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'Canallas', la película de Daniel Guzmán sobre la España que sobrevive

El director regresa con una comedia protagonizada por su amigo de la infancia, Joaquín González, por él mismo y por Luis Tosar

Daniel Guzmán en el rodaje de 'Canallas' / UNIVERSAL PICTURES

Daniel Guzmán en el rodaje de 'Canallas' / UNIVERSAL PICTURES

Madrid

Siete años después de su debut como director con A cambio de nada, ópera prima que ganó dos Goyas y la Biznaga de Oro en el Festival de Málaga, vuelve Daniel Guzmán a dirigir. Lo hace en Canallas, una historia con la que lleva siete años lidiando y con la que vuelve al barrio, a Orcasitas y a Aluche, las zonas madrileñas en las que se mueven Guzmán y sus amigos, personajes en los que se ha inspirado para hacer esta historia que vuelve a poner al director en una posición extraña entre lo real y lo ficticio.

Pocos directores españoles se han expuesto tanto como Guzmán, que en su debut contaba la que había sido su adolescencia, a través del personaje de Miguel Herrán, y en la que salía su abuela de verdad, que estuvo hasta nominada al Goya. Una exposición que ha vuelto a repetir en este segundo trabajo. Dice Guzmán que quería hacer un tipo de comedia que echa de menos como espectador. Con toques de Los inútiles de Fellini, pero con toda la idiosincrasia española de Berlanga. Para eso, escribió un guion basado en experiencias con sus amigos del barrio, un grupo de chavales que llevan más de treinta años haciendo rabiar a Joaquín González, un tipo peculiar, un pícaro de la España actual, que le permite al director hablar del mundo de hoy.

La película cuenta las andanzas de estos tres tipos, tres canallas de barrio que vuelven a encontrarse después de veinte años. Brujo y Luismi siguen sin oficio pero con algún que otro beneficio, mientras que Joaquín se ha convertido en un importante y reconocido empresario, o eso parece. Un día recibe la notificación de un juzgado informándole del embargo de la casa, lo que hace que los tres amigos busquen el dinero como sea. Hay temas políticamente incorrectos que reflejan las grandezas y las miserias de la sociedad española: desahucios, corruptelas de medio pelo, llegar a fin de mes, el paro... Una radiografía cercana sobre la picaresca y la mentira, pero también sobre esos antihéroes de barrio que intentan sobrevivir con escasos recursos económicos y grandes dosis de humanidad.

Reconoce el director que pensó en actores profesionales para hacer el personaje de su amigo, pero finalmente decidió que se interpretaría a sí mismo. Para compensar está Guzmán en el reparto y ha sumado a Luis Tosar como compañero de tropelías, en un papel cómico para el intérprete gallego. Junto a ellos, está la familia real de Joaquín González, Esther, su madre, Brenda, su hija, Chema, su hermano. También actores veteranos como Luis Zahera (Goya a Mejor actor de reparto por El reino, de Rodrigo Sorogoyen), Julián Villagrán (Goya a Mejor actor de reparto por Grupo 7, de Alberto Rodríguez), Miguel Herrán (Goya a Mejor actor revelación por A cambio de nada, de Daniel Guzmán) y Antonio Durán “Morris”. "Decidí apostar por cinco actores y actrices no profesionales (los personajes reales en los que está inspirada la historia) y combinarlos con los actores profesionales del resto del reparto para conseguir la verdad y la credibilidad que buscaba, aún consciente del trabajo y el reto que supondría esta decisión en cuanto a la dirección actoral", insiste Guzmán.

Una de las virtudes de A cambio de nada, la ópera prima de Guzmán, era que en torno a ese relato iniciático había elementos que hacían universal la historia, y sobre todo, la ausencia de impostura. Guzmán evitaba la mirada folclórica a la vida del barrio obrero, ni compasión y juicio al chaval y la disfuncionalidad familiar, algo nada fácil cuando un creador se mete a hablar del barrio. Aunque cambie de género y se decante por la comedia, insiste el director en un encuentro con medios de comunicación, en que lo más importante en este proyecto ha sido elegir el tono, no convertir al personaje en un héroe, pero tampoco reírse de él. “Una de las premisas fundamentales cuando acabé A cambio de nada era hacer una película totalmente diferente a la primera en cuanto a género, pero que tuviese cierta coherencia y continuidad con una línea narrativa personal", explica el director.

Pocos directores conectan con el barrio, con la España que madruga, que diría aquel, como lo hizo Guzmán. En Canallas insiste en apostar por esos lugares, por esos personajes y por tramas que apelan a la clase obrera y a la clase media española y conceptos que en los últimos años han estado en la agenda política y social. A Guzmán le interesa el cine social, pero también un cine capaz de conectar con los espectadores, de ahí este nuevo proyecto que, a juzgar por las primeras imágenes, suena a un Resacón en Las Vegas cañí y con retranca política.

El cine fue un artilugio inventado por unos burgueses, los hermanos Lumière, y representado por primera vez hace 125 años en un salón parisino. Sin embargo, pronto se convirtió en espectáculo de feria para el disfrute de las clases populares. De esta idea tenía mucho A cambio de nada y por ese camino anda la propuesta de Canallas que se vertebra a través de ese personaje, el pícaro moderno. Un arquetipo imprescindible en la literatura española y, por ende, un arquetipo propio de este país. Cuando Guzmán habla de su amigo Joaquín esboza una media sonrisa. Hay cariño, ternura, pero también sabe en qué lugar está. ¿Es el conseguidor, es el testaferro, es alguien que haría un tamayazo o es alguien más listo que todos los de su alrededor? Seguramente resolvamos el misterio durante la promoción, cuando veamos cara a cara a este canalla.

Pepa Blanes

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...

 
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