El cine en la SER
Cine y TV

Sergei Loznitsa: "La guerra entre Ucrania y Rusia es una guerra entre lo vivo y lo muerto"

El director bielorruso criado en Ucrania es el gran cronista de la desintegración de la URSS desde el documental

El director Sergio Loznitsa, en la Filmoteca Española / Luca Piorvanni (EFE)

Madrid

Para Sergei Loznitsa no hay películas apolíticas. “Todas hablan con la polis, con la ciudad, urbi et orbi, con la gente”. Sus trabajos de reconstrucción histórica así lo documentan. “Soy director, nada más y nada menos que un cineasta, lo que pasa es que las historias que yo cuento hablan de un pasado remoto y de un pasado cercano y, en este sentido, también soy historiador”, explica durante su visita a Madrid con motivo de la retrospectiva que le ha dedicado la Filmoteca España. Nacido en Bielorrusia, criado en Ucrania y formado en Rusia, Loznitsa se ha convertido en el gran cronista audiovisual de la desintegración de la URSS y sus traumas durante el siglo XXI.

Una voz única que, especialmente, a través el documental inmersivo y observacional ha narrado el funeral de Stalin, las protestas de Maidan, la victoria del Ejército rojo sobre los nazis o los juicios persecutorios del comunismo. Su filmografía es una apabullante radiografía de una sociedad que no quiere afrontar su pasado y de un poder agrietado que se resiste al cambio. “Hay sociedades que ignoran su pasado, que no evolucionan debido a ello, que están en el mismo lugar y no resuelven los problemas que tienen acumulados. Estas sociedades, en gran medida, están condenadas a desaparecer y a la catástrofe. Aprender y recordar el pasado es una forma de progreso, de ir hacia adelante”, responde mirando a Rusia, lugar donde cursó primero estudios de cibernética y luego de cine.

El Gobierno de Moscú ha impedido que se proyecten varias de sus películas, su trabajo es incómodo para el Kremlin y él, que siempre ofrece una visión panorámica, tampoco rehúye hacer su propio análisis de la actual crisis. “La sociedad ucraniana es una sociedad viva y eso es muy importante, una sociedad viva significa que se está moviendo. Esa sociedad permite que haya una generación siguiente que tenga la capacidad de desarrollarse. Y eso es lo que ocurre en Ucrania, que emerge una sociedad con capacidad de desarrollo y, sin embargo, la sociedad rusa no es capaz. Todo lo que había vivo, todos los nuevos juncos, han sido destruidos, por lo tanto, es una sociedad que está en vías de autodestrucción, es una sociedad que no progresa”, comienza su diagnóstico.

“Había un filosofó ruso que en los años 90 cuando le preguntaban si la sociedad rusa sería feliz porque la vieja había desaparecido, ya advertía de que no estaba de acuerdo en que fueran a emprender un nuevo camino. Y le preguntaron por qué. Él contestó que lo que no está vivo no puede morir, porque no puede desarrollarse, y para vivir y desarrollarse lo primero es nacer. Y lo estamos observando ahora, hay países de la ex URSS donde sí ocurrieron estos nacimientos y hay otros países donde no los hay, y podemos ver claramente cuál es el destino de estos países y hacia donde están evolucionando. En este sentido, la guerra entre Ucrania y Rusia es una guerra entre lo vivo y lo muerto”, expresa apuntando una de las razones de fondo de la actual escalada de tensión en la zona. Rusia teme al progreso, teme que la regeneración institucional y social de sus vecinos desemboque en democracias ‘sanas’ que no pueda controlar.

Y profundiza en esta idea. “El pueblo ucraniano y el pueblo ruso son pueblos hermanos, muy cercanos, y ver cómo uno de estos pueblos empieza a evolucionar mientras el otro no, es muy doloroso de ver. Por lo cual Rusia intenta mantener el estatus quo, un régimen totalitario, y no permite que haya ningún desarrollo, quiere ser un estado dominante”. No entra por ahora en los planes de Sergei Loznitsa viajar a la frontera para documentar el conflicto como hizo durante las manifestaciones de 2013 en Maidan y luego, desde la ficción, en su acercamiento a la región de Donbass.

Esta hipotética trilogía tendrá que esperar porque el autor, al que se rifan los festivales internacionales como Cannes, anda inmerso en un proyecto mayor sepultado durante décadas. La matanza de judíos en Baby Yar, un barranco en las afueras de Kiev donde fueron asesinadas miles de personas. “Durante 50 años esta historia fue acallada en la Unión Soviética y cuando se hablaba de ella no se decía todo lo que se tenía que decir. Se contaba por trozos y, por tanto, no representaba la verdad. Sobre esta catástrofe no se hicieron películas como ‘El portero de noche’, de Liliana Cavani, o ‘La lista de Schindler’, de Steven Spielberg, esta película todavía está esperando. No se había hecho una película sobre Baby Yar porque en Occidente ya existía un cine como, por ejemplo, la película de Claude Lanzmann ‘Shoah’. Sin embargo, en la URSS era un tema prohibido, no era algo de lo que se hablaba, es un tema que está esperando su tiempo. En Occidente sí se ha hablado de las matanzas de judíos en Europa, las matanzas en la Unión Soviética todavía están esperando para ser contadas. Nosotros tenemos la imagen o el conocimiento del Holocausto tardío en los países de Europa Central, sin embargo no tenemos información de cómo había comenzado el Holocausto, cuales fueron sus raíces, sus puntos de partida, y Baby Yar es, precisamente, uno de los inicios. El Holocausto empezó en territorio de la Unión Soviética a principios de la II Guerra Mundial”, cuenta.

‘Baby Yar. Context’ es el título de este último trabajo, un impresionante recorrido documental por esa tragedia a partir de imágenes de archivo, la mayoría inéditas, que tiene previsto tratar también desde la ficción. Como es habitual en su cine, no hay una narración con voz en off que interfiera en el mensaje de las propias imágenes, algo sagrado para un director-ingeniero que confía todo al arte del montaje. “El montaje es el sentido del cine. El cine es ante todo un arte audiovisual y, por tanto, la historia tiene que ser contada sobre todo a través de las imágenes. En eso consiste el arte del cine”, responde sobre la capacidad de las propias imágenes de generar un impacto, también físico, en el espectador sin necesidad de que el autor verbalice lo que acontece en la pantalla. Esa es una regla básica para Sergei Loznitsa cuando se enfrenta al documental -Experimentar la historia es el título de la Filmoteca a ese repaso a su carrera- pero desde la ficción también se permite jugar con la realidad.

Y en ese tira y afloja con los géneros, el mundo que le rodea y la propia naturaleza humana, uno de sus referentes como cineasta ha sido Luis Buñuel. “Es un genio. Sus películas son ligeras, a la vez con mucho humor y tremendamente profundas. Dicen que él hace películas surrealistas, pero eso no es verdad porque nuestra vida es surrealista, él hacía películas realistas sobre nuestra vida surrealista. Esa es la gracia, el talento y la genialidad de Buñuel. La vida es surrealista, por ejemplo, mi película State Funeral es absolutamente surrealista porque todo lo que está pasando en esa película es absolutamente surrealista, así que yo podría decir también que soy un director surrealista”, confiesa entre risas para concluir: “Si hubiera tenido la suerte de coincidir con Buñuel en el tiempo, tendríamos razones para tomarnos más de un whisky juntos”.

*Las películas de Sergei Loznitsa se pueden ver en Filmin

José M. Romero

Cubre la información de cine y series para El...