Messi y el orden de las cosas

Barcelona

Ha llegado el día y la hora del cambio de ciclo, que diría aquel. Domingo, 9 de la noche, Camp Nou. Tras semanas insinuando que el paréntesis está cerrado, afrontamos los 90 minutos en que un jugador desea confirmar que las cosas vuelven a su orden más natural. Viendo sus últimas actuaciones no le haría falta hacerlo, pero un Clásico es demasiado caramelo como para no saborearlo. Ha pasado demasiado tiempo en la sombra como para dejar pasar la oportunidad, así que preparen videotecas y hagan espacio en Youtube, porque llega el momento cumbre.

Este es el deseo, al menos, de Leo Messi. Del mejor Leo Messi que recordamos en muchos meses. Las lesiones y su obsesión por Maracaná le lastraron hasta el punto que todo valía con él. Se le perdió el respeto sin disimulo alguno, rebajándolo desde múltiples sectores a la condición de humano, con todo lo que eso conlleva para un futbolista que nos había acostumbrado a bajar de su planeta cada tres días para iluminar el mundo con un balón.

Cristiano se atrevió a retarle en la lucha por el eterno Balón de Oro, recreándose además con un grito que jamás olvidará. Muchos le dieron por acabado, “no volverá a ser el mismo”, repetían con una sonrisa de oreja a oreja, celebrando que se habían librado de la peor de sus pesadillas. No todo venía de fuera, que dentro había quien también le esperaba. Que si "no hay por qué renovarle otra vez", clamó uno. Que si “su afición por las pizzas la ha delatado”, expresó otro. Que “yo lo vendería”, se jactaban demasiados, según alguna encuesta. Hasta un recién llegado se atrevió a proclamar que el líder soy yo, en un pulso mal calculado.

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Que Messi ha vuelto. Lo demuestra su gira de 2015. Allá donde va garantiza espectáculo. Goles, regates, asistencias, paredes, combinaciones, túneles... prueben a hacer un recopilatorio con lo mejor de Leo en el año en curso, va a ser largo y les demostrará que no hay nadie como él. Pero por si alguno alberga dudas, llega el Clásico, uno de los territorios predilectos de Messi. Suma 21 goles ante los blancos, ya sean con la izquierda o la derecha, de falta o de penalti, tras pase de Xavi o de Ronaldinho, sentando a Ramos o estampando a Cannavaro contra un palo. Leo ha escrito muchas páginas en los Clásicos. Pero permítanme pensar que estamos ante una de las más grandes. Hay partidos que sirven para poner a cada uno en su sitio, piensa el argentino, y el del domingo es uno de ellos. Así que ya saben. Domingo, 9 de la noche, Camp Nou. Juega Messi. Y lo hará con muchas ganas. No se lo pierdan.