La incertidumbre se extiende por las filas populares
Rajoy quiere sacarle una ventaja considerable a la segunda fuerza política para hacerse fuerte frente a los posibles pactos que tengan lugar tras las elecciones
En la dirección nacional del PP no hacen más que decir que, en estos días, han notado una ligera pero constante subida y que, en los paseos, de Mariano Rajoy han visto a los ciudadanos animados para ir a votar a su formación. Pero en el recorrido de la caravana por toda España, los dirigentes regionales confiesan que les ha costado un triunfo movilizar a la gente.
Las dos opiniones no cuadran pero reflejan muy bien la sensación que se extiende por las filas conservadoras: nadie sabe qué va a ocurrir la noche del 20 de diciembre. La incertidumbre se apodera del Partido Popular.
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“Vamos a ganar las elecciones, ninguna duda”, dijo anoche el presidente en una cena navideña con su mujer y militantes. Venía de Valencia, de protagonizar el mitin más multitudinario de toda su campaña. Y su grito de guerra mitinero es lo único que sabe seguro. Lo que no tiene tan claro, ni él ni nadie de su partido, es si podrá formar gobierno. En el PP quieren sacarle buena ventaja a la segunda fuerza política, para que Rajoy se sienta “legitimado a seguir al frente”. Opinan que con cinco puntos basta. El CIS les otorgó ocho y, en estos momentos, consideran que esa cifra es “optimista”. Hablan de 110-120 escaños. Lo que, en el fondo, es toda una debacle, viniendo de una mayoría absoluta de 185 diputados.
Pero todo está abierto. Por eso en los últimos días, Rajoy no ha dejado de pedir un acuerdo de gobernabilidad que garantice la estabilidad de España. Los populares barajan varios escenarios. Para empezar echar cuentas con Ciudadanos. Dicen que sería “de una gran prepotencia” que Albert Rivera no facilitara el camino al PP. Piensan que está abocado a ello si no quiere dejar el país “en manos de unos perdedores” y con nuevas elecciones en tan sólo unos meses.
Y si no sale adelante, el Partido Popular mira hacia el PSOE. Las encuestas internas que manejan han detectado que Podemos supera ya a los socialistas. Lo comprobaron ya hace nueve días. Por eso, el jefe del Ejecutivo ha alertado sobre una alianza de izquierdas, al estilo de la de Portugal. “Sería muy malo para nuestro país un PSOEMOS”, comentan desde el equipo de campaña.
Ante estos dos bloques, algunos colaboradores próximos a Rajoy dicen que se podría plantear formar “una gran coalición”. Pero no con Pedro Sánchez. No se fían de él y menos después de que en el debate llamara “indecente” a su jefe. “Él entró a matar y no mató. Y si no matas, pierdes. Generó un gran rechazo popular. Estaba claro es que el presidente no se iba a dejar avasallar porque, además, tenía que salir a defender su honorabilidad”, comentan fuentes de la cúpula conservadora.
Pero lo que está claro es que en el PP todos prefieren a Susana Díaz. Aseguran que su visión de España “encaja mejor” con la de los populares. Estos piensan que el lunes, los socialistas entrarán en crisis y muchos se rebelarán ante la posibilidad de investir a Iglesias como presidente. Entonces, sería el momento de que el PP moviera ficha.
Algo que Rajoy ha desmentido. Ni le interesa que se adelanten acontecimientos ni que se desvelen sus planes. No quiere hablar de ello hasta tener los resultados. Algo que desespera a los conservadores, que se quejan de falta de estrategia. Consideran que en estos últimos días se ha trasladado cierto caos y descoordinación en los mensajes.
Sin embargo los que rodean a Rajoy aseguran que han acertado con la campaña que han hecho: “otro modelo”, en el que se apostaba por una gran presencia televisiva y por salir a la calle, para que se conociera “al candidato real”. “Había que quitarle los estigmas que le había impuesto la oposición”, señala uno de sus asesores, sin tener en cuenta el desgaste sufrido por los escándalos de corrupción, los recortes y las medidas polémicas puestas en marcha durante toda su legislatura. “¿Tendríamos que haber reaccionado antes? Pues seguramente”, reconocen en su equipo. Pero las cartas ya están echadas.