Seguir una dieta, ¿la nueva religión?
El ensayo 'La mentira del gluten' explica cómo nuestra relación con la comida se ha despegado de la lógica científica para seguir algunas pautas clásicas de la religión
Madrid
Hubo un tiempo en el que la humanidad comía lo que podía. Sin más. Pero ahora hay miles de millones de personas que pueden elegir... ¡y lo hacen! Dietas detox, veganos, crudiveganos, fans de los superalimentos, seguidores de la paleodieta, macrobióticos, defensores del método Dukan, gente que solo compra productos ecológicos, gente que (sin ser celíaca) evita el gluten, enemigos del azúcar...
A la amalgama de voces (autorizadas o no) que se pronuncian al respecto acaba de sumarse Alan Levinovitz, profesor de la James Madison University (Virginia, EE UU)... ¡solo que en la facultad de Filosofía y Religión! ¿Por qué? "Me di cuenta de que mucha gente, al referirse a la comida, utiliza expresiones como 'comer sin culpa' o 'alimentos puros', y eso suena mucho a los temas que yo trato".
Levinovitz acaba de publicar La mentira del gluten (Temas de hoy, 2016), un ensayo en el que también aborda "otros mitos acerca de la alimentación" y en el que confronta varias modas gastronómicas con lo que dice la ciencia o lo que ha sucedido a lo largo de la historia.
"La moda de las dietas puede analizarse desde una perspectiva religiosa", dice el autor. "Tuve que hablar con muchísimos científicos y luego estudiar qué sucede cuando los gurús de las dietas dicen una cosa y la ciencia otra. La religión puede ofrecer respuestas".
¿Monjes voladores en la antigua China?
Una de las aportaciones más sorprendentes de La mentira del gluten es la historia de "los monjes libres-de-cereales de la antigua China". Levinovitz cuenta que, "al igual que todos los gurús de las dietas, aquellos monjes se burlaban de la cultura culinaria de su tiempo". Una cultura culinaria basada en "los cinco granos": dos tipos de mijo, cáñamo, arroz y judías. También prometían que "una dieta revolucionaria podía curar la enfermedad" e incluso permitirles volar o hacerles inmortales.
El autor compara las recetas secretas de esos monjes con la oferta dietetética de hoy en día: "Suplementos, superalimentos o fórmulas... Los celíacos evitan el gluten y ya está. Nada que decir. Pero también hay gente que, sin ser celíaca, evita el gluten y además, tiende a consumir superalimentos. Eso recuerda a lo que hacían los monjes".
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Levinovitz traza otros paralelismos, como el del Jardín del Edén y la creencia de que los alimentos naturales siempre son mejores. O el factor "nosotros y ellos" que ofrecen credos como el católico, el islámico o el judío, con sus propias pautas alimentarias [la cuaresma, los alimentos halal, la cocina kosher], y el de las personas que solo comen vegetales o evitan el gluten. "Eso nos ayuda a confiormar nuestra identidad".
¿Se han convertido estos comportamientos alimentarios en la religión del siglo XXI, entonces? Levinovitz cree que sí, pero asegura que hay algo más: "En un mundo secular, muchas gente evita decir que tiene una verdad absoluta apoyada en Dios, así que hay que encontrar otra autoridad en la que sustentar tu comportamiento. ¡La ciencia!".
Según el autor norteamericano, muchos vegetarianos tienden a defender que su forma de comer es más saludable y también más ética. "Querer reunir todas las virtudes en un solo sistema también es algo propio de las religiones", asegura.
De los santos a las 'celebrities'
Toda religión tiene sus prescriptores y, ahora que ya no se habla tanto de los santos, nos fijamos en las celebrities que han obrado el milagro del éxito, la riqueza y la popularidad. "Muchos famosos dicen cosas sin sentido y relacionan su éxito con lo que comen", dice el autor.
En el libro aparecen varios ejemplos de activistas antigluten presuntamente no celíacos, como el de la exconejita de Playboy Jenny McCarthy, la actriz Gwineth Paltrow, la estrella televisiva Oprah o las cantantes Victoria Beckham y Miles Cyrus. Pero no son las únicos.
"Novak Djokovic cree que sus victorias están relacionadas con el hecho de haber dejado de comer gluten, pero si lees su historia, lo que sintió al comerse un trozo de pan... ¡Es ridículo! Pero mucha gente cree en él. Le siguen como antes se seguía a los santos".
¿Qué estamos haciendo mal?
Al preguntarle qué están haciendo mal los científicos, Levinovitz responde que el método científico les impiden hablar de forma categórica: "Ellos siempre hablan de posibilidades, no de hechos absolutos. Pero en los medios se impone la voz de la certeza, por eso prosperan médicos como el doctor de Oprah. Hablar así les puede proporcionar dinero y seguidores. Por eso traicionan a la ciencia".
El profesor estadounidense también sitúa el foco sobre los periodistas. "Los medios quieren clics y vender revistas, y decir que que algo podría ser o que cura el cáncer, pero solo en en ratones, no vende. Hay que ser un poco menos sensacionalista, aunque eso afecte a la audiencia".
El mayor pecado, de todas formas, es hablar de productos buenos y productos malos. "¡Los alimentos se relacionan entre sí!", subraya el autor. "Decir que el azúcar o la sal son buenos o malos es no entender el hecho de comer. Lo importante no son los ingredientes que tomas de forma puntual sino la cultura y el patrón alimentario".
Carlos G. Cano
Periodista de Barcelona especializado en gastronomía y música. Responsable de 'Gastro SER' y parte del...