El talento y la desidia de los Strokes empatan en un Cala Mijas abarrotado (no se lo perdió ni Pedro Sánchez)
El repertorio elegido y los problemas de sonido merman una actuación que no colma las expectativas
Mijas (Málaga)
En la discografía de The Strokes hay dos obras maestras (Is This It y Room On Fire) y cuatro álbumes del montón en los que han mezclado grandes canciones con temas mediocres. Así que, si quisieran, Julian Casablancas, Albert Hammond Jr. y compañía podrían dar conciertos antológicos. Teniendo las canciones y un público masivo que se canta encima de la emoción... ¿Qué podría fallar? Pues la actitud, principalmente. Pero en el caso del Cala Mijas, al que la Cadena SER ha acudido invitada por la organización, también el sonido.
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El show de los cabezas de cartel del festival arrancó con unos minutos de retraso (que mucha gente aprovechó para hablar de la visita sorpresa del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y también de los temazos que tiene en su lista de Spotify). Mientras subían al escenario sonó Vamos a la playa y a todo el mundo le pareció una broma tan graciosa como inesperada. Pero en cuanto el cantante neoyorquino entonó lo de "I wanna be forgotten" (What Ever Happened), todo empezó a fluir.
Más aún cuando, a continuación, cayeron Alone Together (¡pedazo de solo de guitarra!), la legendaria Last Nite y también su último gran éxito: The Adults Are Talking. Pero entre canción y canción parte del público empezó a cantar "¡no se oye, no se oye!" y Julian Casablancas, aunque dejó claro que chapurrea el español con acento mexicano, parecía no enterarse.
La parte central del concierto fue la más anodina y no solo por el repertorio escogido —¿quién querría volver a escuchar Call It Fate, Call It Karma en un festival?— sino, sobre todo, por su actitud, con largos silencios entre canciones y, más allá del "¡Visca Sabadell!" (el abuelo de Julian Casablancas era catalán), muy poca interacción con el público.
A diferencia de lo que había pasado en ese mismo escenario 24 horas antes (con unos Arcade Fire entregadísimos), durante muchos minutos se impuso la desidia. Una sensación desesperante, similar a la que genera el típico delantero centro que, sabiéndose superdotado para el gol, ni corre, ni defiende. O la del típico estudiante que, pudiendo sacar matrícula, prefiere regodearse en la comodidad de un aprobado.
El crack que no quiere correr
Una pena porque el recinto estaba a tope y todo el mundo había ido a verles a ellos, pero fueron pasando los minutos y The Modern Age, 12:51, The End Has No End o I Can't Win no llegaron a sonar. ¡Qué desperdicio!
Pese a todo, van tan sobrados que pudieron acabar a lo grande, alternando misiles del calibre de Soma, Someday o Automatic Stop con algunas joyas de su último disco, como Ode To The Mets o Bad Decission (una canción que también valdría para resumir su actuación). La última —¡ay, si no la tocan!— fue Reptilia, un pequeño milagro de la historia del rock (¿mejor canción del siglo XXI?) que levantó una enorme polvareda, que sonó fenomenal y que, como los goles de Romario o Ibrahimovic, puede justificarlo (casi) todo.
Hubo propina y de las buenas, además: Hard To Explain e Is This It. Pero el talento de la gran banda del rock de los últimos 25 años (con permiso de los Arctic Monkeys) acabó empatando con su propia desgana. En resumen: sí... pero no.
Oportunidad de oro para Cariño y Lori Meyers
Minutos antes, los granaínos Lori Meyers salieron al escenario más que dispuestos a aprovechar el regalo que les había hecho el Cala Mijas: todo el público del sábado, casi enterito para ellos. Una pelota botando que solo había que empujar... y que Noni acabó convirtiendo en gol por toda la escucadra, iluminado con Lucíernagas y Luces de neón (¡paparapapa!). Cayeron todas: El tiempo pasará, Siempre brilla el sol, Emborracharme... Pero había tanta gente que buena parte del público empezó a alejarse para tomar posiciones antes del recital de los Strokes.
Las Cariño tuvieron peor suerte con el horario, pero demostraron una solvencia que empieza a pedir prime time. Se reservaron Si quieres para el final y, a poco que saquen un par de temazos más (y de que algún promotor se atreva), están llamadas a pelear por el trono del indie español (qué últimamente anda un poco perdido).
Amyl & The Sniffers, M83 y Underworld
La ecléctica propuesta internacional del Cala Mijas contó también con el pogo mayúsculo de los australianos Amyl & The Sniffers, que amenizaron el atardecer demostrando ser mucho más que los autores de Hertz. ¡Qué energía!
Tras la moderada decepción de los Strokes, quienes se acercaron a ver a M83 con el objetivo de disfrutar de la archiconocida Midnight City (casi todo el mundo) pudieron experimentar la agradable sensación de una remontada porque la banda francesa —que tocaba en el escenario que mejor ha sonado de todo el festival— fue de menos a más. Un poquito de post-rock, un poquito de electrónica... y sí, claro: también su gran hit.
La noche, para muchos, acabó con música electrónica y con el techno progresivo de los holandeses Underworld (sí, los de Born Slippy, de la banda sonora de Trainspotting), que llevan más de 40 años animando el cotarro y no han perdido ni un ápice de energía. Este sábado, si la lluvia lo permite, Florence & The Machine, Metronomy, Duki, Belle & Sebastian, Arca, La Plazuela o José González pondrán el broche final.
Sofá Sonoro: The Strokes, la esperanza pija del rock (05/07/20)
30:56
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El cruce de caminos de los Arctic Monkeys
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Carlos G. Cano
Periodista de Barcelona especializado en gastronomía y música. Responsable de 'Gastro SER' y parte del...