Lo que se llevó la pandemia

La hostelería se caracteriza por ser un sector con gran movilidad pero los efectos de la pandemia se han notado con gran fuerza. Sin duda, ha sido uno de los sectores más afectados, con especial incidencia al ocio nocturno.

Según las estimaciones del sector, cerca de 80 locales de restauración en el año 2020 en La Rioja y el empleo bajó de 8.100 a 7.450 en bares, discotecas y restaurantes. Son los últimos datos recogidos en el Anuario 2021 de Hostelería España. En 2019 la facturación del conjunto del sector alcanzó 624 millones de euros, lo que supone el 4% de la riqueza regional. En 2020 tuvo lugar un fuerte descenso en el sector que colocó la producción en un total de 361 millones de euros, pasando a representar el 2,3% de la riqueza de la región. Eso sí, son unos datos que contemplan cierres definitivos, traspasos y otras situaciones... ya que es un sector con mucha movilidad.

Nuevo escenario

En cuanto a las perspectivas del sector, el responsable de la hostelería riojana asegura que el mes de febrero será malo. "Siempre ha sido uno de los peores meses del año", asegura Francisco Martínez Bergés. A los malos datos del segundo mes del año, Martínez Bergés añade el trabajo de "volver a acostumbrar a los clientes al horario de siempre", y es que el cierre del ocio nocturno a la una de la madrugada ha hecho que "la gente se haya acostumbrado a cenar antes y marcharse antes a casa".

Febrero no será un buen mes siguiendo las expectativas del sector, pero será mejor que enero, en el que "todas las discotecas han cerrado", mientras que algunos pubs han abierto para mantener la clientela habitual, pero no ha sido un mes rentable porque las ventas han sido menores, al igual que el número de clientes.

El cierre del Asterisco

Las restricciones de la pandemia han dañado a un sector que ha perdido tejido social y que además no quiere hacer recuento de las pérdidas registradas. Pero además de la bajada de la facturación, hay hosteleros como Óscar Solorzano que, junto a su socio, ha decidido dejar este mundo y bajar la persiana de un negocio en el que pusieron mucha ilusión.

Es el bar Asterisco de Logroño. "Hemos estado nueve años, entre el local de Avenida Portugal y el de la calle Portales", cuenta antes de remarcar que el cambio a Portales coincidió con el comienzo de la pandemia. "Cuando empezó la crisis estábamos recién cambiados, con una reinversión económica y no teníamos espaldas para aguantar algo así", explica.

Asegura que los trabajadores de la hostelería "hemos sido los grandes perjudicados" y en su caso particular indica que en el Asterisco "vivíamos del turismo, no teníamos clientela habitual y vivíamos de la gente que se tomaba unas copas antes de ir a locales de ocio nocturno". Y con el cierre del ocio nocturno, "no hemos podido soportarlo más y la bofetada económica ha sido excepcionalmente grande y ya, tanto psicológica como económicamente, era inviable aguantar".

Ampliar

Cerrar

Las restricciones horarias han influido mucho en esta decisión con el cierre a la una de la madrugada. "Si a la gente no le ofreces poder estar por el centro hasta las 4 o las 5 de la mañana, no bajan al centro", explica Solorzano a la vez que cree que los bares de barrio han sufrido menos que los del centro con esta restricción. "En el centro no vive nadie", finaliza.

Con esta jornada del sábado cerraron 9 años de andadura "Fue una despedida emotiva", cuenta. "Hemos tratado de no hacerlo muy público hasta el final pero sí tuvimos mucha gente". Óscar Solorzano se queda con este mensaje "lo hemos disfrutado mucho, hemos aprendido mucho sobre coctelería, café... y eso nos lo quedamos mi socio y yo".

En la carta de cierre reza una frase con la que resumen el huracán de la pandemia: "el coronavirus no se ha llevado a ningún familiar pero sí se ha llevado a un hijo, el bar Asterisco".

"Te quedas con una mano delante y otra detrás"

Hay más ejemplos de bares que se han visto abocados al cierre a causa de la pandemia. Es el caso del bar Armando, en la calle Autonomía de La Rioja en Logroño. Marian Landa cumplía cuatro años al frente de este negocio cuando la pandemia estalló. "El bar funcionaba muy bien pero con el covid cayó todo en picado. Las ayudas llegaban tarde y eran insuficientes para hacer frente a los gastos de luz y agua", explica Landa.

A esto también se sumó el no conseguir una terraza en el exterior del bar. "El ayuntamiento de Logroño empezó a ampliar las terrazas por la situación sanitaria. Pero, según la normativa, por pocos centímetros, la acera donde está el bar no me permitía tener mesas en el exterior, aún cuando en frente hay un parque enorme", lamenta esta hostelera.

Finalmente, el bar Armando ha tenido que echar la persiana. "Es vergonzoso que los autónomos no tengamos derecho a un subsidio por desempleo. Te quedas con una mano delante y otra detrás. Da mucha rabia", afirma.