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Benidorm Fest: el lenguaje, los culos, las tetas y el corazón

Tres representaciones muy diversas de la mujer y un excelente material para entender cómo el lenguaje puede dirigir nuestro pensamiento hacia una determinada realidad

La cantante Rigoberta Bandini en la segunda semifinal del 'Benidorm Fest'. RTVE 27/01/2022 / RTVE

La cantante Rigoberta Bandini en la segunda semifinal del 'Benidorm Fest'.
RTVE
27/01/2022

Las tres canciones finalistas del Benidorm Fest más populares ofrecen tres representaciones muy diversas de la mujer y un excelente material para entender cómo el lenguaje puede dirigir nuestro pensamiento hacia una determinada realidad de las muchas que conforman el mundo o, incluso, crear nuevos mundos posibles. Un análisis de sus letras en torno a varios conceptos clave de la lingüística cognitiva –metáfora, metonimia y marcos conceptuales– puede ayudarnos también a comprender las reacciones tan viscerales que ha despertado el resultado final del festival.

El “boom boom

“¿Qué es el ”boom boom“ de la canción ganadora?”, le pregunto a mi hija adolescente. “Qué tonterías preguntas, mamá. Pues un culo”. Sin embargo, el diccionario de la RAE no recoge “trasero” como significado de “boom boom”. Tampoco en inglés, de dónde hemos tomado la palabra, tiene ese significado entre las acepciones incluidas en el Cambridge Dictionary. La lingüística cognitiva explica que “boom boom” se entiende con el sentido de “culo” gracias a una metonimia situacional.

La palabra “metonimia” surge de la unión de dos vocablos griegos: μετ– (meta-) o “más allá”, y ονομαζειν (onomazein) que significa “nombrar”, es decir, “dar otro nombre”. Ese nuevo nombre se toma de algún elemento que forma parte del mismo dominio conceptual del objeto que se pretende renombrar. Todos tenemos en mente escenas en las que una persona baila al ritmo de un sonido del tipo “boom boom” moviendo su trasero acompasadamente. Metonimia: la parte por la parte. Tomamos un elemento de esa situación (el “boom boom”) para referirnos a otro elemento de la misma escena (el culo que se mueve a su ritmo).

Sigo analizando la palabra con mi hija. “¿Y cómo te imaginas ese trasero?”. “Grande, inmenso”, contesta, dibujando dos círculos en el aire con sus manos. La mayoría de los hablantes estaría de acuerdo con su interpretación. De nuevo, nada en el significado de la palabra “boom boom” incluye el concepto de tamaño. El simbolismo fonético, sin embargo, nos reveló hace ya tiempo que los sonidos también significan. Vocales como [u], [o] y [a] activan en nuestra mente objetos grandes, mientras que otras como [e] o [i] nos hacen pensar en cosas pequeñas. Desde luego no es lo mismo “mi boom boom” que “mi biim biim”.

Tenemos así una canción que evoca, mediante una extensión metonímica y una pequeña dosis de simbolismo fonético, un gran culo femenino. Hasta aquí no habría nada muy diferente de la letra de la canción que quedó en segundo lugar, que se refiere a otra parte de la anatomía femenina, en este caso de manera literal (las tetas), o de la tercera, que pone el foco en las manos y el corazón. Lo que ha exaltado a mucha gente no es la imagen de un gran trasero moviéndose al ritmo de la música, sino el hecho de que ese culo, de nuevo mediante una metonimia o sinécdoque (la parte por el todo en este caso), representa a una mujer cuyo éxito en la vida parece depender únicamente de su hipersexualización.

Las palabras adoptan su verdadero significado gracias a los marcos conceptuales en los que se las coloca. Como decía John R. Firth, uno de los lingüistas más relevantes del siglo XX, “conocerás a una palabra por su compañía”. El “boom boom” de la canción de Chanel va acompañado, entre otros, por anglicismos como “monetary” y “daddy”. Los marcos conceptuales que activan estas palabras en el contexto de la canción incluyen “las relaciones sexuales entre hombres maduros y chicas jóvenes” y “el intercambio de favores sexuales a cambio de dinero”.

Mi hija adolescente me puntualiza que en su generación el término “daddy” no siempre es ya sinónimo de “sugar daddy” (hombre maduro y adinerado). El lenguaje evoluciona muy rápido entre los jóvenes… Parece que actualmente se usa también para referirse simplemente a un colega con el que se mantiene una relación sentimental. Lo que ignora mi hija es que, en cualquier caso, al usar “daddy” con su nuevo sentido, la palabra sigue manteniendo su significado original (hombre adulto-padre). Es lo que en lingüística denominamos “significado reflejo”. En palabras polisémicas, con varios significados, por debajo de las nuevas acepciones a menudo sigue latente la original, activándose silenciosamente en nuestra mente, influyendo en nuestra forma de ver la realidad sin que seamos siquiera conscientes de ello.

El lenguaje de la canción nos lleva así a un mundo misógino, sexualizado y sexista en el que el éxito de la mujer depende de su capacidad para volver locos a los “daddies”. Sin entrar en un análisis multimodal de la actuación, esta imagen queda resaltada también por los aspectos visuales de la puesta en escena y el propio ritmo de la música. La representación de la mujer en estos términos explica que una parte de la audiencia haya cuestionado el triunfo de esta canción en el festival y su elección para representar a España en Eurovisión.

