Poblaciones vulnerables
El futuro de decenas de miles de personas dependen de Oxfam: ellos no deben sufrir aún más, sino los culpables de los abusos y quienes los ocultaron
Poblaciones vulnerables
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La detención del presidente internacional de Oxfam y la dimisión de la directora adjunta no tienen relación entre sí. El primero debe responder a cargos de corrupción durante su mandato anterior como ministro de su país, Guatemala, mientras que la decisión de la segunda se relaciona con el escándalo de abusos sexuales protagonizado por directivos de la organización en Haití, tras el terremoto de 2010. Aunque la detención del presidente internacional tenga grandes repercusiones, lo más grave para Oxfam es lo ocurrido en Haití, algo que exige el reconocimiento inmediato de responsabilidades. Más aún, el caso de Oxfam pone de manifiesto que hay que ejercer una vigilancia mucho más fuerte que la que se ejerce actualmente cuando poblaciones enteras se encuentran desprotegidas y más vulnerables que nunca por guerras o catástrofes naturales. Una y otra vez se denuncian casos de abusos sexuales: ocurrió con los cascos azules en Congo, en Mali, en Sudán o en el propio Haití y ha ocurrido en otras ONGcomo Save The Children o Christian Aid. La propia iglesia católica tiene quizás el peor historial de abusos sexuales de todas las organizaciones del mundo. Lo peor de todo es la falta de reacción que existe prácticamente en todos esos escándalos: los responsables tratan casi siempre de cerrarlos en falso, como hizo inicialmente Oxfam, o de desacreditar a quienes los denuncian, como ha sido la estrategia habitual del Vaticano hasta ahora. La idea de que es mejor proteger el buen nombre de una organización que castigar a los culpables de esos abusos debe terminar de una vez para siempre. La denuncia sistemática, implacable y pública es inexcusable y lo único que realmente ayudaría a mantener el prestigio de esas organizaciones. Dicho todo eso, castigar a Oxfam suprimiendo los fondos europeos de ayuda que financian sus programas humanitarios sería totalmente irresponsable e hipócrita. Ningún país europeo ha dejado de financiar las operaciones de Naciones Unidas. El futuro de decenas de miles de personas dependen de Oxfam: ellos no deben sufrir aún más, sino los culpables de los abusos y quienes los ocultaron.
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Soledad Gallego-Díaz
Es periodista, exdirectora del periódico 'EL PAÍS'. Actualmente firma columnas en este diario y publica...