Lo que el Gobierno y el PP callan en la crisis de los refugiados
Los populares comentan, en privado, que la integración de los refugiados es difícil, temen que se cuelen yihadistas y están preocupados por si se trastocan los planes del Gobierno para salir de la crisis. Tras conocer la cifra, lamentan además que la Unión Europea les reclame “un contrato de adhesión”. Muchos lo piensan pero callan para que nadie les acuse de realizar un discurso xenófobo. Mariano Rajoy se aferra al discurso de la “solidaridad” y corta de raíz las declaraciones fuera de tono de los suyos
Madrid
Nada de exabruptos. Esa es la directriz. El Gobierno quiere enterrar algunas de las declaraciones que han hecho sus miembros en estos últimos días. La de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, señalando que la capacidad de España es limitada debido a la “saturación” que ya sufre por la inmigración irregular. O las repetidas salidas de tono de Jorge Fernández Díaz, quien parafraseando a Nicolás Sarkozy se refirió a las personas que escapan de las zonas de conflicto como “goteras”. El ministro del Interior defendió, además, que “con cuotas obligatorias se genera un efecto llamada”. “Eso se ha cortado ya. De raíz”, asegura un ministro.
Tras la foto del niño Aylan en la playa, el Ejecutivo ha cambiado de posición y de discurso en esta crisis. En la sede nacional del PP reconocen que ahora “hay que hilar fino”. Temen que cualquier dirigente popular meta la pata y la opinión pública, más sensibilizada que nunca con este tema, les tache de racistas. Ya les han acusado de ello en alguna otra ocasión por algunas polémicas intervenciones de su candidato en Cataluña, Xavi García- Albiol, y no desean que se vuelva a repetir la historia y menos aún que se convierta en un estigma para ellos de cara a las generales.
Por eso, en estos momentos, todos a una, repiten el argumentario conservador: “España asume la cifra de refugiados que pida la Unión Europea sin reticencias”. Mariano Rajoy lleva la batuta y el mensaje oficial consiste en exhibir “solidaridad”, insistir en que no se va a limitar la entrada y recordar que el asilo es un derecho. Pero eso no impide que, en privado, varios cargos den rienda suelta a todas sus preocupaciones. Aunque se les explique que España puede afrontar la situación, expresan sus reticencias. En las filas populares, a todos los niveles, algunos callan lo que piensan porque se puede considerar políticamente incorrecto.
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Economía y Hacienda dicen que se puede asumir
Por ejemplo, no expresan en voz alta su recelo a que la llegada de refugiados lastre la recuperación económica. “¡Es que nosotros no somos Alemania!”, dicen en el equipo de Rajoy. El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, ha dejado claro que España tiene “los medios suficientes” para atender a refugiados. Desde Economía señalan que puede tener “un cierto impacto en el gasto público pero que es encajable en el Presupuesto”. A pesar de ello, en la Moncloa hay quien insinúa que habrá que desplazar para este tema recursos que estaban destinados para otra cosa y que lo que está sucediendo puede convertirse en “un nuevo factor de inestabilidad” que no beneficie a nuestro país.
Algunos lo suman ya a un listado, en el que incluyen Grecia, Cataluña y las propuestas de partidos que han servido para que Rajoy construya su discurso del miedo. Hay quien piensa que ahora que estamos saliendo de la crisis, esto puede trastocar los planes del Gobierno y quien recuerda expresamente la tasa de paro en España. De hecho, el lunes, Pablo Casado, no dudó en hacer hincapié en que todavía hay cuatro millones de españoles en paro.
“El voluntarismo está muy bien pero se debe tener presente cómo estamos y nuestra capacidad”, señala un alto cargo del Grupo Popular en el Congreso frente a la teoría que exhiben los suyos insistiendo en que todo va estupendamente. Otro colaborador de Rajoy admite que es un tema “muy delicado”. “Tú puedes ser muy buena persona pero no le quitas el abrigo a tus hijos para dar de comer a otros”, comenta exagerando sus planteamientos. No quieren generar alarma pero reconocen que no pensaban que este problema fuera a adquirir tal dimensión.
En el PP y en el Gobierno, además, están muy molestos con la actuación de la Unión Europea. Lamentan que sólo ahora sean conscientes de la gravedad de lo que está ocurriendo y que nunca hayan tenido en cuenta el control fronterizo de España durante todo este tiempo. “No es lo mismo pero nos lo hemos estado comiendo solos”, indican. Además, el secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, José Luis Ayllón, admitió el lunes en un briefing con periodistas que se habían enterado por los medios que se debían acoger a cerca de 15.000 refugiados. Algunos dirigentes del PP creen que se les pide “un contrato de adhesión”. A los conservadores no les ha gustado mucho que Alemania, Francia y el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, lo hayan organizado todo y recibir un número cerrado sin negociaciones.
De hecho los que rodean al presidente se quejan de no tener detalles. Hasta los que están convencidos de que no habrá ningún inconveniente en dar la bienvenida a los refugiados, esperan a que les llegue información para ver cómo se les va a trasladar o cuándo van a llegar. Son aspectos que todavía generan cierta incertidumbre y que los ministerios afectados exponen y valoran junto a Soraya Sáenz de Santamaría, al frente de la Comisión de seguimiento. Hoy, por la tarde, se volverán a reunir.
También se deben coordinar con las autonomías. Desde Empleo se han pedido informes y documentos porque tienen que estudiar cómo son los perfiles de las personas que van a llegar a España. Están pendientes de saber si vienen solos, acompañados por sus familias, cuáles son sus estudios o trabajos… para orientarles en una u otra dirección. Las comunidades han acusado al Ejecutivo de parálisis y desde este, a su vez, se denuncia que lo único que estas piden es “pasta”.
En el Ejecutivo también destacan que la labor de las ONGs, con las que están hablando, es encomiable pero apuntan que no quieren encontrarse con “un problema social” de integración. Y los populares se andan con pies de plomo al hablar de seguridad nacional. No quieren que la gente se les eche encima porque siempre vinculan ambos temas –inmigración y amenaza terrorista- de inmediato. Pero varios cargos conservadores sólo tienen un pensamiento: que es un peligro la llegada de tanta gente y que hay que tener buen cuidado para que no se cuele ningún yihadista.