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Economia y negocios | Actualidad
REPORTAJE MINI-PISOS

El chabolismo vertical: esto es vivir en un piso de 20 metros en el centro de Madrid

Hablamos con inquilinos de mini-pisos en Madrid y con un arquitecto que nos da las claves de lo que está sucediendo con la vivienda en la capital española

Imagen del Barrio de Lavapiés (Madrid), zona donde hay un gran número de mini-pisos / Getty Images

Madrid

Tres metros cuadrados por 200 euros al mes. La polémica se ha desatado tras la noticia de la implantación de “pisos colmena” que quiere crear la empresa Haibu 4.0 en Barcelona. Estos alojamientos, al más puro estilo japonés, pueden parecer indignos y es ahora cuando nos echamos las manos a la cabeza, pero desde hace varios años se ha normalizado el hecho de que muchos ciudadanos en las grandes capitales vivan en casas que no superan los 30 metros cuadrados.

  • Normas Urbanísticas DE MADRID

Con un simple vistazo por los buscadores de pisos más famosos podemos encontrar las primeras mini-viviendas. Desde “estudio acogedor”, pasando por “ideal para estudiantes”, hasta llegar a “estupendo apartamento” y eso que alguno de ellos no supera los metros cuadrados estipulados en las Normas Urbanísticas de Madrid que aparecen en el artículo 7.3.4.

Estos alojamientos vuelan y más en estas fechas de inicio de curso. Da igual en qué zona del centro de Madrid, desde Plaza de Castilla, el barrio de Prosperidad, Salamanca, Tirso de Molina hasta Malasaña o Atocha. En el primer intento de contactar con uno de los profesionales que ofertan estos pisos (era de 18 m²) la contestación es rápida: “Ya está alquilado, lo siento”. No lleva mucho tiempo en la web y es en el barrio de Embajadores-Lavapiés, pleno centro de Madrid. Intentando indagar más y hablando sobre este reportaje, la siguiente respuesta es otro “lo siento” a “los propietarios no les gusta que se hable de estos temas”.

Que la vivienda pequeña existe es un hecho, que se está normalizando, también, pero nos surge la pregunta de si se puede vivir en un piso de poco más de 20 metros cuadrados. Varios inquilinos de este tipo de alojamientos, muy dispares en sus pretensiones y su vida laboral, nos cuentan su día a día. Además, el arquitecto Alberto Fernández-Pacheco nos da las claves de todo lo que está sucediendo: “Estamos aceptando mucha, demasiada, desigualdad. Y la desigualdad es creciente”.

Vivir en un mini-piso

Iria vive en Las Tablas junto a su pareja. Está doctorada en biología y trabaja como teleoperadora. En febrero cumplirá cuatro años en un pequeño piso, “me suena que son 18 m²”, aunque repasando el contrato comprobamos que es de 25,11 metros cuadrados y cuenta con un trastero tan solo dos m² más pequeño que la propia vivienda. “Este bloque entero es así, aparenta que hay espacio porque tengo los muebles en la pared, pero hay gente que tiene lo muebles en medio y no sabes muy bien por donde moverte. Hay otros que tienen todo empotrado, incluso la cama, y ese espacio queda libre durante el día”, explica.

Imagen cedida por Iria. Es el salón-dormitorio de su casa. Detrás del sofá hay un biombo que sirve para separar la cocina.

Imagen cedida por Iria. Es el salón-dormitorio de su casa. Detrás del sofá hay un biombo que sirve para separar la cocina. / CADENA SER

El piso cuenta con dos estancias, una “todo terreno” con salón -“si lo quieres llamar salón”, bromea Iria- dormitorio y cocina, y la otra es el baño. Una cama de matrimonio fija reina en el centro de la casa. “No venía ni microondas, no tiene horno. Tengo un escritorio chiquitito, un sofá pequeño, una cama, dos armarios y ya. Para comer tenemos una mesa desplegable de terraza que la guardamos y la abrimos para comer. Si la pones ya te has quedado sin espacio”, describe durante la entrevista.

Iria revela que se decidió por este piso por una cuestión económica y porque quería vivir en Las Tablas pero no compartir piso: “La única ventaja que le vi en su momento era que podía vivir sola, que me llegaba el dinero para pagarlo (los primeros años vivió sola). Después de cuatro años me falta espacio pero me sigo quedando por el precio”. La renta de estos 25 m² no llega a los 500 euros porque lo cogió sin amueblar.

“Lo único bueno que le veo es la cocina -es cómoda pero casi es la mitad de la casa- y que para meter las cosas tenemos un trastero, el inconveniente el espacio. Aquí la gente vive sola, en pareja es más complicado”, continúa. Iria explica que pasan bastante tiempo en casa aunque sí que nota que es necesario una estancia más: “Ahora nos apañamos bien porque trabajas fuera y no necesitas mucho más”.

