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Estados Unidos

Las presiones de Trump

El testimonio del exdirector del FBI es clave para determinar si Trump ha cometido un delito de obstrucción a la justicia

El presidente estadounidense Donald Trump y el exdirector del FBI James Comey. / MICHAEL REYNOLDS/SHAWN THEW (EFE)

El presidente estadounidense Donald Trump y el exdirector del FBI James Comey.

Washington

Es la primera vez que James Comey habla públicamente desde su despido como director del FBI, hace un mes, por orden expresa de Donald Trump. Lo hace ante la Comisión de Inteligencia del Senado y su declaración puede ser determinante para que los congresistas acusen al presidente de Estados Unidos de obstrucción a la justicia.

El testimonio de Comey se ha publicado ya. Siete folios en los que detalla las conversaciones telefónicas y encuentros que ha tenido con Trump desde enero de este año, basándose en las notas personales que él mismo tomaba después de cada una de las interacciones por lo “incómodas, inapropiadas y preocupantes” que le resultaban.

El documento publicado confirma las fake news (noticias falsas) a las que alude el presidente continuamente y que revelan presiones de Donald Trump al entonces director del FBI para que dejara de investigar la trama rusa; en concreto, lo relacionado con su entorno. Comey explica que Trump le pidió directamente en varias ocasiones “que dejara ir” el caso Flynn, su asesor de seguridad nacional cesado a los 24 días de asumir el cargo por mentir sobre sus conversaciones con el embajador ruso.

Los detalles de la cena entre Trump y Comey

El 27 de enero, una semana después de asumir la presidencia, Trump organizó una cena a solas con Comey. El exdirector del FBI relata que Trump le pidió que le fuera leal. “Necesito lealtad, espero lealtad. No me moví, ni hablé, ni cambié mi expresión durante el extraño silencio que hubo después”, declara Comey. Contestó “siempre tendrá mi sinceridad”. Trump respondió: “Eso quiero, lealtad sincera”. El 14 de febrero Trump le pidió que cerrara el caso Flynn. “Espero que encuentres la forma de dejar pasar esto, de dejar ir a Flynn, es un buen tipo”. Ante estos encuentros que Comey considera inapropiados y que compartió con la cúpula del FBI, decidió acudir al fiscal general, Jeff Sessions. “Rogué al fiscal que impidiera cualquier comunicación directa entre el presidente y yo”, para evitar la vulneración de la separación de poderes, ya que la agencia de inteligencia depende del Departamento de Justicia que dirige Sessions.

El 30 de marzo el presidente llamó a Comey por teléfono. Le argumento que la investigación sobre la presunta colusión entre su equipo y Moscú es “una nube” que empaña la residencia y le pidió que actuara para “despejar esa nube”. Comey contestó que llevaría a cabo la investigación “lo más rápido posible” pero de forma “correcta”. Trump le volvió a llamar el 11 de abril para preguntarle cómo iba esa petición. Comey fue despedido el 9 de mayo.

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El testimonio de Comey llega un día después de las comparecencias del Director de Inteligencia Nacional, Daniel Coats, y el de la Agencia de Seguridad Nacional, Michael Rogers. Según los medios estadounidenses, Trump les pidió que intercedieran con Comey para que cesara el foco de Flynn. Ambos han rechazado revelar las conversaciones que han tenido con el presidente.

Hay cuatro investigaciones en marcha en el Congreso que analizan desde diferentes perspectivas la interferencia de Rusia en las elecciones y la posible conexión con el entorno del entonces candidato republicano y hoy presidente de Estados Unidos. Dos de ellas en el Senado (en los comités de Inteligencia y Judicial) y otras dos en la Casa de Representantes (comité de Inteligencia y el de Vigilancia). Y una quinta dirigida por el departamento de Justicia, que nombró a un fiscal independiente, el exdirector del FBI Robert Mueller, para investigar la posible colusión entre Moscú y el entorno de Donald Trump durante la campaña electoral de 2016 y los esfuerzos de los aliados del presidente para impedir esta investigación.

Michael Flynn no es el único asesor de Trump que está siendo investigado. También lo está su director de campaña, Paul Manafort, su ex asesor Carter Page, y uno de su núcleo más íntimo y asesor presidencial, su yerno Jared Kushner, por sus reuniones con el embajador ruso.

Una de las principales incógnitas está en lo que Comey responda fuera de guion a las preguntas de los senadores. Los detalles que dé pueden ser claves para probar que el presidente ha cometido un delito de obstrucción a la justicia, un hecho que podría activar el proceso de impeachment. El debate sobre una posible recusación está ya encima de la mesa. Muchos expertos coinciden en que existe una intención deliberada del presidente de obstruir a la justicia. Otros piensan que no hay evidencias contundentes; entre ellos, la líder minoritaria demócrata de la Cámara, Nancy Pelosi. Otros entienden que aunque las acciones de Trump no sean apropiadas, no son constitutivas de delito.

La otra incógnita está en cuál será la respuesta de Trump. Si seguirá la tónica de los últimos días de contestar vía Twitter de forma irreverente y saliéndose de la estrategia de comunicación que tiene su propio equipo o si, como aseguran sus asesores, guardará silencio en las redes sociales. Cualquiera de las dos opciones será noticia por extraordinaria.

 
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