Europa entre paréntesis
Cuando la amenaza de 100.000 soldados rusos sobre Ucrania se agudiza, los europeos se muestran débiles

Barcelona
Cuando más se la necesita, Europa está entre paréntesis. Cuando la amenaza de 100.000 soldados rusos sobre Ucrania se agudiza, los europeos se muestran débiles. No porque las instituciones comunes estén paralizadas: son lo que más funciona. Lo que menos funciona son los Gobiernos. Algunas excepciones de las últimas horas traen algún alivio. La mayoría absoluta socialista de Antonio Costa en Portugal afianza la estabilidad del país vecino. Y de sus políticas, económicamente rigurosas y socialmente avanzadas. También es el caso de Italia: la continuidad del presidente Sergio Mattarella permite evitar una crisis de Gobierno, si Mario Draghi hubiese dejado de encabezarlo para alzarse a la jefatura del Estado. Pero entre los grandes se palpa el vacío, la ausencia, un encogimiento como aburrido y escaso de ideas. Unos, como el Gobierno alemán, porque acaba de aterrizar (lo mismo que sucede en Holanda) y aún no ha madurado su política exterior entre los tres partidos que lo componen. Berlín debe activarse, porque su lento desperezar perjudica a sus ciudadanos, y al resto del continente: el liderazgo se demuestra, y se legitima, ejerciéndolo. Otros, como Francia, aún desempeñando la presidencia semestral europea, la empieza entre sensaciones de que va a medio gas, parcialmente maniatada por las inminentes elecciones presidenciales. Y no hablemos del exsocio y, sin embargo, siempre un país cercano y amigo, el Reino Unido. Ahí, el primer ministro Boris Johnson no sale del crujir de los botellones, y hasta el autócrata Vladímir Putin se escapa de hablar con él y cancela una conversación telefónica prevista con tiempo. Cuánto ridículo. No es la mejor disposición para ejercer responsabilidad en el preocupante asunto de las amenazas rusas.

Xavier Vidal-Folch
Periodista de 'EL PAÍS' donde firma columnas y colaborador habitual de la Cadena SER, donde publica...