Sus hábitos han cambiado. En otra etapa compartió piso en Las Tablas y allí “sí que hacíamos muchísimas quedadas” ahora “puedes invitar a un amigo para tomar algo pero ya”. “A la otra casa mi familia iba mucho a comer. Tengo dos sobrinos que se quedaban a dormir... los primeros meses desde que me mudé mi sobrino pequeño se quedó un par de días pero no ha vuelto porque ni tiene sitio para jugar ni yo espacio para estar con él”.

“En cuanto a comprar cosas... antes no tenía ni microondas y ahora hemos tenido que comprar uno pero por no quitar espacio hasta pasaba. La tele la típica pequeña, si te compras una grande ya tienes que planificar donde ponerla o colocarla en la pared y no hay mucha pared libre...”, añade.

Ante la pregunta de si compraría esta vivienda su respuesta es un “no” rotundo aún así, la cuestión económica les sigue teniendo amarrados a este mini-piso de Las Tablas. “De momento a corto plazo tenemos pensado seguir aquí, más adelante se necesita más espacio pero ahora mismo no lo planteamos”, se despide.

Erasmus en 22 metros cuadrados

Imagen cedida por Kiran. Es el salón y la cocina de su piso. Enfrente del sofá hay un televisor.

Imagen cedida por Kiran. Es el salón y la cocina de su piso. Enfrente del sofá hay un televisor. / CADENA SER

Kiran es británica y estará seis meses en Madrid para seguir con sus estudios de marketing digital que también compatibiliza con un trabajo en una revista. Vive con su novio y pagan los 1.000 euros que les pide Airbnb por este apartamento de 22 m² en el Paseo de Las Delicias, muy cerca de Atocha.

Para llevar poco tiempo en España se maneja bien con el idioma. El piso cuenta con estancias separadas: una habitación con cama de matrimonio (pero sin armario), un baño y un salón con cocina americana. “Tiene un balcón, es ideal para los dos, podemos hasta comer”, destaca Kiran.

Nacida en Londres, nos explica que anteriormente nunca había vivido en una casa tan pequeña ya que siempre había vivido con sus padres. Kiran y su novio escogieron este piso porque estaba muy cerca de sus trabajos y “porque hay muchos estudiantes de la misma edad” en la zona. “Está cerca de Atocha”, explica. Además, asegura que mucha de la gente que conoce vivien en pisos como el suyo.

Es el dormitorio de Kiran. Se ve la única zona para guardar ropa que tiene en la habitación.

Es el dormitorio de Kiran. Se ve la única zona para guardar ropa que tiene en la habitación. / CADENA SER

Otro de los motivos de por qué optó por este tipo de piso fue que no quería vivir con una familia porque “sino no tienes libertad y hay que respetar sus reglas”. “Además un hotel es muy caro”, continúa.

Sin embargo, el poco espacio se resume en que no tienen sitio para guardar la ropa (tienen un burro en el dormitorio). “Las maletas están en el balcón y normalmente las cosas de la cama y algunas ropas de invierno en la maleta porque no hay espacio para colgar toda la ropa”, describe los inconvenientes que ha encontrado.

Obviamente, el estilo de vida de Kiran es el de un estudiante extranjero que ha venido a pasar una corta etapa de su vida a Madrid pero aquí queda reflejado cómo está el sistema y hasta cuánto pueden pedir por un mini-piso que ni cumple las Normas Urbanísticas y donde también entra el factor Airbnb.

El chabolismo vertical: “El mercado está controlado por mafias”

Alberto Fernández-Pacheco es arquitecto, estuvo trabajando en una promotora de San Sebastián de los Reyes y actualmente trabaja en el Ayuntamiento de Móstoles además de ser experto en análisis inmobiliario, gestión urbanística y planeamiento y desarrollo urbano. En sus manos tuvo un proyecto en el que le pedían dividir una vivienda de 140 metros cuadrados en cuatro mini-pisos en el centro de Madrid. No lo hizo. “Dividir está a la orden del día”, señala.

“Desde la propia normativa de Madrid, el plan general permite viviendas de 30 metros cuadrados”. Alberto se remonta a los planteamientos de la Ministra de Vivienda (2004-2007), María Antonia Trujillo, que planteó la vivienda de 30 m² y “todo el mundo se echó las manos a la cabeza pero desgraciadamente es una realidad”. “La vivienda pequeña existe y me temo que existirá (...) este fenómeno se ha dado siempre en las ciudades grandes lo que pasa es que debe de haber unos mínimos”, insiste.

Fernández-Pacheco explica que todo esto no es nada nuevo ya que “desde hace 30 años se vienen dividiendo pisos desde el barrio Salamanca hasta el distrito centro” aunque ahora está todo más controlado “pero siempre reduciendo el espacio de la vivienda”. Todos estos pisos nacen del empobrecimiento de la sociedad “pero como estás en el barrio de Huertas, en Lavapiés, y que modernos y que multiculturales somos todos... pues pagaré lo que tenga que pagar, 700 euros por un espacio de menos de 20 metros”. “El mercado está controlado por mafias”, sentencia.

