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Análisis

La utopía de Netflix se desmorona y rompe con su peor tabú: la cancelación

La plataforma 'in streaming' empieza a tomar conciencia de la cruda realidad

Miguel Ángel Silvestre como Lito Rodríguez en 'Sense8' / Netflix

Madrid

El modelo de Netflix es un éxito, de eso no hay duda. Tan solo cuatro años le han valido a la plataforma 'in streaming' para alzarse como uno de los operadores imprescindibles.

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Es difícil saber con exactitud cuándo el operador rojinegro dio en la tecla adecuada, pero no hace falta ser un erudito para atribuir su gloria a un catálogo de producción propia que ha marcado fuertemente su sello personal y le ha permitido expandirse hasta en más de 190 países.

En 2013, House of Cards y Orange is the New Black fueron las series encargadas de inaugurar la "Revolución Netflix", el arranque de una nueva era y la apuesta por un catálogo inédito.

Precisamente fueron estos dos títulos los que dieron alas a Netflix para meterse de lleno en un modelo frenético basado en la producción masiva de ficciones que, además de potenciar el nuevo arquetipo de la plataforma, les permitía fidelizar a los tan ansiados suscriptores.

A partir de entonces se sucedieron fenómenos varios como Stranger Things o Narcos, entre muchos otros, mientras otro puñado de series llegaba sin pena ni gloria, o al menos sin hacer mucho ruido en redes sociales y demás plataformas.

La cancelación, un tabú para Netflix

La maquinaria trabajaba sin cesar con el fin de satisfacer a los usuarios de la plataforma con nuevo contenido mes a mes. Lógico. Sin embargo, esta estrategia también incluía alargar la vida de todas y cada una de sus series originales, aunque el paladar de su audiencia fuera más exquisito o la historia no diera más de sí.

Solo Hemlock Grove y Bloodline fueron algunos casos excepcionales que dijeron adiós después de su malograda trayectoria en Netflix. Dos cancelaciones en tres años.

Para entonces, la 'cancelación' ya era un término tabú para Netflix, creyendo que de hacer uso de esta sombría práctica se dudaría de la eficacia del operador. Pero los tiempos cambian y la realidad utópica de Netflix ha comenzado a desmoronarse irremediablemente. Renovarse o morir.

Cuatro series canceladas en seis meses

Fue Marco Polo el primer gran tropiezo público de Netflix. Después de dos turbulentas temporadas, el operador de straming optó por no renovar la serie por una tercera temporada, cancelando por primera vez uno de sus grandes títulos. Pero lo que parecía un caso aislado pronto se convertiría en una criba sin muchas consideraciones.

'The Get Down', una de las series más caras de la plataforma / Netflix

En mayo de 2017 le tocó pasar por el aro a The Get Down, la serie musical de Netflix que, a pesar de su alto coste de producción, no contó con el beneplácito del público y la crítica.

El junio más negro de Netflix

Con las cancelaciones de Marco Polo y The Get Down, los incondicionales fans de Netflix empezaban a temer que esta nueva táctica pusiera las manos encima a según qué series. Y vaya si ocurrió…

Fue a principios del mes de junio cuando la plataforma anunció que Sense8 no renovaría por una tercera temporada, noticia que saltó tan solo un mes después del estreno de la segunda y que cayó como un jarro de agua fría entre los fans.

Y para rematar el mes de junio, la última en arder en la hoguera: Girlboss. Solo una temporada le ha valido a la plataforma para deshacerse de la comedia centrada en la vida de Sophia Amoruso, serie que además quería revalidar la marca feminista, tal y como aseguró una responsable de Netflix en el evento See What's Next de Berlín.

En definitiva…

Se abrió la veda. El catálogo de ficción de Netflix ha perdido su estatus de ‘intocable’ para exponerse lógicamente a los interés empresariales, tal y como indica la norma. ¿Pasaron los años felices para Netflix?

 
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