El PP no está dispuesto a aceptar "un dedazo" como el de Aznar con Rajoy
Ante la incertidumbre que se vive, en el Partido Popular hablan de la continuidad de Rajoy. Vuelve la ronda de sucesores con los mismos nombres de siempre. La más popular es Sáenz de Santamaría pero provoca un gran rechazo en el PP y en el Ejecutivo en funciones. Por lo que pueda pasar, ahora o de cara a un Congreso Nacional, son varios los dirigentes conservadores que ya piden que se articule una fórmula similar a las primarias porque no están dispuestos a tolerar una imposición
Madrid
El Partido Popular es ciclotímico. Pasa de la euforia al pesimismo en cuestión de horas. Como en una montaña rusa, sus cargos piensan que tienen una oportunidad para seguir en la Moncloa pero, de pronto, ocurre lo del PP de Valencia y todas sus esperanzas se desvanecen. No saben a qué atenerse. Un día ven a Mariano Rajoy diciendo que se va presentar a la investidura y al siguiente, declinando la propuesta del rey. Otro, auto reivindicándose para seguir al frente y, a continuación, defendiendo que su formación debe encabezar la gran coalición que propugna. En abstracto, olvidándose ya de sí mismo. Por eso frente a quienes creen que aún tiene ganas de dar la batalla, hay algunos que piensan que, en este mes y pico desde las generales, ha envejecido, como si se concentrara en él todo el cansancio acumulado de una legislatura y el de la campaña que no cesa.
Este es el estado de ánimo que recorre las filas conservadoras. De modo que no es difícil que, un lunes, al charlar con un miembro de la dirección nacional hable de su jefe con vehemencia. El martes, guarde silencio cuando se le pregunta por su futuro. El miércoles, salga a dar la cara por él como el mejor candidato posible. El jueves, destaque que si al final se va, le echarán de menos por su estilo a la hora de gestionar los temas. Y el viernes, concluya que en el PP no hay ningún debate sobre su liderazgo.
Más información
Pero existe dentro y fuera. Desde luego, en el partido se mantiene de forma subterránea. Son muchos los dirigentes de todos los escalafones que, en privado, valoran escenarios y hasta sucesores. No pretenden adelantar acontecimientos, pero el juego de las especulaciones se desata ante la incertidumbre y la zozobra. Además, se alimenta por los planteamientos de otras fuerzas políticas. Sobre todo, desde que Ciudadanos señaló a Rajoy como “un obstáculo” y el PSOE se negó a “indultarlo”, con su voto, ante todos los escándalos que se le acumulan.
Si llega el caso, dentro de la formación conservadora hay todo un baile de nombres. Son los mismos de siempre. Aunque el primero que suelen citar, tanto para lo bueno como para lo malo, es el de Soraya Sáenz de Santamaría. Como si fuera de lo más natural que la vicepresidenta heredara el testigo. Los que la respaldan defienden que tiene experiencia, que se ha puesto al frente de todos los gabinetes de crisis, que es popular, cercana, querida por las bases… Sus detractores recuerdan que no vale con tener el apoyo de la calle. Hacen falta contar también con el respaldo del partido y el del Ejecutivo en funciones. Y aunque tiene muchos de sus peones repartidos, (a los que llaman los ‘sorayos’), son bastantes sus enemigos.
En el Gobierno, son mayoría los que la tienen cruzada. “Es una secretaria de Consejo de Administración”, señala un ministro de forma demoledora. A su juicio tiene poder pero sólo es una coordinadora que hace todo lo que le pide Rajoy. El G-8 (el grupo de ministros amigos del presidente, compuesto por José Manuel García Margallo, Jorge Fernández Díaz, Ana Pastor, José Manuel Soria, Rafael Catalá e Isabel García Tejerina más Miguel Arias Cañete y José Ignacio Wert, que ya no están en España) siempre ha hecho frente común contra ella, hartos de que durante todos estos años se desplegara tan poca política y tanta tecnocracia. También están cansados de que ella siempre “se vaya de rositas”, mientras los demás sufren el desgaste. Consideran que tiene “mucha culpa” de la situación que vive ahora su partido. Pero los que rodean a Sáenz de Santamaría le quitan hierro a todos estos reproches. Creen que sólo son “celos”, los típicos por estar más cerca del jefe y ser la portavoz.
