El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha asegurado que «no hay alternativa» a la aplicación del artículo 155 de la Constitución ante la actitud del presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, de quien ha dicho que «él y sólo él» ha elegido este camino. Rajoy, en su defensa ante el pleno del Senado de las medidas propuestas en aplicación de ese articulo constitucional, las ha justificado para impedir que se abuse de Cataluña y ha explicado que lo que se debate es si España tiene derecho a defenderse mediante la Constitución y las leyes. «Lo que se debate -ha explicado- es si ha llegado el momento de que se imponga la ley por encima de cualquier otra consideración. No contra Cataluña, sino para impedir que se abuse de Cataluña». En esa línea, ha precisado que lo que amenaza a Cataluña no es el artículo 155, sino la actitud del Gobierno de la Generalitat, y, por tanto, «de lo que hay que salvar a Cataluña no es de la aplicación de un artículo constitucional, sino de los estragos que están causando las conductas anticonstitucionales». «De lo que hay que proteger a los catalanes no es, como dicen, del imperialismo español, sino de una minoría que de forma intolerante se erige en propietaria de Cataluña y considera como exclusiva una historia, cultura y sentimientos que son patrimonio de la comunidad y pretende someter a todos los catalanes al yugo de su doctrina», ha asegurado. En su relato del proceso (durante el que cree que lo sucedido el 6 y 7 de septiembre en el Parlament fue la «mayor burla a la democracia» desde el intento de golpe de Estado del 23-F), ha lamentado el cúmulo de decisiones con las que se ha «pisoteado la ley, el Estado de derecho y el respeto a las minorías». Tras advertir de las consecuencias de todo tipo que tiene esa actitud (entre ellas las repercusiones económicas y la liquidación de la convivencia), es cuando ha dicho que para responder a esas actitudes «no hay alternativa» al artículo 155 de la Constitución. Un mecanismo que ha recordado que es «legal y democrático» y que se inicia «cargado de razones». Ha precisado que se podía haber puesto en marcha antes, pero que prefirió esperar porque creía que aún se estaba a tiempo de reconducir la situación. No fue así y, según ha explicado, la comparecencia de Puigdemont en el Parlament el pasado 10 de octubre dando validez al resultado del referéndum fue «la gota que colmó el vaso». Pero aún así ha dicho que se le dio la oportunidad de aclarar en dos ocasiones si había declarado o no la independencia y no las aprovechó. «El presidente de la Generalitat no quiso. Fue él quien eligió que el proceso que establece el artículo 155 de la Constitución continuara adelante. Él y sólo él», ha recalcado. Y ante ello, ha explicado que «un gobierno no puede asistir impertérrito, como si aquí no hubiera pasado nada, ante un acontecimiento como éste». En este desafío ha precisado que «no es Cataluña en exclusiva lo que está sobre la mesa» sino «España entera» y se ha preguntado si, de la misma manera que se comparten los beneficios, se han de compartir los deberes o, por el contrario, hay que aceptar excepciones. «Si a cambio de sosegar el desafío hay que reconocer la existencia de categorías desiguales entre los ciudadanos», ha precisado Rajoy, quien ha confiado que en este asunto, «lejos de egoísmos de partido, cálculos electorales, inclinaciones ideológicas o pequeñas mezquindades», se sepa responder a la altura de lo que esperan los españoles. Rajoy ha recordado las medidas incluidas en la propuesta del Gobierno y los objetivos que pretenden, recibidos con un aplauso de los senadores del PP cuando se ha referido al cese de Puigdemont y del resto de miembros del Govern. Ha precisado que no han variado esas medidas desde que se aprobaron el pasado sábado en Consejo de Ministros «porque nada sustancial ha ocurrido desde entonces que justifique un cambio». «Porque lo que hemos vivido estos días, especialmente ayer -ha puntualizado- no puede ser tomado en cuenta, ni siquiera glosado, sin caer en la impiedad». El jefe del Ejecutivo se ha referido a las apelaciones al diálogo y ha precisado que su práctica tiene dos enemigos: el que maltrata las leyes, las ignora y las incumple porque son fruto del diálogo entre todos, y el que sólo quiere escucharse a sí mismo. A renglón seguido, ha lamentado que el único diálogo al que le invitó Puigdemont fue sobre los términos y los plazos para la independencia de Cataluña. Ha reprochado especialmente al presidente de la Generalitat que no haya acudido el jueves o el viernes al Senado a exponer sus tesis. «Yo habría venido hoy aquí a defender mis posiciones, aunque estuviera en inmensa minoría», ha resaltado. De la misma forma, ha advertido de que los políticos no deben «embarcar a los ciudadanos en viajes imposibles a una Ítaca que no existe» y de que «los embustes, las falsedades y medias verdades pueden hechizar en el corto plazo a la gente, pero la realidad ignorada o manipulada siempre acaba preparando su venganza». «No veo nada bueno en este proceso; si acaso -ha señalado-, que ha servido para desenmascarar las mentiras y a quienes las han puesto en circulación».