño, que pertenece a las juventudes hitlerianas, que vive en la Alemania nazi de finales de la II Guerra Mundial y que tiene como amigo imaginario a Adolf Hitler. La sátira, que es la adaptación del libro Caging Skies de Christine Leunens, relata la historia de ‘Jojo’ Betzle durante sus días en los campamentos de las juventudes hitlerianas. Que un día descubre que su madre, Scarlett Johansson, esconde a una joven judía.

Una historia de amistad que usa el humor y la emoción para romper estereotipos y que cuenta con secundarios como Sam Rockewll, Rebel Wilson y la propia Scarlett Johansson, candidata al Oscar a Mejor actriz secundaria por este papel. La idea es retratar a los nazis como seres patéticamente idiotas y rompiendo cada una de sus informaciones. El más ridículo de todos es Hitler, que interpreta el propio Waititi. Sin duda el fichaje más sorprendente es el del niño protagonista, el joven actor Roman Griffith David, que fue nominado a los Globos de Oro.

La cinta, que busca ser provocadora, por ejemplo con la inclusión imágenes de archivo de los infames Congresos de Nuremberg, a ritmo de música de los Beatles, se deja contagiar al final por el sentido estético del cine de Wes Anderson y por el sentimentalismo de películas como La vida es bella.

Bad boys for life (Bilall Fallah y Adil El Arbi)

El combo Smith-Lawrence lo ha vuelto a hacer. Casi 20 años después los policías más rebeldes vuelven para una tercera entrega de la saga: Bad Boys for Life. Han pasado 25 años desde el estreno de la primera entrega de Dos policías rebeldes y Will Smith y Martin Lawrence siguen manteniendo la misma complicidad que al principio, es como si los protagonistas de esta buddy movie hubieran estado ensayando durante todos estos años.

En esta ocasión el detective Mike Lowrey, interpretado por Smith, está en plena crisis de mediana edad, aferrándose a sus días de gloria, y Marcus Burnett, Lawrence, está más cerca de ser un entrañable jubilado que de coger un arma, pero se juntan una última vez ante una amenaza más personal que nunca: un cártel persigue a Lowrey para acabar con él. En esta misión nuestros policías de la vieja escuela tendrán que trabajar codo con codo con una moderna unidad policial compuesta por millennials, Vanessa Hudgens, Charles Melton y Alexander Ludwig, quienes posiblemente sean un reclamo para el público más joven.

Bad Boys for Life no es una gran película de acción, aunque gran parte del metraje se basa en tiros, explosiones y sangre, pero sí es una buena comedia que, siguiendo la línea de sus predecesoras, hace disfrutar al espectador con un aire telenovelesco. Sin duda la ausencia del director de las dos primeras partes, Michael Bay, no es una gran pérdida, estos dos jóvenes directores belgas han sabido mantener a flote la franquicia.

Esta película es algo que en un principio parece innecesario, pero, sorprendentemente en esta era de los remakes, no lo es. Y tal como acaba incluso deja con la necesidad de un poco más, aunque quizás una cuarta entrega sería estirar demasiado la trama. No será una cinta que recordemos para siempre ni que se vaya a incluir entre los grandes clásicos, pero sí proporciona buenos momentos de calidad, esperemos que la saga acabe así, por todo lo alto.

Malasaña 32 (Albert Pintó)

El cine español utiliza el terror para mirar al pasado. Si Paco Plaza situó en la Vallecas de los 90 Verónica, el director Albert Pintó ambienta en el Madrid de la Transición su segunda cinta. Inspirada en hechos reales, la idea proviene del equipo de Bambú, la productora de series como Fariña o Las chicas del cable. Dos de sus responsables, Ramón Campos y Gema R. Neira, firman el guión de esta historia castiza para la que buscaron al cineasta catalán tras el éxito de su primera película, Matar a Dios.

A finales de los 70, una familia, con muchos secretos, huye del pueblo en busca de esperanza en la capital. Y compran un piso en la calle Manuela Malasaña, en uno de los barrios que simbolizaba el cambio de época en Madrid. Las oportunidades laborales, trabajo en los camiones Pegaso y Galerías Preciados, abrían un nuevo horizonte para esta familia con tres hijos y un abuelo a cuestas. Pero la aventura, la ilusión del progreso se convierte en pesadilla en su propia casa.

Una crítica a la alienación en las grandes ciudades y el falso progreso social con un reparto sin estrellas. El director busca empatizar con los personajes y que el espectador recorra el viaje a la oscuridad con ellos sin distracciones de rostros conocidos.

Iván Marcos y Bea Segura encarnan el papel de padres, una pareja sin casar en esa época, en un reparto en el que destacan dos jóvenes talentos, Sergio Castellanos, actor de La peste, y Begoña Vargas, intérprete que ha participado en series como La otra mirada. Al elenco se suman dos colaboraciones especiales, la de Javier Botet, habitual monstruo y referente del terror nacional e internacional, y Concha Velasco como una enigmática señora que parece disponer de muchas respuestas. En la propuesta de Albert Pintó el terror viene de lo cotidiano y de elementos reconocibles, algunos ya en desuso, que son un eficaz recurso para componer esa atmósfera. Hay peonzas, canicas, cabinas telefónicas, crucifijos y hasta un recuerdo de los programas infantiles de TVE.

El juego de luces y sombras, del fuera de campo, de sugerir más que de mostrar sustos, sirven al director para entrar, de día o de noche, en este espacio terrorífico sin artificios y con poco espacio para la improvisación de los intérpretes. “Necesito el miedo en tus ojos, en este mecanismo que estamos generando necesito ver el terror, en el fondo lo bonito es no ver lo que te da miedo, si no ver el rostro del protagonista ante lo que tú no ves. Esa sugestión del fuera de campo lo tenían que dar Begoña y el resto del casting". La música también acompaña en este viaje, suenan Julio Iglesias y Raphael, pero la canción de la película la firman el Chojín y Nita, de Fuel Fandango.

Los consejos de Alice (Nicolas Pariser)

Drama político y existencial que dirige Nicolas Parisier y protagoniza Frabrice Luchini. Cuenta las diatribas del alcalde de Lyon que, tras 30 años en la política, se empieza a quedar sin ideas, así que contrata a una brillante profesora de filosofía para que le ayude. Es un retrato demoledor de la crisis de la socialdemocracia europea. 

La película aborda las entrañas de la política municipal y toda la maquinaria que la rodea, tanto a nivel institucional como de partido, el llamado aparato. El contraste de ideas, la tentación megalómana, el poder que te separa de la calle, la tensión entre la izquierda obrera y la izquierda intelectual, y de fondo, el avance de la derecha desacomplejada y los populismos. Parisier teje una cinta sencilla, eficaz y contundente, llena de preguntas y también respuestas, como buscar, recuperar e indagar en los clásicos, ahí está todo, en Orwell o Rousseau. 

 
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