Deja de decirle a los niños que el abuelo se ha ido al cielo: guía para afrontar el duelo
Cuando perdemos a un ser querido cada uno hace el proceso del duelo como puede; pero, ¿qué les decimos a los niños? ¿sabemos qué hacer ante la pena de un adolescente que apenas nos habla?
Madrid
Son días de reuniones familiares en las que se echa de menos a los que ya no están, a los que nos han dejado, a los que quizá hacían especial la Navidad. Si es el primer año que faltan, algunas personas optarán por hacer como si nada. Otras, hablarán del recuerdo del ser querido sin tapujos, con pena y con cariño. Los adultos capeamos el temporal como podemos. Pero, ¿y los niños? ¿Sabemos qué hacer ante la pena de un adolescente que apenas nos habla?
Clara Redondo es escritora, profesora de Escritura Creativa y autora de La hora del cuco, un libro dirigido a niños entre 6 y 12 años que cuenta la historia de Romeo, un chaval que pierde a su abuela. La Ceapa, la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos, le encargó una historia que ayudara a las familias a abordar con los más pequeños la pérdida de un ser querido. Está disponible en la red y ofrece unas pautas recomendables a seguir. “Romeo está súper cabreado. Su abuela Celeste, con la que tenía una relación muy especial, ha muerto. Se ve cómo evoluciona ese sentimiento. Lo concebí como un libro de aventuras en el que pasan cosas divertidas. Hay un momento en que se lleva las cenizas. Es importante el apoyo de un amigo, de la familia y de sus propios recuerdos”, explica Clara.
La abuela de Romeo era muy divertida, conducía los autobuses públicos de Madrid y estaba empeñada en que su nieto se presentara a un programa de televisión de preguntas y respuestas. La escritora confiesa que es un libro muy especial porque su madre murió hace 4 años y tenía muy fresca la idea que quería transmitir. “Fue la guinda a mi propio duelo. La historia ha gustado mucho por esa mezcla sentimental con un punto de aventura. La intención es que cualquier chaval que haya perdido a un ser querido sienta alivio con este personaje y se sienta liberado. Está enfadado con el mundo porque no comprende la muerte de su abuela. Sus recuerdos son un apoyo vital y el final es esperanzador”, adelanta. Las ilustraciones son de Leticia Ruifernández.
Los niños entienden el cielo como un lugar físico y pueden querer ir con el ser querido
La base del duelo es la misma para todos. Desde los cero hasta los 100 años sentimos vacío dentro. Luego, hay diferencias como la capacidad que cada uno tiene para entender la ausencia. Hasta los 6 y 7 años no saben que la muerte es irreversible, explica Mónica Pereira, psicóloga y experta en duelo. “Es difícil que lo entiendan. Preguntarán muchas veces por la persona fallecida y hay que explicarles tantas veces como sea necesario que ya no está más porque se murió. Es un error decirles que está en el cielo o en las estrellas, que se durmió y no se despertó o que se ha ido de viaje y no volverá. A nosotros nos parece que le damos una respuesta, pero estamos introduciendo un motivo de angustia más”. La razón es que a esas edades entienden el cielo y las estrellas como un lugar físico y creen que se han ido sin ellos, sienten el abandono. Incluso, explica la psicóloga, pueden querer ir con el ser querido para acompañarles. Hasta que el niño no entiende que la muerte es definitiva y que el cielo es una idea más que un lugar concreto, no es buena idea utilizar esa expresión.
¿Cómo ayudarles a comprender? Si han tenido mascotas que murieron, incluso plantas, Mónica recomienda utilizar ese recuerdo para explicarles que la vida es un proceso y se acaba. Que permanece en nuestros corazones y en nuestra mente. “Conectar con el sentimiento de dolor, hablar de la persona fallecida: de lo que aprendimos a su lado, lo que la echamos de menos, lo que la queríamos. Muchas familias dejan de hablar del ser querido lo que no es recomendable. Es importante que los niños vean que los mayores están afectados por la pérdida sino creerán que no les importaba esa persona. A veces, escondemos el dolor para que el niño no sufra, pero hay que enseñarles a manejar el sufrimiento”, explica la psicóloga.
Un proceso de duelo lleva su tiempo y más vale vivir cada fase sin saltarse ninguna para no correr el riesgo de quedarse anclado. Eso sí, cada uno tiene su ritmo. “Hay madres que si pierden a un hijo necesitan dejar su habitación igual durante un tiempo. Es normal. Solo si pasa demasiado tiempo así significa que se han quedado ancladas y necesitan ayuda para avanzar”, afirma. El duelo no pasa solo. Hay que tener un papel activo y si se niega, lo que se hace es posponerlo, según explica Mónica. Nadie puede vivirlo por nosotros.
El enfado es la forma de expresión de pena del adolescente
“Lo primero es reconocer que tenemos un dolor. Socialmente no nos lo reconocen y eso es un inconveniente. A un chaval de 15 años le decimos que tiene que ser fuerte cuando está sufriendo. Es mejor decirle que entendemos que esté mal, normalizar ese malestar, decirle que tiene derecho y para eso tiene que ver que los demás están afectados”, explica la psicóloga. El duelo es un proceso muy largo, necesitamos un año para asumir la pérdida porque tienen que pasar todas las reacciones a los aniversarios: las primeras navidades, los cumpleaños, las actividades familiares. “Al principio pensamos que no vamos a ser capaces de soportarlo, pero no somos conscientes de la propia fortaleza. Uno es más fuerte cuando acepta el dolor que cuando lo deja pasar”, anima Mónica.
Niños y adolescentes exteriorizan la pena mediante la rabia. Es un enfado indiscriminado y por cualquier cosa que encierra el dolor como explica Mónica: “Algunos adolescentes se aíslan y responden de forma agresiva. Ayuda hablar del ser querido, decir cómo nos sentimos para invitarles a que lo saquen y permitirles que se despidan”. No es necesario que vean el cuerpo, pero pueden escribirle una carta para decirle adiós. Cuando tienen hasta 6 y 7 años, la psicóloga recomienda decirles que la persona no se ha muerto porque ha querido, sino porque era viejecito o estaba enfermo.
Shock, enfado, aceptación y reorientación, las fases del duelo
El proceso del duelo tiene sus etapas que son bien conocidas para los especialistas.
- Fase de shock. Es en la que cuesta creerlo. No la pasan todas las personas. Está relacionada con una muerte repentina y no esperada, por ejemplo, en un accidente de tráfico.
- Fase de rabia. La persona muestra su enfado y surgen las preguntas como por qué a mí.
- Fase de aceptación. Se empieza a asumir que pérdida. Es la etapa más larga, dura casi un año.
- Fase de reorientación. Es la última etapa en la que se comienza a crear la vida sin la persona.
En una sociedad que vive de espaldas a la muerte, la pérdida de un ser querido no suele ser un asunto del que se hable. En cambio, pasar el proceso de duelo, es algo que a todos nos toca tarde o temprano y más de una vez a lo largo de nuestra vida. Así que más vale que lo hagamos con éxito.
Maika Ávila
Periodista y autora de 'Conciliaqué. Del engaño de la conciliación al cambio real'. Ha formado parte...