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Catalunya en Comú: la maldición de ser decisivo

La coalición es la única fuerza política en Cataluña cuyos seguidores se encuentran divididos sobre la independencia

El candidato de Catalunya en Comú-Podem, Xavier Domènech. / Jordi Bataller ACN

Madrid

Con las encuestas en contra, Catalunya en Comú Podem encara una campaña muy difícil donde según los sondeos tendrá suerte si iguala los resultados que cosechados en 2015 por la marca previa de los morados, Cataluña Sí que es Pot. Entonces, en un contexto catalán ya muy polarizado, la coalición y su tercera vía, la de apostar por un referéndum pactado, sólo consiguió 11 diputados. Muy por debajo de lo esperado. Ahora las encuestas otorgan a la coalición de Ada Colau y Pablo Iglesias peores resultados (en el mejor de los casos, similares) a los que obtuvo CSQP.

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Pablo Iglesias tuvo que admitir en la misma noche del recuento la primera de sus derrotas. "Los resultados indican que nos dirigimos hacia un choque de trenes muy peligroso porque nuestra opción era razonable y si eso se castiga...la situación da miedo", auguró esa noche ante los periodistas Carolina Bescansa, entonces todavía miembro de la ejecutiva de Podemos, en la sede del partido donde había seguido el desarrollo de la jornada junto a Iglesias e Íñigo Errejón. No obstante, el mal sabor de boca de aquella mala noche, fue mitigado en las elecciones generales de junio de 2016, donde las listas de En Comú Podem se alzaron con una contundente victoria llegando a conseguir el 24,5% de los sufragios.

Ahora, dos años después de aquellas elecciones autonómicas, la coalición electoral con la que Iglesias compite en Cataluña cuenta con la alcaldesa de Barcelona y sus comunes, con los que no contaron en la anterior coalición, CSQP; sin embargo cuando el choque de trenes ya se ha producido y el estruendo posterior retumba como tambor principal de la campaña, las encuestas muestran un igual rechazo a la tercera vía de los morados.

La independencia como eje central de la campaña no les fue bien entonces y el panorama luce ahora incluso peor. De hecho, la coalición de Iglesias es la única fuerza política en Cataluña cuyos seguidores se encuentran divididos sobre la independencia, según los datos elaborados por el Centre de Estudis d’Opinió (CEO) de la Generalitat. En todos los demás partidos, el posicionamiento a favor y en contra es claro. Sin embargo solo el 55% de los antiguos votantes de CSQP se dicen contrarios a la independencia. En esta difícil coyuntura la apuesta de los comunes es hacer de la "equidistancia" de la que les acusan, una ventaja para presentarse como el partido de la "reconciliación"; quien conseguirá que la tensión política disminuya y termine con el "bucle" que, consideran, rige la dinámica entre los dos bloques, el independentista y el constitucionalista. Al tiempo la coalición trata de aglutinar su voto mediante su recurso al 155 ante el TC y calificando a los líderes y consellers independentistas de presos por motivos políticos. Causas consideradas transversales en su electorado catalán.

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Está por ver si Cataluña en Comú consigue la difícil tarea de sortear un marco que le perjudica o si los peores pronósticos se cumplen el 21 D. La diferencia con respecto a las anteriores elecciones catalanas es que, aún sin números previstos para ser considerada una fuerza significativa en términos de liderazgo, Catalunya en Comú Podem podría jugar un papel absolutamente esencial para inclinar la balanza entre independentistas y constitucionalistas. Un regalo político que les brindaría una posición envidiable pero que al tiempo podría desembocar en una pesadilla: el efecto en el voto a Podemos en el resto de España.

En los últimos meses, Iglesias ha debido lidiar con los manifiestos a favor de la república catalana del sector anticapitalista y de los constantes choques con el partido en Cataluña que terminaron la "desintegración" ordenada desde Madrid de toda la dirección de Podem y con el partido en manos de una gestora pilotando a marchas forzadas una coalición con los comunes que para cierto sector del partido ha terminado por escorar el discurso nacional de la formación hacia posiciones difíciles de explicar en el resto del país.

Iglesias siempre había encontrado un respaldo transversal de los sectores que componen su electorado en su apuesta por el derecho a decidir y a una consulta pactada. Sin embargo, el estallido del conflicto catalán ha quebrado ese equilibrio y según las encuestas Podemos acusa ya los efectos de una posición -ni DUI ni 155- que desde sus oponentes se han calificado constantemente como de incomprensiblemente ambigua ante un asunto tan crucial como el de la unidad territorial del país. Un dato: un tercio del electorado de Podemos, según el barómetro de La Sexta, está a favor de la aplicación del 155

En este contexto, otorgar la presidencia de la Generalitat a ERC, previsible ganador, podría tener un efecto devastador en sus votantes en España: la formación tendrá gran dificultad para defender - como ha venido haciendo hasta ahora- que la responsabilidad de la crisis catalana ha de repartirse a partes iguales entre el Govern de Junts pel Si y el Gobierno de Mariano Rajoy y correría el riesgo de quedar definitivamente asociado a los intereses independentistas.

Hacerlo implicaría decir no (de nuevo) a un presidente socialista, Miquel Iceta, que ya ha anunciado que buscará los apoyos necesarios. Sin embargo Podemos es consciente que hacer presidente a Iceta podría resultar un balón de oxígeno definitivo para un PSOE, el de Pedro Sanchez, de momento lejos de ser "sorpasado" por Podemos, y que gobernando Cataluña con acuerdos transversales podría estarlo aún más. Un el 21-D endiablado el de Iglesias.

Mariela Rubio

Mariela Rubio

Redactora de la sección de Política. Cubre la información del Partido Popular. Anteriormente fue redactora...

 
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