Tribunales
Cataluña

La profecía de Homs

Un año después el Tribunal Supremo revive imágenes idénticas a las vividas durante el juicio por desobediencia por la consulta soberanista del 9 de noviembre de 2014: ahora Homs es el abogado y sus acompañantes, los acusados y encarcelados

Decenas de personas apoyan a Homs hace un año antes del juicio en Madrid / Alberto Pozas

Madrid

Hace un año y un mes, una frase cerraba un juicio en la calle Marqués de la Ensenada de Madrid: "Lo mas relevante es el efecto que va a tener su sentencia, que va a marcar las relaciones entre el Estado español y Catalunya, por ser ustedes quienes son, ni más ni menos que el Tribunal Supremo". El autor era Francesc Homs, sentado en el banquillo por la consulta soberanista del 9 de noviembre de 2014, y el fantasma de sus palabras volvió a retumbar ayer por los salones del alto tribunal.

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La sentencia terminó como todo el mundo esperaba: con Homs, exconseller de Presidencia con Artur Mas en la Generalitat de Catalunya, inhabilitado durante un año y un mes por un delito de desobediencia al Tribunal Constitucional y teniendo que abandonar su escaño del Congreso de los Diputados. Ese 27 de febrero advirtió a los jueces: "Es un error que hayamos llegado a este punto", dijo, mientras sus acompañantes asentían sin saber que un año después estarían en prisión o fugados a cientos de kilómetros de distancia huyendo de un entonces desconocido Pablo Llarena que cumplía su primer año como juez del Tribunal Supremo.

Se produjo entonces la misma escena que el bloque soberanista ha repetido en varias ocasiones en los últimos meses: la procesión de Homs empezó en la madrileña Plaza del Rey, bajó por la calle Barquillo y desembocó en el Tribunal Supremo acompañado de un centenar de personas con pancartas, una urna gigante, banderas catalanas, gritos de "No estás sol" y un hombre con una bandera de España increpaba a los asistentes con gritos de "No nos engañan, Catalunya es España". Junto a Homs, el futuro banquillo de los acusados de la futura macrocausa contra el futuro referéndum ilegal: Marta Rovira, Jordi Sànchez, Jordi Turull, Raül Romeva, Jordi Cuixart y Josep Rull, además de Artur Mas y Marta Pascal.

Mas, Romeva, Turull, Sànchez, Rovira, Cuiart y Rull acompañan a Homs en Madrid hace un año antes del juicio en el Tribunal Supremo / Alberto Pozas

Un año y un mes después, todos sus acompañantes están presos en Estremera y Soto del Real, procesados por rebelión o imputados, a la espera de un juicio que constituirá el punto y seguido al turno de última palabra de Francesc Homs el 29 de febrero de 2017 ante la misma sala de lo penal. Homs, por su parte, acude al Tribunal Supremo en calidad de abogado de algunos de sus antiguos acompañanates.

La bola de nieve

Los números hablan de una macrocausa: veintiocho imputados, veinticinco procesados, nueve encarcelados y siete fugados. Y la macrocausa, a tenor de su desarrollo, se ha transformado en una bola de nieve cuyo único desenlace será un juicio con más de la mitad de los procesados acusados de un delito de rebelión que tanto la Fiscalía como la sala de apelaciones ven con buenos ojos. Ni rastro de la sedición ni de las versiones aguadas de conspiración en el auto de procesamiento del juez Llarena, con la mayor concesión siendo las acusaciones por desobediencia y malversación de caudales públicos.

El horizonte penal es abultado: el delito de rebelión, en su versión más agravada, contempla penas de cárcel de más de veinte años, además de otros tantos de inhabilitación que, en la práctica, terminarían con la vida política de muchos imputados. La Fiscalía no tiene por el momento intención de apearse de ese delito, pilar maestro de la macrocausa y ayer se mostraba claramente satisfecha con el auto de procesamiento.

Francesc Homs declarando en el Tribunal Supremo hace un año / Alberto Pozas

El único obstáculo que se interpone entre una instrucción ya muy avanzada y el futuro juicio es, claramente, el hecho de que siete de los principales imputados estén fugados por Europa: el juez Llarena tuvo que recular ayer y reactivar las órdenes internacionales de detención contra Carles Puigdemont y el resto de huidos en Bruselas, con el miedo a que las autoridades belgas puedan comprometer su entrega por el delito que él reclama. Aunque el proceso de extradición termine como espera el instructor, se trata de un proceso largo.

La decapitación del procés

Fiscalía y juez han mordido la presa y no están dispuestos a soltarla, pero en la práctica la causa judicial ya ha influido decisivamente en la política: a fecha de hoy el juez Llarena ya ha dado al traste con tres investiduras tras la fuga de Carles Puigdemont y el encarcelamiento de Jordi Sànchez y Jordi Turull. Los líderes de las dos principales asociaciones se encuentran presos en Soto del Real y la secretaria general de Esquerra Republicana, tercera fuerza en Catalunya, cogió ayer un avión para no volver a corto plazo. 

La suspensión política provisional de cinco diputados electos - Oriol Junqueras, Jordi Sànchez, Jordi Turull, Josep Rull y Raül Romeva - es también cuestión de semanas: ya se encuentran en prisión provisional y ya han sido procesados por rebelión, y según la interpretación que hace el juez Llarena de la Ley de Enjuiciamiento Criminal sólo falta que la sala de apelaciones haga firme el procesamiento para que puedan ser suspendidos. Varias defensas ya han anunciado recurso, así que es cuestión de tiempo que Miguel Colmenero, Francisco Monterde y Alberto Jorge se pronuncien.

Jordi Turull ayer antes de entrar al Tribunal Supremo / Pablo Blazquez Dominguez

El 29 de febrero del año pasado, Francesc Homs aseguraba que era "un error que hayamos llegado a este punto". Un año y un mes despues, el "error" del que hablaba ha engordado y la macrocausa contra el independentismo marca el día a día de la política catalana y española.

 
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