Las tetas

Ay mamá, la canción de Rigoberta Bandini que ocupó el segundo puesto en la final, también toma una parte de la anatomía femenina como su tema central. En este caso lo hace de manera literal, llamándolo por su nombre (teta, pecho), lo que a primera vista podría resultar más transgresor que referirse al trasero femenino de manera indirecta como el “boom boom”.

Pero si analizamos con atención la “compañía” de las palabras “teta” y “pecho” en la canción de Bandini, observamos que el encuadre es muy diferente. La canción activa, de forma más o menos explícita, marcos conceptuales como el de la crianza (“a ti que siempre tienes caldo en la nevera”), la fertilidad (“tú que has sangrado tantos meses de tu vida”), el parto (“tú que amarraste bien tu cuerpo a mi cabeza”), la libertad (“sacando un pecho fuera al puro estilo Delacroix”) y el miedo (“no sé por qué dan tanto miedo nuestras tetas”). La canción reivindica los pechos de la mujer como símbolo de la maternidad, la libertad, la lucha y la sensación de falta de seguridad física que aún, en pleno siglo XXI, sigue acechando a la mujer y obligándola a ocultar una parte de su cuerpo para evitar su sexualización.

La puesta en escena de la canción enriquece aún más la representación de la mujer que nos quiere transmitir. El centro del escenario está ocupado por una gran teta en forma de globo terráqueo que nos ofrece un interesante ejemplo de interacción conceptual o combinación de varios mecanismos cognitivos en la creación de significado. La teta representa a la mujer (metonimia de la parte por el todo nuevamente), pero al mismo tiempo, con una hipérbole visual, dirige nuestra interpretación hacia el pecho como metáfora del mundo, resaltando así la importancia de la mujer para la humanidad.

Rigoberta Bandini ha creado con el lenguaje verbal y visual de su canción una nueva realidad: se puede cantar y hablar de tetas y pechos abiertamente sin necesidad de activar el marco conceptual del sexo. La canción ha sido percibida como un homenaje intergeneracional a las madres y a las mujeres, generando emociones y sentimientos atávicos sobre la importancia de las mujeres para la humanidad que han conectado fácilmente con una gran parte de la audiencia. Todo ello puede explicar, en parte, el éxito de una canción probablemente llamada a convertirse en un himno.

El corazón y las manos

El motivo de la pandereta es el eje sobre el que se articula la canción de las Tanxugueiras, que quedó en el tercer puesto, siendo, sin embargo, la ganadora del voto popular. Es quizás ésta la canción más compleja en relación a su semántica, con dos planos bien diferenciados: el literal, que reivindica un mundo más inclusivo (“no hay fronteras”) y el simbólico, que vuelve a activar, esta vez de forma implícita, conceptos y sentimientos tan básicos como los de mujer, amor y tradición.

El vídeo oficial nos ofrece la pauta para comprender su mensaje. La pandereta en el centro de la imagen representando, en una hermosa metáfora visual y auditiva, el latido de un corazón con raíces a modo de venas. “Coa pandeireta na man” (“con la pandereta en la mano”), las cantantes traen en sus manos un corazón enraizado en la tradición. Paralelamente, las manos que tocan la pandereta representan (metonimia de la parte por el todo una vez más), a esas mujeres gallegas, garantes de la tradición, que cantaban mientras trabajaban. Manos maternales (“con xeito das nosas nais”, “con el arte de nuestras madres”) que proveen y protegen, que acogen al que llega. La canción nos conecta con ideas tan básicas y universales como el latido de un corazón de mujer y, por extensión (otra metonimia), de todo el pueblo al que esas mujeres representan. La conexión emocional casi inconsciente, visceral, con esta canción es también inevitable.

De aquí a mayo

Tres canciones. Tres partes del cuerpo femenino (culo, tetas, corazón/manos) que simbolizan tres mundos femeninos posibles. Tres marcos conceptuales (sexo/materialismo, maternidad/lucha, acogimiento/tradición) que ofrecen imágenes muy diversas de una misma entidad. El lenguaje no es inocente. Las palabras que elegimos no solo describen la realidad, también la crean. De aquí a mayo habrá miles de adolescentes y adultos en España tatareando una canción que habla de una mujer objeto sexual que no tiene problemas “monetaries” porque es infalible con los “daddies”.

Sin embargo, muchos ciudadanos españoles prefieren encuadrar su realidad en otros marcos. Según ha hecho público RTVE, el 18,08 % del voto popular se decantó por un mundo en el que los pechos de la mujer simbolizan la libertad, la belleza y la humanidad. El 70,75 % eligieron sus manos como símbolo de la tradición y su corazón, enraizado, acogedor e inclusivo, en forma de pandereta. Solo un 3,97 % optó por una canción que muestra a la mujer como objeto sexual para representar a España en Eurovisión. Hay margen para la reflexión y, en el caso de las unidades y observatorios de igualdad de género, posiblemente también para la acción.

 
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