Elecciones 23 de julio

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Radiografía para el 26-J

Un PP en crisis espera rentabilizar estos meses de "sainete"

El PP se prepara para una nueva campaña electoral con gestoras en Madrid y Valencia, con sus cargos pendientes de los casos de corrupción y sin liderazgos de peso a nivel territorial porque Rajoy no ha permitido que se celebrasen los congresos regionales. A pesar de todo, en Génova dan por hecho que su formación volverá a ganar y mejorará sus resultados, a la espera de que, tras esta segunda vuelta, no haya más vetos de PSOE y Ciudadanos

El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, durante la clausura de una conferencia con los portavoces parlamentarios de su partido / Manuel Lotrenzo (EFE)

El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, durante la clausura de una conferencia con los portavoces parlamentarios de su partido

Madrid

El PP afronta el 26-J como una nueva oportunidad pero más desestructurado que nunca. Allá donde van los cargos conservadores se encuentran con militantes y votantes entre los que cunde la desmotivación, el hartazgo, la incertidumbre y la preocupación, sobre todo, por los casos de corrupción que les afectan.

El calendario electoral hasta el 26-J
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El partido, además, nunca ha tenido tantos frentes abiertos. Rajoy dio la orden de que nada de cónclaves regionales hasta que se celebrase el Congreso Nacional y todas las formaciones se han quedado paralizadas, tapando sus enfrentamientos, a la espera de que llegue ese día. El presidente en funciones no quería que en plenas negociaciones para formar Gobierno le estallaran crisis internas y, ahora, con estos cuatro meses añadidos, las tiene palpitando por toda España. Son muchos los que abogan por una renovación, a todos los niveles, que se mantiene aplazada, pensándose que llegara en otoño.

Por si fuera poco se han montado dos gestoras en Madrid y Valencia, las que siempre fueron electoralmente las joyas de la Corona para los populares. Tras muchos escándalos era la única forma de limpiar su imagen y ahora, en Génova, cruzan los dedos para que no les pase factura. Al revés, desde la dirección nacional lo venden como una prueba de que se actúa: “Es la constatación de que queremos resolver un problema y se toman cartas en el asunto”.

La situación territorial se ha ido complicando. En Navarra hay otra gestora desde hace tiempo. En Baleares, están muy divididos. En Canarias, la renuncia de José Manuel Soria, abrió un agujero que se ha resuelto corriendo pero que conllevará una reformulación de las listas. Hay sitios donde los conservadores no tienen ningún peso como en Cataluña y País Vasco. En Andalucía también se han visto sacudidos por lo del ahora ya exalcalde de Granada. En muchos sitios se empiezan a resentir por la falta de un liderazgo. Hasta mayo de 2015, el PP tenía el mapa tintado de azul. Con barones, por doquier. En estos momentos, cuando a los populares se les pregunta por referentes ya sólo citan a Cristina Cifuentes y a Alberto Núñez Feijóo, y encima este último está pendiente de sus propios comicios.

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Ahora el PPsabe que es difícil pedir a los suyos un nuevo esfuerzo. Pero creen que todos son conscientes de que este “es un momento crucial”. “Hemos visto el riesgo y hay que impedirlo a toda costa”, les dicen para que se impliquen. Y, con este panorama, Rajoy reúne este martes al Comité Ejecutivo Nacional para que a todo el mundo le quede claro que repite como candidato y para poner en marcha la campaña que encomendará de nuevo a Jorge Moragas, su director de gabinete.

Y aunque las encuestas no arrojan grandes cambios, en Génova confían en que en esta convocatoria haya algún movimiento de ficha que desatasque la situación. En el PP están convencidos de que parten de “una buena posición” y que “el sainete” que se ha vivido desde el 20 de diciembre, les beneficia. Dan por hecho que volverán a ganar y lo ven como una segunda vuelta donde sólo les queda crecer por encima de los 123 escaños que obtuvieron. Tienen un electorado fiel y piensan que van a recuperar muchos de los votos que se les fueron con Ciudadanos, porque estos salen decepcionados tras ver su pacto con los socialistas. Sólo la corrupción puede fastidiar los planes del PP. Están pendientes de lo que puede salir de Púnica, Imelsa… Hay muchos frentes abiertos. Pero lo que más les preocupa es si imputan o no a Rita Barberá. Aunque tienen claro que la exalcaldesa sería de inmediato suspendida de militancia para que desgatara lo menos posible a su jefe de filas.

En cuanto a expectativas, no descartan ganar, al menos, otros cinco diputados más. Y quedarse, con la suma de la formación de Albert Rivera, muy cerca de la mayoría absoluta (ahora estaban a 13). Consideran que así será más fácil todo y si no se da esta última situación, confían en que las cosas hayan cambiado en el PSOE: que o bien Pedro Sánchez se avenga a la gran coalición, diciendo que es el único camino que le queda tras intentarlo todo, o que Susana Díaz lo reemplace y entonces se abra una nueva vía de diálogo. Lo que espera el PP es que no haya más vetos. Y tampoco que Rivera pida la cabeza de Rajoy porque entonces volverían a estar en un callejón sin salida. “No lo hará porque sería un suicidio. Se lo tendrá que tragar porque él sería el responsable de conducir a España a unas terceras elecciones”, asegura un alto cargo del PP.

 
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