Rafael Nadal Parera

Jerez de la Frontera

Tras su victoria en el Open de Australia, Rafa Nadal ha hecho historia. Se ha convertido en el primer hombre capaz de ganar 21 Grand Slams en un deporte tan duro, exigente y competitivo como es el tenis. El logro del manacorí es aún mayor teniendo en cuenta que ya tiene 35 años y que lleva a sus espaldas un sinfín de lesiones que han minado su juego y su resistencia.

Nadal no pasará a la historia por ser el jugador más técnico, ni el que mejor saque tiene, tampoco por ser el que mejor resta o volea. Si hay algo por lo que sí se le recordará siempre, además de por sus victorias, es por su capacidad de sacrificio y superación. Para ganarle un partido a Rafael Nadal hay que sudar mucho, correr mucho y desarrollar un juego casi perfecto. Nadal destaca por su entrega y su pundonor, por su furia y su fuerza, por su coraje y su ambición.

En una época en la que, parafraseando a Mecano, andamos justos de genios, Nadal nos da en cada partido, en cada set, en cada juego, en cada punto, una auténtica lección de lo que debe ser un deportista y se convierte en modelo y ejemplo a seguir, dentro y fuera de la pista. Y es que Nadal da lecciones cuando gana y cuando pierde, siendo siempre el primero en felicitar al rival cuando el marcador le es adverso y reconociendo el buen hacer del contrario cuando gana.

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Nadal debe ser el espejo en el que se miren nuestros jóvenes, un referente, alguien a quien seguir, a quien admirar e imitar y del que aprender valores tan importantes como la nobleza, la educación, la capacidad de sacrificio, la capacidad de sobreponerse a todos los obstáculos que se le presenten y, sobre todo, la humildad.

Es imposible, a día de hoy, igualar a Nadal en cuanto a palmarés, pero más difícil aún resulta superar al bueno de Rafa en lo que mejor sabe hacer, esforzarse hasta no poder más y no dar absolutamente nada por perdido. Nuestros jóvenes y no tan jóvenes, deberían tratar de igualar en su día a día la ilusión, el esfuerzo y la entrega que Nadal derrocha en todos y cada uno de sus partidos y sus entrenamientos. Ese es el mejor aprendizaje que cualquiera puede obtener del bueno de Rafa, la capacidad de ofrecer siempre y en cada momento, la mejor versión posible de uno mismo, da igual si uno se dedica a recoger remolacha, cortar el pelo, conducir un autobús o construir viviendas.

Yo de mayor quiero ser como tú, Rafa, un luchador nato, un auténtico titán que se enfrente a lo que tenga que venir, con ganas, sin bajar los brazos y decidido a dar todo lo que esté en su mano por lograr sus objetivos. Todos lo podemos hacer, todos podemos ser un poco mejores, obviamente no con una raqueta en la mano pero sí en el desarrollo de nuestro quehacer diario, ahí está la clave.