Problemas gigantes y gamberrismo político

¿Acabamos de una vez con las bromas? Los problemas se amontonan. No podemos perder ni un minuto más en el gamberrismo político. Claro que hay mil argumentos con los que alimentar la polémica. Cualquiera puede hacer eso.

El Supremo confirma que el PP se lucró con la corrupción Gürtel. Señor Casado, ¿hablamos de ese tema? El Govern de la Generalitat quiere cerrar los bares y restaurantes. Señor Ayuso, ¿quiere decir eso que el Gobierno catalán quiera arruinar a Cataluña? Cuando usted ordenó el cierre de Vallecas o Fuenlabrada y otros municipios o distritos, ¿debemos entender que estaba asaltando a lo bolchevique, la libertad de los vallecanos o fuenlabreño? ¿Buscaba usted la ruina de esos distritos o municipios?

No podemos seguir por ahí.

Tal vez algunos estrategas políticos desean hacerlo, pero este país no se lo puede permitir. La pandemia no está controlada, se extiende de forma muy inquietante por Europa. Aumentan las restricciones en todas partes y todo el mundo asegura que nos esperan meses difíciles.

Y mañana y pasado mañana en Bruselas, vamos a comprobar que todos sus asuntos se complican. Esta cumbre del Consejo Europeo no está convocada para hablar específicamente de dinero, pero todo el agua acaba siempre en ese pozo.

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La crisis está durando más de lo que seguramente se esperaba y las nobles intenciones iniciales están topándose con dificultades y resistencias muy serias. Todas las ayudas van a ser más difíciles de conseguir y van a tardar mucho más en llegar. Pero en todo caso, además de mirar hacia el exterior, tendremos en algún momento que mirar hacia el interior.

No podemos seguir engañándonos más ni posponiendo las reformas de fondo que necesitamos. La actual crisis ha desnudado nuestra fragilidad estructural en todos los órdenes. Estamos en el furgón de cola de todas las expectativas. Es el país que más va a tardar en recuperarse porque tenemos carencias clamorosas y un tejido económico de cartón piedra.

Hay una gigantesca tarea de modernización pendiente, con una juventud abandonada a su suerte. ¿Se puede saber qué más necesitamos para ponernos en marcha todos juntos? No nos avergüenza que en estas circunstancias el debate público sea una pura bronca y que la única expectativa próxima sea el follón de censura de la semana que viene a mayor gloria de Vox, las caceroladas y los bocinazos.