Desde que el músico británico se retiró en 2004 de los escenarios para que se le realizase una angioplastia que le obligó a cancelar la gira mundial con la que presentaba Reality, su último álbum hasta la fecha, se han escrito cientos de páginas de rumores con distintas teorías sobre su salud, su jubilación o su futuro en la música. Todas esas teorías se desmontaron esta semana con el anuncio de que el músico ha grabado un disco en secreto que verá la luz en marzo. Desde su inesperada operación de 2004, el hiperactivo músico, que apenas había parado de editar discos desde su debut en 1967, redujo su actividad y sus apariciones hasta desaparecer de tal modo que verlo en una calle de Nueva York en octubre de 2012 se convirtió en noticia. Nadie podía esperar que el inglés estuviese preparando un regreso a la altura de su figura: por sorpresa y con una balada triste y melancólica como presentación. Ajeno a normas de la industria, Bowie se ha salido con la suya y ha grabado durante dos años sin que nadie se enterase y mientras su casa discográfica rebuscaba en los cajones editando rarezas, directos y discos de descartes como Joy, presentado en 2011 como la última joya de Bowie. Y es que Bowie siempre ha hecho las cosas así, a lo grande, con aspavientos y geniales golpes de promoción. El cantante inglés había avisado varias veces con la retirada, una especie de amenaza velada que invitaba a sus fans a comprar entradas a los conciertos o sus últimos trabajos. En 2004 comenzó una retirada silenciosa que desconcertó a sus seguidores acostumbrados a casi cualquier cosa menos al silencio. La falta de explicaciones disparó los rumores sobre su salud. Alguien que había abusado tanto de las drogas y que había trabajado con tanta intensidad no podía retirarse para descansar y disfrutar de la vida familiar y la paternidad. Bowie, que cita como sus influencias a William Burroughs y a Pablo Picasso, alaba la capacidad de estos artistas de sorprenderse constantemente. «Cuando uno pierde la capacidad de asombro por la vida, se está bastante cerca de la salida», le contaba a Neil Strauss en una de las entrevistas recopiladas en Todos te quieren cuando estás muerto (Ed. Contra, 2012) Apariciones contadas Desde su operación sus apariciones han sido tan contadas como aplaudidas. Reapareció brevemente en la televisión estadounidense junto a Arcade Fire en 2005 y en 2006 recibió un Grammy por su carrera profesional. Desde entonces sus comparecencias han sido cada vez más contadas, una noche en el Royal Albert Hall acompañando su amigo David Gilmour, un acto benéfico junto Alicia Keys en Nueva York, unos coros en el disco de versiones de Tom Waits que grabó Scarlett Johansson en 2008 y poco más hasta que el día de su cumpleaños el músico regaló al mundo Where are we now?. El secreto mejor guardado Una vez hecho el anuncio del regreso la pregunta es clara. ¿Cómo ha sido posible que en un mundo tan conectado y tecnológico dos años de trabajo en el estudio hayan pasado desapercibidos? La respuesta es difusa. El productor Tony Visconti, que ha trabajado con Bowie tanto en sus primeros años como en los últimos, y que es el responsable del sonido de este álbum, ha hablado de ello en la BBC. «He estado andando por las calles de Nueva York los dos últimos años escuchando estas canciones en mis cascos y no me he cansado de ninguna canción», declaraba Visconti, que afirma que el disco contentará tanto a los que busquen el lado más clásico de Bowie como a los que anhelen su versión más experimental. Visconti también ha aprovechado la ocasión para poner fin a los rumores sobre la salud del músico. «Es un hombre muy sano, te lo aseguro. No puedo explicar cómo lo sé, pero he estado trabajando con un David Bowie muy sano y muy feliz», aseguraba su compañero. Ahora solamente queda esperar unas semanas para descubrir si lo que dice Visconti es verdad, si Bowie sigue siendo Bowie, si mantiene esa capacidad camaleónica y ese don para reinventarse y sorprender a todos. Bowie no tiene nada que demostrar después de tantos años pero la pregunta solamente puede ser una: ¿Habrá merecido la pena la espera?