¿Qué hacer?

Madrid

Todo el mundo tiene consejos estos días sobre qué no se debe hacer para evitar el crecimiento de la derecha radical, de la extrema derecha. Consejos a los políticos, consejos a los medios de comunicación. Qué no hacer, dicen. Pero nadie acierta con la fórmula sobre qué hacer para frenar una ola que recorre toda Europa y para dar respuestas no a sus dirigentes pero sí a quienes les votan. Sólo hay que echar una miradita a ese París en llamas por los chalecos amarillos que ponen contra las cuerdas a un Macron recibido hace solo año y medio como la solución a la crisis de los partidos tradicionales. Y aquí no valen respuestas simplistas por más que los dirigentes escondan su fracaso en hojas de ruta que la realidad les va desmontado poco a poco.

En Andalucía, el tsunami cubre todo todavía, y hasta que no bajen las aguas será imposible aventurar quién podrá gobernar esa comunidad y con qué apoyos. Aunque Ciudadanos ha girado en apenas 24 horas, y de desechar pactos con Vox ha pasado a no descartar ningún escenario, El PP no ha tenido problemas en ningún momento para entenderse con quienes proponen cargarse la Constitución disolviendo las autonomías o sacar el aborto de la sanidad pública.

Y en el PSOE la conmoción no ha tocado fondo pero ya se adivinan las líneas del frente: Susana Díaz pretende resistir dirigiendo el partido y las negociaciones como fuerza más votada y la dirección de Ferraz abre la puerta a su salida tras el estrepitoso mal resultado del domingo que les hará perder el gobierno andaluz. Sánchez no ha hablado todavía, de cumbre en cumbre, y entre los líderes regionales socialistas cunde el pánico por el impacto de la crisis catalana en las urnas.

Escribe hoy David Trueba en ‘El País’ que las elecciones más que resolver nada, bajan los humos, que no es poco.