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Cerco a la bollería y a las bebidas isotónicas en Cataluña: los Comuns piden nuevos impuestos

Algunas entidades sociales temen que esta nueva tasa pudiera afectar a la dieta de las personas en riesgo de exclusión

Imagen de archivo de una estantería de supermercado con productos de bollería / Sacha - Flickr

Barcelona

Los Comuns proponen nuevos impuestos para la comida procesada y azucarada, como la bollería industrial, y las bebidas con demasiadas sales, como las isotónicas. Es una medida que el resto de partidos de izquierdas de la oposición, en el parlamento catalán, no ven con malos ojos y que complementaría al impuesto a las bebidas azucaradas.

La portavoz de los Comuns, Marta Ribas, ha hecho público en SER Catalunya que en octubre pedirán oficialmente nuevos impuestos sobre los alimentos insanos. "Nos situará a la delantera de España, alienados con otros países que están encabezando este tipo de políticas, pero sobre todo alineados con las recomendaciones que la ONU realiza desde hace años", ha expuesto Ribas.

Los Comuns son conscientes que quizás no estén a tiempo de convencer al ejecutivo catalán para incluir esta medida en los presupuestos del 2020, pero la plantearán coincidiendo con la negociación de las cuentas.

El PSC y la CUP también confirman a la SER que están de acuerdo con este tipo de impuesto. Los socialistas añaden que la recaudación podría ser finalista, es decir, que se destine íntegramente al departamento de Salud.

"Nosotros seríamos partidarios de que fuera un impuesto más integral y que realmente no solo se castigue a la bebida, también a la comida", señala la socialista Alicia Romero.

Hacerlos "menos accesibles"

"Estos productos deberían ser menos accesibles. Acaban siendo muy económicos. Puede hacerse mediante los impuestos pero también debe ir acompañado de más educación en salud y en la importancia de la alimentación", expone Natàlia Sànchez, de la CUP.

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Sin embargo, Ciudadanos se muestra contrario a gravar este tipo de productos. Prefiere más concienciación, a nuevos impuestos.

"De entrada no seriamos partidarios de imponer prohibiciones, al contrario. Somos partidarios de la libertad y creemos que lo que se tiene que hacer es fomentar unos hábitos saludables desde la escuela", expone Nacho Martín Blanco, de Ciudadanos.

En general, todos los partidos consultados coinciden en que es muy complicado prohibir la venta de estos productos o de las golosinas cerca de las escuelas.

Qué sucedería con las personas más vulnerables

Quienes recelan de esta nueva tasa son algunas entidades sociales. Creen que este impuesto podría tener consecuencias directas entre los sectores más vulnerables de la población.

Es el caso de la Fundació La Vinya, que atiende a personas en riesgo de exclusión. Su director, Xavi Loza, teme que este impuesto pueda afectar, todavía más, la dieta de las personas pobres.

"Cuando una persona está en una situación de vulnerabilidad acostumbra a tener muchos frentes abiertos. Si no puede pagar los suministros a lo mejor le interesa comer precocinado, que se puede calentar en un minuto en el microondas, y así no necesita tener suministro de gas en su casa", ejemplifica Loza, quien reclama que la recaudación de esta tasa se invierta en políticas de educación.

Cambiar los hábitos

La periodista gastronómica Trinitat Gilbert comparte que la solución pasa por cambiar los hábitos desde muy pequeños: "Las criaturas están rodeadas de esta comida tan barata y tan accesible. En las fiestas de cumpleaños, en las escuelas... Es muy difícil educarles cuando nosotros lo estamos haciendo mal", asegura.

 
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