Getty Images

El Gobierno de Sánchez “ha lanzado como globo sonda hacer 20.000 viviendas de alquiler”. “Creo que solamente con una intervención tan fuerte como eso no se rebajan los precios, es imposible. Pero por algo se empieza. Soy muy critico con la vivienda protegida en régimen de propiedad. La vivienda protegida tendría que ser de alquiler”, explica Fernández-Pacheco y añade una alternativa que ya se baraja en Europa: “En otros países como Austria, Países Bajos o en algunas ciudades de Alemania -que no sean Dusseldorf o Berlín- la vivienda es barata porque hay un parque público de vivienda importante. Estamos hablando del 25 o 40% de la vivienda de alquiler es pública”.

Uno de los primeros pasos es la denuncia: “Estamos aceptando la desigualdad como marca de la casa. Mientras no salgamos a las barricadas, la vivienda seguirá perdiendo tamaño aunque espero que no. La prensa está haciendo labor de denuncia. Hay que lucharlo".

Los casos que se dan en la actualidad

Respecto a los pisos colmena que han hecho acto de presencia en Barcelona, Alberto señala que es “un despropósito”. “Te ponen mobiliarios tipo Ikea, bonitos, y ya con eso se supone que nos vamos a contentar con la desigualdad creciente que estamos enfilados”, expone. Aunque ante la pregunta de si estos prototipos llegarán a ciudades como Madrid le sigue un “claro que llegará”: “Cataluña sigue siendo la punta de lanza del estado para lo bueno y para lo malo. Claro que vendrá, son la infravivienda, el chabolismo vertical”.

No obstante, señala que con gobiernos como el de Ada Colau (Barcelona) o Manuela Carmena (Madrid) “es más difícil”. “Legalmente no vendrán y mientras esté esta política de vivienda en el poder”, añade el arquitecto. Entre las palabras que Alberto Fernández-Pacheco rescata es la “aceptación de la desigualdad”. El experto indica que esto es creciente y es uno de los puntos que debemos rehuir.

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Lo que quiere crear la empresa Haibu 4.0 no es nada nuevo. “Eso ya se propuso a principios del siglo XX por los arquitectos racionalistas que decían que las viviendas no debieran tener cocina ni comedor porque la vida personal se desarrollaba en zonas comunes”, presenta Fernández-Pacheco que también alude a la tesis de la arquitecta catalana, Anna Puigjaner, que propugna a viviendas sin cocina (en cierto modo ella lo involucraba en temas de género por aquello de que la cocina es en ámbito femenino). “Es una manera de reducir el espacio de la vivienda. Por lo tanto, en una sociedad tan necesitada de espacio como la madrileña pues a lo mejor la cocina tiende a desaparecer. No me parece bien, no digo que esté de acuerdo”, sentencia.

“Se critica mucho la gentrificación pero poco se hace por evitar que una persona se vea desplazada por ejemplo de Lavapiés a Carabanchel”. El arquitecto pone uno de los ejemplos que se están dando en la actualidad. Muchos vecinos y artistas de este céntrico barrio madrileño se ven obligados a irse a cinco kilómetros de la Puerta del Sol porque ahora Lavapiés es moderno. “Carabanchel es ahora el receptáculo de gran parte de Lavapiés”, advierte.

“La gente de hecho vive en pisos que están tabicados en Tirso de Molina donde tienes tu llave y dentro de la vivienda tienes tu microespacio”, continúa. Otro ejemplo es Airbnb (como en el caso de la inquilina entrevistada anteriormente: Kiran) aunque aquí Fernández-Pacheco defiende que exista como “verdadera economía colaborativa”. “Eso de comprar una vivienda y dividirlo en varios apartamentos es lo que hacer crecer el precio y desaparecer la mera disposición de viviendas en alquiler”, denuncia.

También están a los que les está subiendo el alquiler, como una vecina suya a la que de 800 euros al mes le subieron a 1300€, más de un 50%. Pero indica que el problema es que “cuando se pone a buscar pisos en alquiler por el barrio, han desaparecido del mapa. Es porque están metidos en portales como Airbnb, Booking...o están comprados para especular con ellos”. Algo parecido ocurre con los pisos en venta: “Estamos hablando de 500.000€ por un piso a reformar y de 110 metros cuadrados en una calle de Antón Martín... con qué ánimo criticamos a Pablo Iglesias porque se compre un chalet de 600.000€ si es que al menos es un chalet enorme con ciertas condiciones y calidad”.

Para que esto no siga creciendo, el arquitecto finaliza la entrevista con una clave: “Hay que denunciarlo y desde luego propugnar el tema de empezar poco a poco y sin prisas con una política de Estado y que sea a largo plazo para hacer una vivienda publica de alquiler. Por ejemplo que cada año se creen mil pisos de este tipo con lo cual dentro de 30 años existan 30.000 viviendas de alquiler publico, que jamás se puedan vender”.

Cadenaser.com

Íñigo Renedo

Íñigo Renedo

Redactor de deportes en la Cadena SER y forma parte del programa de música indie 'Fuego y Chinchetas'....

 
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