Pero no sólo la “congregación mariana”, se revolvería si la vicepresidenta fuera la elegida. También dentro del partido destacan que ella no tiene poder territorial (no controla ninguna formación regional) y hay quien advierte que estallaría toda una rebelión con ese intercambio de papeles sea ahora, porque Rajoy decida retirarse o cuando llegue el Congreso Nacional. “¿Quién va a decir algo?”, comenta un cargo de la cúpula convencido de que ante “la palabra de Rajoy”, Sáenz de Santamaría barrería en apoyos.
Ya no es tan fácil. Dicen que podría haber contestación interna. Van avisando por si acaso. Son varios los cargos intermedios y territoriales que llevan mucho tiempo callados, desde que en las europeas comenzaron a ver cómo el poder del PP mermaba. Y, sostienen, que si se debe afrontar un cambio, no aceptarán de ninguna forma, “un dedazo”. “Eso sería una bomba para el partido”, señalan. Hay quien apunta que recurrirá a los Estatutos, otro asegura que habrá que tomar el control… Pero todos comentan que eso no se puede permitir y que si se llega a ese punto, como ellos no tienen primarias, habrá que dar con una fórmula para consultarlo con los militantes sin que sea una imposición.
En la Moncloa dicen que todo esto ni se producirá porque Rajoy no va a tirar la toalla. Recuerdan que fue, a pesar de la corrupción y los recortes, el líder más votado. Pero en sus filas no descartan que, al final, se vea obligado a dar un paso atrás como “un sacrificio personal”. Algunos populares piensan que es un momento crucial, que se está viviendo una segunda Transición y, en el recuerdo, el eco de las palabras que entonó Adolfo Suárez durante su dimisión: “Un político que además pretenda servir al Estado debe saber en qué momento el precio que el pueblo ha de pagar por su permanencia y su continuidad es superior al precio que siempre implica el cambio de la persona que encarna las mayores responsabilidades ejecutivas de la vida política de la nación”.
Y si se retirara, Sáenz de Santamaría no es la única opción. Ahora todos están pendientes también de Alberto Núñez Feijóo, quien ha dicho que no desvelará sus cartas hasta el mes de abril. Y va ganando peso Cristina Cifuentes. En su partido dicen que se está “moviendo demasiado y va ganando posiciones en la carrera”. Los suyos indican que es con la vista puesta en el congreso por Madrid. Pero si las cosas se precipitan, ya tendría el trabajo hecho.
Los populares también comentan que Margallo se va vendiendo, hay quien ve al independiente Luis de Guindos para un periodo de transición en el Ejecutivo, quien habla de una bicefalia, (porque se podría poner a otra persona al frente del PP), quien señala todo eso como “una locura”, quien no descarta que María Dolores de Cospedal se lance en función de los que presenten... Hay quien señala a Pablo Casado, con la idea de prepararlo en cuatro años. Creen que sería del visto bueno de los aznaristas. Y hasta apuntan hacia Alfonso Alonso, aunque muchos le sitúen ya como candidato a lehendakari.
Lo cierto es que en el Partido Popular se abren muchas incógnitas. Piensan que si Pedro Sánchez se sale con la suya y alcanza un pacto, por la derecha o por la izquierda, ese será el fin de Rajoy. Pero también dan por hecho que si los socialistas no lo logran y entonces van a llamar a las puertas del PP, lo primero que pedirán será la cabeza de Rajoy como trofeo. Sólo ante unas nuevas elecciones, podría mantenerse. En su formación no creen que nadie le llevara la contraria si esa es su decisión. También reconocen que nadie querría “quemarse” a estas alturas de la película. Pero opinan que repetir como cabeza de cartel sería “algo suicida” y que la situación, por más apoyos que se cosecharan, no cambiarían mucho. Tal vez, incluso, podría ir a peor, con el ascenso de Podemos. Así que por muchas vías que se planteen, son varios los dirigentes populares que coinciden en señalar que ven a Rajoy “en un KO técnico”.