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Ca'n Vinagre son sus parroquianos: "Mi día siempre comienza con el café en el Bar España"

Mateu Martorell, a sus 82 años, abre cada día el negocio porque "no se hace a la idea de dejar de acudir al local cada mañana"

Ca'n Vinagre son sus parroquianos: "Mi día siempre comienza con el café en el Bar España"

Ca'n Vinagre son sus parroquianos: "Mi día siempre comienza con el café en el Bar España"

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Palma

El escritor, Eduardo Galeano, dijo en una ocasión: "Soy hijo de los cafés. Todo se lo debo a ellos. Sobre todo el arte de narrar. Lo aprendí escuchando, en las mesas de los bares". En un bar nacieron muchas de las historias que hoy tenemos en sus libros, y en los de tantos otros.

Historias que acompañan al primer café de la mañana, a la tertulia espontánea, al encuentro con la pareja y con tantos desconocidos que pronto dejan de serlo; a la pausa del trabajo, la caña al final del día, una reunión entre amigos o ese momento que surge de la necesidad de estar a solas rodeados de gente.

Una de las calles más transitadas de Palma amanece silenciosa. Son las 7'15 horas de la mañana y los pasos de Mateu, por una ciudad que todavía se despereza, se confunden con los del estudiante que camina hacia la parada del autobús y con el sonido de los coches del que acude a su puesto de trabajo. Las barreras de los comercios están cerradas cuando abre la suya. Algo que hace a diario a sus 82 años.

Mateu Martorell, es el propietario del Bar España, ubicado en el carrer dels Oms y al que los habituales le siguen llamando Ca'n Vinagre. Apodo del primer propietario de esta cafetería que forma parte de la historia de Palma y tras el que llegó su padre, en 1929.

El bar es "su vida", el lugar en el que están la mayor parte de sus recuerdos porque daba sus primeros pasos en el negocio siendo todavía un niño. Tenía 13 años cuando repartía hielo entre las viviendas cercanas al bar.

Un olor intenso a café nos invita a pasar. Cruzar la puerta nos conecta directamente con su historia, presente en sus paredes, en sus baldosas. En el interior conserva la forma que tenía en su apertura, hace casi un siglo. Predomina el color marrón, hay poca luz pero suficiente. Un arco parte la cafetería en dos. Relojes, muchos, pegados a la pared en cada rincón, de colores, de péndulo y fotos. Fotografías en color, alguna en blanco y negro, que resumen la historia de este local a través de aquellos que lo han ocupado durante más de 90 años. Es la historia de Mateu, de su sobrino Toni, que atiende tras la barra, o la de Luis, que toma una caña apoyado en uno de los ventanales del bar.

El contacto con el barrio, con su gente que define el local como "el clásico bar de pueblo en la ciudad". En el salón, mesas de mármol y sillas de madera que recuerdan a aquellas "tardes de sábado, jugando a cartas o al parchís" o a cuando llegó la televisión al bar y se multiplicó la clientela que ocupaba las sillas ordenadas como el patio de butacas de un teatro.

Recuerdos que forman parte de la vida de Mateu pero también de Virtudes. Al fondo del bar una imagen llama mucho la atención. Una mujer sentada en una mesa toma su café, nos observa con atención, con curiosidad. La misma que la nuestra al descubrir que es la misma mujer que aparece en la fotografía que cuelga en la pared, a su espalda.

Virtudes tiene 102 años. Acude a diario a esta cafetería que es su segunda casa, el lugar en el que se siente acompañada, que forma parte de su rutina porque se siente en familia y entre amigos, desde hace 40 años.

Mateu mañana volverá a abrir a las siete de la mañana. A las nueve acompañará a Virtudes en el desayuno y seguirán compartiendo sus historias de vida. También las de Luis, Jaume, la de los funcionarios que acuden cada mañana a merendar, de los turistas o de los habituales como el cineasta Agustí Villaronga o el cantante de los Beta, Miquel Moreno, en sus últimos años de vida. Porque la historia de Ca'n Vinagre es la historia de su gente.

 
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