"Si hay algo que une a los oficios desaparecidos de mujeres es la sororidad"
Cuatro mujeres que se dedicaron o que están relacionadas con trabajos en extinción comparten experiencias en 'Hora 25'
Madrid
Si le preguntaran qué hacía una cigarrera o una telefonista, o una aguadora, probablemente tendría una idea vaga, genérica, pero seguro que no saben lo concreto. El acto concreto que permitió construir ciudades y sociedades. Hoy hablamos de esos oficios desaparecidos, de profesiones que han caído en el olvido, que ocupaban generalmente mujeres. Y lo hacemos con las voces de ellas. De cuatro mujeres que han querido contarnos a qué se dedicaban.
Cuatro mujeres con oficios olvidados
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Sus testimonios
- R: "Pese a lo distintos que son los ocho oficios que recojo en el libro, creo que todas tienen en común el espíritu. Veo reflejado en ellas un espíritu de ser combativas en momentos difíciles. Y si hay algo que hila estos oficios y es la sororidad"
- R: "Mi generación (de cigarreras) tenía los ojos abiertos. Dijimos "no puede ser". Nosotras no podíamos fumar, no teníamos los mismos derechos. No teníamos papel higiénico, nos secábamos con los restos de las bovinas. Tenías que pedir permiso para cambiarte la compresa"
- R: "Recuerdo mi profesión preciosa. Yo sé que era malísima, porque era insalubre, pero a mí me gustaba. Coger los cigarrillos a manotadas, me parecía una cosa muy bonita. Si me lo dijesen ahora, con 64 años, lo haría"
- R: "Mi madre trabajaba en el puesto de castañas de sus padres. Por las noches estudiaba. Como venía de una familia humilde, se fabricaba las teclas de la máquina con papel para practicar. Las telefonistas tuvieron un profesor que les daba clase para la oposición y les cobraba una vez habían aprobado el examen"
- R: "Las primeras telefonistas tenían que encajar manualmente las llamadas. En su profesión, eran clave en la vida de la gente. Mi madre me contaba historias de desamores, de problemas... Se sabían la vida de todo el mundo"
- R: "Tanto para las telefonistas como para las taquilleras de metro, casarse era un impedimento. Se consideraba que una vez casadas su sitio estaba en el hogar, y que no iban a poder atender con diligencia su puesto de trabajo"
- R: "Ser modista tenía muchísimas secuelas, tanto en la espalda, como en la vista, como en las manos. Cobraban por prenda hecha, así que invertían muchísimas horas para cobrar muy poco"
Claudia Platero
Redactora en Hora 25. Graduada en Periodismo.